Por Carlos Tortora.-

La política nacional aparece envuelta en un manto de misterio y desconcierto como pocas veces ocurriera. El jueves 7 de agosto vence el plazo para la inscripción de las alianzas para las elecciones del 26 de octubre, y el 17 el plazo para las candidaturas. No se sabe, por ejemplo todavía, si la alianza entre LLA y el PRO en Buenos Aires volverá a presentarse con el nombre de La Libertad Avanza, lo que implicaría la licuación total del partido amarillo.

También hay dudas acerca de si Fuerza Patria conservará su trabajosa unidad o si habrá una ruptura. El choque entre Juan Grabois y Sergio Massa, los dos extremos ideológicos de la Coalición, indica que la unidad no está asegurada.

Es curioso, porque hasta ahora las tensiones pasaban por la conflictividad entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner.

Pero donde el desconcierto no tiene límites es en la Capital. A ocho días del cierre, reina el mutismo sobre las negociaciones entre Mauricio Macri y Karina Milei. Después de su victoria sobre Santiago Caputo, ésta se sienta a la mesa fortalecida y sabiendo que Macri no está dispuesto a confrontar en las urnas. Karina, al parecer, no estaría dispuesta a ceder lo que para el PRO es lo básico: la segunda candidatura a senador nacional y dos candidaturas a diputados entre las seis primeras.

La iniciativa la llevan los Milei y no se descarta que su decisión final sea no arreglar con los Macri e intentar aplastar definitivamente al PRO en las urnas.

Si esto último ocurre, Jorge Macri reeditaría Juntos por el Cambio. En caso contrario, la absorción del PRO por LLA le dejaría el espacio a Horacio Rodríguez Larreta para reeditar él a Juntos por el Cambio y captar los votos de los macristas desencantados. Según confiesan algunos en la Casa Rosada, todo se definiría en las últimas 48 horas.

El PRO como rueda de auxilio

Es obvio que Milei se mueve al compás de un cálculo principal: si necesita o no al PRO para ganar. En Buenos Aires lo necesita, porque se enfrenta a un aparato peronista que controla el conurbano sin que nadie le haga sombra. En Capital, en cambio, el presidente ya probó con Manuel Adorni que LLA puede ganar sola y proyectarse para conquistar la jefatura de gobierno en el 2027. ¿Para qué entonces compartir el podio con Macri? No hay que descartar entonces un final semejante al trastorno bipolar. En Buenos Aires, el PRO y LLA serían aliados mientras que en la Ciudad serían rivales. Un final digno de la era Milei.

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