Por Luis Alejandro Rizzi.-

Me refiero a tasa de interés, tipo de cambio y costo de vida.

En un estado natural, esas variables deberían oscilar libremente, tipo péndulo, según el funcionamiento del sistema económico.

En ese estado “natural”, sería natural que el Banco Central o la institución emisora del dinero use la tasa de interés y la emisión de dinero para inducir al “péndulo” a oscilar de modo armónico o estético.

Las variables de la economía del país han sido y son antiestéticas. En 25 años, el costo de vida, inflación, fue del 179 mil por ciento y el tipo de cambio lo hizo en un 174 mil por ciento.

Una grosería.

No viene al caso bucear en las autorías y responsabilidades de estas groserías, ya que no las podríamos focalizar en un solo nombre y apellido o en una sola corriente política.

Todos fuimos responsables, uno más y otros mucho más.

Para terminar con esta grosería se intentan diversos tratamientos según los diagnósticos.

Este gobierno impuso como demonio de nuestros males, los permanentes “déficits fiscales”, causa de emisión desmesurada de dinero, causa a su vez de la inflación y devaluación del peso.

El diagnóstico es correcto, pero la causa no fue sólo “el déficit” sino el mal uso de los recursos, su pésima administración y falta de idoneidad para gobernar.

El tema es que, si la cuestión fiscal se convierte en dogma, y los gastos se condicionan a la recaudación, debemos fijar prioridades sobre el uso de los recursos y su finalidad y renunciar a la idea de mover partidas según un criterio de discrecionalidad arbitraria.

Cabe preguntarse: ¿si “no hay plata” para discapacidad, por qué se aumenta el presupuesto de la ex SIDE? O bien, ¿cómo se ajusta el presupuesto de educación en función de la calidad de contenidos?

El presupuesto para discapacidad tiene una finalidad humanitaria. En mi opinión, es uno de los derechos humanos más sagrados, que responde a cualquier criterio, no sólo de caridad sino de sensibilidad social.

Es un principio de justicia que cualquier estado se ocupe de equilibrar las diferencias de bienes humanos primarios con la que hemos sido dotados.

El ritmo de inversión en obra pública es mínimo, a la dirección nacional de Vialidad virtualmente se la dejó sin recursos para cumplir con su finalidad en la obra vial.

Diego Cabot explicaba el pasado 25 en el diario “La Nación” que, en resumen, lo que se destina a obra pública en el presupuesto recién aprobado serán $394.246 millones, o lo que es lo mismo, US$249,2 millones, una insignificancia para las destrozadas rutas argentinas.”

Si ése es uno de los costos de no tener “déficit fiscal”, el presupuesto es un pésimo programa de gobierno.

Es difícil que la reconstrucción de las rutas argentinas se pueda financiar con “peajes”, ya que su precio estimado debiera ser de u$s 0,04 por Km recorrido.

¿Cuántas son las rutas que por su volumen de circulación o tránsito podrían financiarse por el cobro de peajes o inversión privada, que es lo mismo? Muy pocas.

En el régimen “anarcocapitalista”, el motor que lo hace funcionar es el lucro. Si no hay lucro no hay sistema.

Es obvio que muchas de las funciones del estado no son lucrativas; creo que ni deberían serlo.

Si aceptamos que la Argentina tiene un sistema “bimonetario”, el tipo de cambio debería liberarse y el Banco Central tendría que limitarse a administrar la tasa de interés y la emisión monetaria y el beneficio consecuente del señoreaje.

Es la única forma de crear un sistema, no digo definitivo, porque lo definitivo no existe en la vida, sino creíble.

Es muy posible que el precio del dólar se ubique en no más de $ 1800,00. Sería necesario que el ahorro en dólares devengue la misma tasa que en pesos, como ocurre en Perú, según lo explicó Jorge Vasconcelos en el diario “La Nación” del domingo.

Reitero, estamos en épocas de “déficit fiscal virtuoso”, porque el superávit del presupuesto 2026 es pecaminoso.

Un 58% piensa que la situación actual del país es peor que la del año pasado.

Éste es el resultado del cacareado y supuesto “superávit fiscal”.

Una familia puede ahorrar suprimiendo la compra de los remedios del abuelo. Cuando se muera, los laboratorios tendrán la culpa o el propio Milei… nunca uno mismo.

Pasa que nuestro pasado, sobre todo el reciente, es el único fundamento que conforma esta nueva coalición “antik” versión del PRO o “JxC” en formato LLA.

Se puede decir de este otro modo: LLA es el proceso degenerativo de “JxC”.

Éste es el tiempo morbos que hay entre lo viejo y lo nuevo, que no necesariamente puede ser mejor, parafraseando a Gramsci.

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