Por Luis Américo Illuminati.-
Cuenta hoy Pablo de León en Clarín que la condenada Cristina Fernández encomendó a sus abogados que tramiten su libre acceso a la terraza del domicilio de San José 1111, con el insólito argumento de que «necesita aire libre y por la vitamina D». También ha pedido irse al Calafate; probablemente creerá que su situación es similar a la de la expresidenta María Estela Martínez de Perón, alojada lujosamente después del 24 de marzo de 1976 en la provincia de Neuquén, en la residencia presidencial El Messidor, que más que una privación de libertad fueron unas vacaciones extraordinarias, donde le permitieron tener su propia empleada, decisión que tomó la Junta Militar para preservar su vida, ya que la habían amenazado de muerte Montoneros y otras organizaciones terroristas. De esto no se habla, ni la ex detenida (protegida) lo reconoce. Si lo hubiera hecho, no habría podido cobrar la jugosa indemnización que le dio el gobierno de Raúl Alfonsín. Cristina en su cuadro clínico presenta una patología (agravada) por la cual no toma conciencia de que está irremediable e irreversiblemente condenada y presa; y, en su delirio, se siente una víctima de las circunstancias (está convencida de ello); cree que el pueblo la liberará; está tan fuera de la realidad que actúa como si estuviera en pie de igualdad con el tribunal que la condenó y le hace solicitudes desopilantes firmadas por ella misma y sus leguleyos, pedidos que no tienen el más mínimo asidero legal. Olvida que les faltó el respeto dándoles una extravagante filípica cuando al conocerse el fallo que la condenó a 6 años de prisión, donde fue notorio cómo se le desencajó el rostro. Allí nomás el tribunal debió ordenar su internación provisoria en un instituto adecuado. Empero, fueron indulgentes, le tuvieron compasión y dejaron que la enferma siguiera su triste y patético espectáculo. Mientras tanto, Mayra Mendoza, su mejor discípula del «círculo de fuego», le organiza un show-baile en el deportivo Saldías, lo cual prueba a todas luces que el kirchnerismo padece de la misma enfermedad: negar la realidad. Y como el cuento que contaba Perón del tipo que se resbaló y cayó al vacío desde lo alto de un edificio de 30 pisos y, cuando pasaba en caída libre y cabeza abajo, un vecino saca la cabeza y le pregunta cómo le iba y el hombre sonriendo le contesta: «Por ahora muy bien, corre un aire maravilloso. Lo que me suceda al llegar al suelo, no estaré para contárselo».
Respecto del reciente incidente de la vicepresidente con el General Presti, aparte de la arbitrariedad de prohibirle hablar en Formosa en la conmemoración en el regimiento de Infantería de Monte 29 en donde siempre ha concurrido, Victoria Villarruel demostró una vez más que está fuera de foco. El flamante Ministro de Defensa General Presti le aclaró que respondía a instrucciones del presidente de la Nación, que es el comandante en Jefe de las FFAA, acto al cual no estaba invitada. Y si bien ella es presidente del Senado, tiene tanta autoridad para decirle al ministro de Defensa: «Usted es subordinado mío, retírese», como la que tengo yo, doña Rosa o cualquiera. Claramente es un acto de soberbia que la deja mal parada, ya que podía haberlo evitado de otra manera, diciéndole, por ejemplo: «General Presti, con todo respeto, porque mi padre también vistió el uniforme que Ud. lleva puesto, yo no tengo estado militar. Por tanto, no voy a obedecer esa orden y no me voy a retirar, buenos días».
06/12/2025 a las 7:45 PM
Qué triste que a este pobre hombre si no le ponen comentarios destructivos nadie le comenta…