Por Ovidio Winter.-

Es inevitable preguntarse “¿de qué se reirán?”, cada vez que se retiran después de visitar la tumba de Néstor. ¿De nosotros?

¡Qué dimensiones faraónicas tiene el homenaje que su amigo Báez decidió tributarle tras su imprevista partida!, ¿no?

¿Habrá querido regalarle el mayor deseo al expresidente, aquello que le producía “éxtasis” para que lo acompañara en su descanso final?

Uno recuerda con qué velocidad (menos de un mes) Lázaro convirtió una inmensa caja fuerte que había en el subsuelo de la casa de la esquina de 25 de Mayo y Maipú, en Río Gallegos, en una amena bodega personal, con vinos premium, cuidadosamente ubicados en un cómodo espacio, con sillones y mesitas ratonas (con mucho olor a pintura fresca) para mostrarles a los periodistas, a quienes invitó a conocerla para darle un rotundo “mentís” al PPT de Lanata, que había denunciado y mostrado un plano de ese subsuelo y que el juez Casanello cerró la causa abierta que investigaba la presencia de esa caja fuerte por inexistencia de prueba (no pudo investigarse lo que ya no existía, había desaparecido o Lanata mentido, ¿no?)

Ahora, si no mintió don Jorge, bien podrían estar descansando esos dineros que habitaban aquella caja fuerte de la casa de Lázaro, al lado de su tumba.

Donde no se ríe la expresidente es cada vez que tiene que presentarse para defenderse de una de las varias imputaciones de korruptela en la que no falta nunca su nombre. Allí su cara se pone seria en extremo, se le caen los mofletes (bulldogs) y su expresión pasa a ser adusta.

Entonces, una vez que retorne a su “X”, dejará sentado que todo lo que está viviendo es producto del show mediático montado para alimentar el lawfare al cual viene siendo sometida desde aquellos tiempos en que el secretario privado de la familia (Muñoz) bajaba a la planta baja (en Uruguay y Juncal) a recibir unos bolsos que le traía Baratta, que muy probablemente contendrían abrigos para llevar al sur donde hace mucho, mucho frío.

¡Qué notable es la visión que tiene de las cosas quien fue Presidenta durante dos mandatos y vicepresidenta uno! Durante el período de instrucción, que es cuando tras una denuncia se abre una causa y se investiga (durante este período es donde se aportarán las pruebas que llevarán o no al juicio oral la misma), la condenada por la causa Vialidad gritará a los cuatro vientos que todo es “lawfare”, porque ella no es culpable de nada y sólo está imputada en la causa porque hay oscuros intereses que pretenden apartarla de lo que más quiere ella, la conducción de su amado pueblo (¿o rebaño?). Eso sí, sin aportar ni una sola prueba que la desligue de la denuncia.

Una vez que concluye la primera instancia, que es cuando, con todas las pruebas reunidas, el juez la envía a juicio oral, otra vez aparecerá en “X” para denostar al tribunal, que deberá fallar diciendo que todo es un show para condenarla, porque desde el primer momento su condena ya estaba escrita (eso es el lawfare, para ella). Entonces pretenderá amenazar a los jueces del tribunal con un “a mí, la historia ya me juzgó y a ustedes los va a condenar la historia”.

“Hoy empieza otro show”, dijo el 6 de noviembre, que dio inicio el juicio por la Causa Cuadernos, “¿qué rol le asignará en ese show el Tribunal cuando dicte sentencia…?”

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