Por Carlos Tórtora.-

La incesante negociación entre el gobierno y los gobernadores dialoguistas está encaminada a que el 10 de diciembre haya nuevos bloques de senadores y de diputados para respaldar las reformas laboral, tributaria, previsional y, por supuesto, el presupuesto. Pero la clave de esta estrategia libertaria pasa por que se incluyan en este esquema seis gobernadores peronistas: Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalacqua (Misiones), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Martín Llaryora (Córdoba). A éstos hay que sumarles al puntano Claudio Poggi, que enfrenta a los Rodríguez Saá con su alianza Ahora San Luis. Si éstos rompen los bloques peronistas y al mismo tiempo se enfrentan con la CGT, la fractura del PJ en esas provincias sería también inevitable.

De las seis provincias mencionadas, dos de ellas, Misiones y Salta, tienen sus PJ locales intervenidos por decisión de Cristina Kirchner, así que la ruptura partidaria de hecho ya existe. Pero con este nuevo panorama, anteayer en la reunión del Consejo Nacional del PJ se comentaba que Milei podría estar apuntando al armado de un PJ disidente operado a control remoto desde la Casa Rosada.

No por nada en la reunión del PJ Nacional se resolvió que los tres bloques de senadores peronistas, del Frente Nacional y Popular, Unidad Ciudadana y Convicción Federal, se unifiquen como bloque Justicialista.

En la dirigencia del PJ predomina ahora la impresión de que esta vez Milei no se conforma con ganar la votación de algunas leyes y que pretende la ruptura formal del peronismo.

Riesgos sobran

Es así que la concreción de un PJ libertario tendría consecuencias importantes. En las provincias cuyos gobernadores se plieguen a la Casa Rosada, es entonces probable que termine habiendo dos peronismos. Si proyectamos esto para el 2027, estas fracturas podrían llevar a que varios gobernadores pierdan su reelección al dividirse el voto peronista. El temor a éstas y otras implicancias haría que algunos mandatarios provinciales vean el acuerdo con Milei como un negocio táctico pero sin consecuencias estratégicas. O sea, canjear votos en el Congreso por un mayor financiamiento de la Casa Rosada a sus provincias. De ser así y como ya ocurrió el año pasado, la mayor parte de los gobernadores empezarían a escaparse de Milei una vez que éste cumpla -si es que lo hace- con sus promesas económicas.

Éstas y otras preocupaciones hacen que el entusiasmo por subirse al tren del gobierno sea en realidad bastante escaso.

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