Por Luis Alejandro Rizzi.-
Otra cualidad argentina fue el modo en que la sociedad incorporó a la enorme cantidad de “inmigrantes” que llegaron al país, que se amoldaron, como diría García Morente, a nuestro estilo, a nuestra forma de ser.
Actualmente vemos que Europa está siendo realmente invadida por “migrantes”, que además buscan imponer, cuando menos mantener, sus estilos de vida y cuestionar los usos y costumbres de la cultura occidental. Es una “migración conquistadora y reivindicativa” de ultrajes pasados.
La migración está generando en Europa un conflicto de imposible pronóstico, a lo que se suman las peores reacciones de los extremos de la derecha y la izquierda.
Lo mismo ocurre en los EEUU de Donald Trump, las deportaciones masivas se pretenden convertir en derechos dogmáticos.
Nuestra constitución decía y dice: “…y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina.”
Ese propósito se ha plasmado de modo integral y amistoso, no hemos tenido “guetos”.
El “conventillo” fue el primer destino del “inmigrante”, que es cierto, era un alojamiento precario que unificaba a personas de las más diversas procedencias, y a la vez las incorporaba a la vida social local por medio de lo que se dio en llamar “culturas populares”, que nada tenían que ver con lo que hoy llamamos “populismos”.
El sainete y el tango fueron compendios filosóficos de sabiduría y sana picardía popular.
Todo ese volumen de migrantes tuvo acceso gratuito a la salud y educación, lo que de algún modo compensaba la precariedad del “conventillo”.
Era posible que “los hijos fueran doctores”, como ocurrió.
Éste es otro mérito de la “Argentina fracasada”.
Hubo en este proceso un principio de sabiduría, que fue esa suerte de amalgama que se fue creando entre la virtud cristiana de la caridad y la imparcialidad del laicismo.
El perfil periodístico exige brevedad, pero si comparamos el valor de convivencias sanas con la conflictividad social que se está generando en Europa y EEUU, parecería que, desde una perspectiva humanista, quienes están fracasando, son precisamente ellos.
El “ponderómetro” de un país o de una sociedad no puede ser sólo su performance económica.
Argentina ha sido y es un país conformado por una sociedad generosa, que se las ingenió para recibir a “los pobres del mundo”, rechazados en los países supuestamente “desarrollados y exitosos”.
Repetimos como loros que “la inflación empobrece”, eslogan que tiene su parte de verdad, pero también su parte de mentira, ya que todo sistema económico tiene inflación.
Es posible que, sin inflación, muchos de los pobres que llegaron a la Argentina hubieran muerto o caído en la más absoluta indigencia, que también mata.
Yo mismo he repetido más de una vez que contraer deuda para financiar “gastos corrientes” era pecaminoso. Pero si separamos la paja del trigo, veremos que en verdad usamos deuda para financiar la pobreza de otros países, no sólo vecinos, que no podían siquiera mantenerlos en niveles de indigencia.
Las “villas” que tanto deploramos son los conventillos modernos que a la vez garantizan sociabilidad y solidaridad.
En verdad, la crisis de la deuda podría explicarse porque fue el modo con que financiamos la pobreza de otros.
El 45 o 50% de economía “negra” se podría explicar también por haber establecido una política fiscal discriminatoria que hizo que en Argentina convivan dos sistemas económicos, con sus propias reglas de funcionamiento.
Pero se estima que hay más de medio PBI en los colchones, lo que se explica por uno de nuestros peores vicios, la mala calidad de los sucesivos gobiernos quizás desde nuestro origen.
Ese 50% de economía negra fue extraído desde la economía registrada, eludiendo este piélago de normas que es la legislación fiscal, y gran parte del asesoramiento se dirige para facilitar el menor pago de impuestos.
Por último, nos queda la corrupción, que siempre “es un juego de dos”, cuántos imperios económicos en el país y en el mundo han nacido de la corrupción política.
En definitiva, el 26 de octubre votamos de buena fe, un 27% del padrón, a favor de la especulación financiera que permitió a grandes fondos recuperar ganancias, y al tesoro de los EEUU hacer “carry trade”.
Por último, los votos emitidos se comparan contra el padrón, el gobierno no tuvo un 41%, lo que me hace acordar a los 30 mil desparecidos que fueron muchos menos, lo que no quita su gravedad. Pero sí es grave hacer pasar 27 por 41.
03/11/2025 a las 7:33 AM
Caputo y Bausili se llevaron dólares americanos del Banco Central y no se sabe donde están.
Javier Milei NO GOBIERNA, lo hace su hermana, a la que NADIE voto.
Adorni estafó a sus votantes y Santilli también.
03/11/2025 a las 11:33 AM
Los que no votaron que se hagan cargo, y no insistan con lo del 27% del padrón. El que no está no juega, ese 27% que votó no se hace cargo de la desidia de los que no votaron. No jodan más con esa falacia.
¿Así que las villas son los nuevos conventillos? Señor Rizzi, no diga disparates. Ni punto de comparación.
«Es posible que, sin inflación, muchos de los pobres que llegaron a la Argentina hubieran muerto o caído en la más absoluta indigencia, que también mata». Esto es una burrada absoluta. Los países más ricos y exitosos tuvieron, y aún tienen, inflaciones menores del 3% anual.
Las barbaridades que escribe, sumadas a sus actos fallidos, dan prueba fehaciente de su ADN.