Por Carlos Tórtora.-

Una extraña paradoja está dándole marco a la coyuntura poselectoral. La semana pasada, Javier Milei acusó al peronismo de intentar desestabilizarlo y hasta de querer matarlo. Y toda la errática campaña libertaria giró en torno a la demonización del kirchnerismo.

Pero esta semana las cosas han cambiado, y cómo. En su discurso reconociendo la derrota, el presidente reconoció que los intendentes peronistas del conurbano son muy eficientes en su gestión política. Y luego de esto no volvió a atacar a «los kukas».

Por su parte, Axel Kicillof fue más que moderado en sus expresiones y convocó a Milei al diálogo, evitando cualquier actitud destituyente.

En consonancia, este lunes los gobernadores peronistas Osvaldo Jaldo, Raúl Jalil, Sergio Ziliotto, Gildo Insfrán y Ricardo Quintela suspendieron la cumbre que estaban por hacer en Tucumán para analizar la crisis política, para no dar la impresión de que estaban precipitando la caída de Milei.

Mientras tanto, en la Cámara de Diputados, los voceros del bloque justicialista se mostraron más que moderados sobre la posibilidad de que Martín Menem sea removido de la presidencia del cuerpo. Por el contrario, los operadores de Mauricio Macri se pusieron en marcha levantando a Cristian Ritondo para suceder a Menem.

La marcada prudencia de la dirigencia peronista, empezando por Kicillof, ante la extrema debilidad de Milei tendría razones claras. El peronismo necesita tiempo para ordenar su frente interno y ganar las próximas presidenciales. Además, como señaló un senador peronista, «Milei debe cocinarse en su salsa». Precipitar el derrumbe del gobierno empujaría al peronismo a un escenario de adelantamiento electoral que para nada le conviene. De ahí que con el correr de las horas se afianza la impresión de que, curiosamente, las principales señales para estabilizar a Milei provienen de las filas justicialistas.

Pero todo tendría su límite, porque el peronismo no podría dejar de acompañar las investigaciones sobre el caso $LIBRA y el Karinagate.

Los que quieren precipitar el final

Así es que las diversas conspiraciones en marcha para acelerar el final anticipado del gobierno pasan más bien por el lado de Mauricio Macri y sectores del Círculo Rojo. Éstos verían que el deterioro progresivo del gobierno, proyectado en el tiempo, llevaría inevitablemente a que el peronismo vuelva al poder. Siguiendo este razonamiento, la única forma de evitar esto sería sacarse a Milei de encima cuanto antes, que asuma Victoria Villaruel, hoy cada vez más silente, y realizar rápidamente elecciones anticipadas presentando un frente antiperonista lo más amplio posible.

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