Por Luis Américo Illuminati.-
Somos nuestra memoria, de modo que no podríamos desear o imaginar un futuro -Futurama- desechando u olvidando lo que ayer fuimos, qué lugar del mundo ocupábamos y qué pensamientos e ideas teníamos de él y de los otros seres con los que interactuábamos. Tiene razón Oscar Wilde y otros escritores cuando dicen que venimos del azaroso pasado, estamos en la contingencia y «naufragabilidad» del presente, por lo tanto, es bueno tener esperanzas que sean prudentes y no quiméricas, pues creer que el futuro es un paraíso es propio de soñadores e ilusos. Es verdad que nuestro pasado marca nuestro perfil y define nuestros límites, si bien es cierto que estamos orientados hacia el futuro, y que queremos volver a ser el que una vez fuimos, ése sería un proyecto de futuro. Pero, por más que queramos proyectarnos hacia el futuro, la regla inexorable opera como la roca de Sisímo o el carro de fuego de Helios conducido por su hijo el niño Faetón que incendia la Tierra y que cae luego abatido en las aguas del Eridanus. ¿Quién sino al votar al candidato del partido que sea, el ciudadano actúa como Helios entregando las riendas del carro, vehículo o cohete a Faetón?
¿Pensamos porque necesitamos saber a qué atenernos o pensamos con los pies y no con la cabeza?
Ni Aristóteles, ni Plotino ni Ortega y Gasset ni Marx le garantizan al hombre que todo lo que afirman sea la mismísima verdad. Ortega dice: «No me salvo yo si no salvo a mi circunstancia». Jesús lo dijo de forma más simple: «De qué le vale al hombre ganar el mundo si pierde su alma». Tremendas palabras que el hombre de la posmodernidad hace oídos sordos. Prefiere hacer filosofía barata y embotarse de circunstancias ficticias. Hay políticos que proponen la siguiente circunstancia. Subirse a un dirigible que nos lleve a la luna y de ahí lanzarse en paracaídas. Y al tocar la tierra si el prosélito llega vivo, recibir un premio consistente en un viaje en coche adonde lo lleven como a Pinocho a un lugar donde poco a poco le crezcan las orejas de burro. Similar a la obra de Apuleyo, «El Asno de Oro».
Ese lugar no es la estratósfera, que a través de ella cierto político prometiera viajes interespaciales a Japón, Corea o a cualquier parte del mundo. Estamos hablando de la extratósfera, que es un partido, una ideología, una película repetida donde no hay director ni actores principales ni secundarios, sólo actores «extras» donde éstos se mueven, discuten y gritan, una extraña película sin guion ni argumento, ni principio ni final, un corso o una comedia absurda, un tango como Cambalache.
Lo Ominoso
La tal película argentina describe la triste realidad que es el mundillo de la política. Puro teatro del absurdo. Una obra con ribetes absurdos parecidos a las obras de Samuel Beckett y Eugene Ionesco, algo cercano a lo ominoso. “Lo ominoso” es un ensayo de Sigmund Freud publicado en 1919 que mantiene rigurosa actualidad. Freud toma dos cuentos de Hoffmann: «El hombre de arena» y «Los Elixires del Diablo». En el primero vincula la idea de ser privado de los ojos como sustituto de la angustia y temor de la castración. La castración simbólica. El miedo oculto de ser privado de los órganos de reproducción. En cambio, en «Los Elixires del Diablo» lo ominoso se presenta como una caída, una angustia irresistible en que no basta con que le sean arrancados los ojos al sujeto, sino que una vez en el piso éstos sigan vivos y dando guiños. Según Freud, este episodio de los ojos representa la idea de que el deseo y la pulsión pueden seguir existiendo por sí mismos. El guiño de los ojos es un símbolo de la seducción y la atracción irresistible. El temor de la castración simbólica y los ojos caídos en el piso dando guiños, de acuerdo a un punto de vista actualizado y trasladado sobre todo al campo de la política de la Argentina, significaría dos constantes: la primera el temor por la pérdida del poder por impotencia masculina por vejez de un partido político vetusto y decadente. Y la segunda, agotados los cantos de sirena electorales engañosos, sin voz ni cuerda, entonces se apela «al poder de los ojos con estrabismo», enviando guiños inequívocos de felicidad enlatada, espejismos y amores que duran lo mismo que un sueño después de una borrachera.
22/10/2025 a las 3:02 AM
GRANDE CORKY !
22/10/2025 a las 5:49 AM
Ya tuviste que recurrir, de forma coherente con tu inseguridad primigenia, a mitos griegos para validar tus imbecilidades…
22/10/2025 a las 8:20 AM
Refuten con argumentos; esos comentarios revelan la mediocridad -para ser generoso- de los comentaristas. Aprovechen que ahora hay IA.