Por Jorge Augusto Cardoso.-
La testimonia el elevado porcentaje de abstenciones en las últimas elecciones. Indicios de la apatía social, que es la pérdida de la armonía en la convivencia, son cualquier manifestación de falta de civismo. La indiferencia social, primer grado de esa falta de civismo, consiste en el desinterés por los problemas del país de la llamada “mayoría silenciosa” que, en lugar de constituirse en defensores, cual muralla de los valores ciudadanos, claudica, y así da lugar a aquellos que atacan los pilares del sistema social.
El tener la necesidad de cumplir con los deberes y obligaciones ciudadanas, no es innato: presupone toda una pedagogía hoy descuidada por las instituciones que tradicionalmente la aseguraban: la familia, la escuela, la parroquia, la vida de club, el servicio militar, hoy inexistente, el ejemplo permanente de docentes y gobernantes, y por último, todo aquel que ejercía autoridad dentro de la organización social. Esta carencia de educación cívica creó una sociedad incapaz de elaborar, en los ciudadanos, un sentido cívico fuerte como para que ellos mismos contribuyan a su defensa. La progresiva indiferencia, no se ha manifestado únicamente en las últimas elecciones; también en la vida cotidiana; ejemplos espantosos de tal apatía no faltan: agresiones cometidas en plena calle y a la luz del día o en transportes públicos sin que nadie reaccione; centenares de peatones ladean un cuerpo inanimado sin detenerse. Gobernantes que usan tribunas públicas para la agresión grosera y denostación de propios y ajenos, pues da igual, si no piensan como ellos.
Urge volver a sembrar los valores cívicos, entendiendo como tal a aquellos comportamientos respetuosos de los ciudadanos a las normas de convivencia, tanto en espacios públicos como privados, incluyendo el respeto por los demás, al ambiente, y a los bienes comunes. Se debe desarrollar el sentimiento de pertenecía, esa sensación de conexión, identificación y aceptación que experimentamos con respecto a nuestro país y su gente. Debemos sentir la obligación, necesidad, de defender nuestra patria desde todos los lugares donde realizamos nuestras actividades.
Es menester que aquellos que nos lideran, en todos los ámbitos, no sólo el político, entiendan que los objetivos se logran: con sostenido esfuerzo conjunto, sabiduría, humildad, prudencia, cooperación y gentilezas; cualidades éstas de las que carece quien hoy nos gobierna.
Que el Señor ilumine nuestra patria.
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