Por Raúl Cuello.-

El debate hoy está centrado en las próximas elecciones. Todo lo que se conoce en materia económica se reduce al conocimiento de quienes serán los principales consejeros de los presidenciables. No hay objetivos y menos instrumentos. Solamente la certeza de que la herencia que se recibe es muy compleja, que no “existe suficientes amortiguadores sociales” para enfrentar los desequilibrios (pobreza, marginación) y que el escenario de gobernabilidad dista de ser el deseable.Bajo estas condiciones no hay margen alguno para una política económica de shock y lo único que queda en oferta es un tratamiento gradualista para tratar de acercar las múltiples variables económicas a sus lugares de equilibrio, al que se trataría de lograr por aproximaciones sucesivas vista la interdependencia de las mismas en el funcionamiento del sistema. El ejemplo más obvio es el que se relaciona con el tipo de cambio y todos los precios de bienes y servicios, que a su vez determinan los ingresos sectoriales.

No habrá otra opción política, al menos por un período que puede estimarse en un año, como para que la sociedad, que rechaza el shock, comprenda que el gradualismo lleva al país a un final sin destino. Naturalmente ello se ajusta fundamentalmente al cepo cambiario. Con el nivel actual de reservas y tipo de cambio, nadie podría levantarlo. Trataría de seguir administrando la política cambiaria, tal vez desdoblando el precio del dólar para eliminar el subsidio que hoy se otorga al mal llamado “dólar ahorro”. Pero llevaría a la creación de un mecanismo perverso para el sector externo: el contrabando por sobre y subfacturación de importaciones y exportaciones respectivamente. Ello dependería de la brecha que se fije.

Pero es el caso que para las negociaciones internacionales, fundamentalmente con el FMI de donde se puede obtener la más ventajosa línea de créditos, hay que cumplir con el punto IV, que además abre la puerta para el ingreso de capitales. Pero como se mejoraría el tipo de cambio, ¿eliminando retenciones? Si así fuera ¿Cuál es la alternativa impositiva? ¿Se dejan las retenciones como están y se ajusta el tipo de cambio? Si la política ha de ser gradualista, para demostrar que el gradualismo no ha de resolver nada, tales preguntas deben tener respuesta y desde ya, independientemente de las mismas, el efecto no debería ser otro que impactar sobre la inflación y la actividad económica.

En el supuesto, altamente real por las implicancia políticas en juego, sin reservas y difícilmente conseguibles por la cuenta Capital, la crisis no tardaría en llegar. Es que el solo cambio de actores en la política no hace renacer la confianza automáticamente. El caso de Grecia exime de mayores comentarios. Entonces llegará el momento en que se libere la economía de las trabas administrativas y las autoridades dejen de crecer que disponen del poder como para establecer discrecionalmente, la matriz de insumo producto. El país entonces habrá de insertarse en el mundo con su real baja productividad y carente de la competitividad suficiente para insertarse en el mundo, cosa que deberá alcanzar con una moneda sana e instituciones creíbles por lo que sean y no por quienes estén a su frente. Hoy el cepo no se puede abrir por el trauma que puede crear, a menos que se esterilice el dinero redundante con una fuerte suba de tasas, lo que significaría un cuadro imposible de imaginar en
este momento.

Más adelante, habrá un acostumbramiento a considerar que el shock es el costo de haber vivido más allá de nuestras posibilidades, dilapidando una riqueza que el azar del destino trajo por términos de intercambio históricamente nunca alcanzados desde la crisis de los años treinta del siglo pasado. En ese momento el dólar volverá a ser alto y se favorecerá al sistema por la atracción de inversiones, el aumento de la competitividad, la expansión del empleo y la mejora de la productividad. De algo se puede estar seguro y que esta vez no habrá de no pasar nada. Porque pasará. La crisis llegará. Y los principales afectados serán aquellos sectores de clase media que tuvieron tarifas y dólares con subsidios. Como también los sectores que disfrazados de carenciados vivieron al amparo de planes sociales desvirtuados.

China ya no nos traccionará más con precios de la soja como los vistos, de allí que será forzoso diversificar nuestra matriz productiva, para lo cual tenemos indudables ventajas, superiores a la de otros países emergentes que hoy nos han llegado a superar sobre la base de políticas fiscales y monetarias en sintonía, alcanzando los superávits gemelos que tuvimos entre 2004 y 2007.

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