Por Carlos Tórtora.-

Se fue instalando en los últimos días la impresión de que la balanza electoral se va inclinando en Buenos Aires a favor de Fuerza Patria para las elecciones del 7 de septiembre.

Las encuestadoras Zuban Córdoba y Analogías, que encuestan para el gobierno, detectaron que en la franja etaria de 16 a 29 años -la que más apoya a Javier Milei- podría haber un ausentismo electoral del orden del 20%, lo que perjudicaría sobre todo a LLA. Por el contrario, en Fuerza Patria, los intendentes del conurbano estarían afirmando con éxito el voto histórico del peronismo.

El presidente parece carecer de respuestas ante la creciente sensación de que se viene una ola de voto castigo.

A menos de un mes del comicio, en el entorno de Milei se está discutiendo acerca de qué camino seguir. Esto partiendo de la base de que en la sociedad prevalecerá el exitismo, o sea la tendencia a apoyar al ganador.

Un menú muy difícil

Para tratar de evitar la derrota, la primera alternativa que baraja Milei es ponerse él mismo a hacer campaña, con el mensaje de que lo que está en juego es la continuidad de su gestión. O sea, denunciar que una victoria peronista abriría las puertas para un golpe institucional y que Victoria Villarruel se haga cargo del gobierno. Si opta por este discurso, Milei podría terminar protagonizando una profecía autocumplida.

La segunda opción, que ya sondeó sin éxito el oficialismo, es tratar de ningunear la elección diciendo que no tiene mayor trascendencia y que lo único importante será lo que se vote en octubre.

Esta alternativa sólo podría funcionar si efectivamente las expectativas sobre las urnas de septiembre -incluyendo el comportamiento de los mercados- no son demasiado gravitantes. En caso contrario, el gobierno caería en el ridículo, del cual no se vuelve.

Un tercer camino sería patear el tablero y tratar de ensuciar la elección denunciando -como ya empezaron a hacer algunos voceros oficiales- que Axel Kicillof montó un fraude electoral con la complicidad de la Junta Electoral y de la policía bonaerense, encargada esta última de la custodia de las urnas.

Se trata este último probablemente de un camino sin retorno que podría hasta vaciar de legitimidad a la Casa Rosada. Pero no hay que descartarlo, porque todavía nadie sabe de lo que sería capaz el presidente en caso de encontrarse desesperado.

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