Por Guillermo Cherashny.-

Sorprendió que Bullrich, la flamante senadora, se hiciera cargo de polemizar con Tapia y Toviggino denunciando a la AFA ante Comisión de Ética de la CONMEBOL por supuestos delitos y falta de conducta deportiva. Al mismo tiempo decidió y el gobierno aceptó que lidere la reforma laboral desde el Senado en lugar de Diputados y estas dos conductas obedecen a que la senadora no aspire a la jefatura de gobierno de CABA, que sabe que estaba reservada para Adorni, el jefe de gabinete, que para ella es un cargo menor sin ninguna importancia, ya que no está para arreglar baches o extender líneas de subte.

En realidad, apunta a la Presidencia de la República, porque piensa que el Presidente tendrá problemas económicos, ya sea porque no se produzca un crecimiento importante o un nuevo episodio cambiario que no signifique de ningún modo la caída del presidente pero sí que afecte su imagen considerablemente. Entonces ella sería la garante de la continuidad del rumbo económico sin los hermanos Milei, a los cuales los subestima como políticos profesionales, aunque provistos de una inteligencia superior pero que no alcanza para llevar adelante el proceso de reformas profundas que necesita el país y que ella podría atraer las inversiones extranjeras que hasta aquí no llegaron y que sólo hay empresarios locales que le compran barato a los que se quieren trasladar a Brasil, donde hay un clima de negocios que ella piensa que puede lograr en la Argentina.

Bullrich siempre fue muy audaz y ahora, pasados los sesenta años, cree que acumula la experiencia necesaria para conducir el país con mano de hierro.

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