Por Luis Alejandro Rizzi.-
La política perdió su contenido o diría su teoría. En base a ésta -la teoría- se podían hacer predicciones, porque la institucionalidad política, el régimen político, tenía sus reglas, que lo hacían previsible.
El régimen republicano, democrático capitalista está en crisis profunda y se pone en duda, no ya su eficacia, sino su legitimidad.
“Partimos de una convicción realista: el capitalismo democrático, con sus errores e injusticias es, no obstante, y bajo ciertas condiciones, la única alternativa viable para Occidente”, decía Eduardo Fidanza en “Perfil” hace unos días, pero lo que pongo en duda es que sea la “única alternativa”, pareciera que no.
Mas allá de lo que llamo su “antigüedad funcional”, por ejemplo, la ficción de la representación, la división de poderes, el control jurisdiccional y la carencia de idoneidad profesional y sobre todo la falta de eficacia, le han restado, diría “respeto”.
Ni los políticos representan a la gente, ni el poder administrador resuelve problemas. El poder legislativo perdió el sentido de “racionalidad de la ley”, como enseñó Santo Tomás. Para ser elegido diputado o senador no se exige idoneidad alguna, es suficiente con ser votado, y el Poder Judicial ingresó en su propia crisis; se convirtió en conflicto endógeno. Un ejemplo, la Cámara del Trabajo de la Capital, mediante una simple acordada, desconoció el fallo de la Corte -caso Levinas- que dispone que el Superior Tribunal de Justicia de la CABA es el tribunal de última instancia. El poder judicial se ilegitima a sí mismo.
Esta pérdida de legitimidad del régimen político conocido en Occidente, siguiendo a Fidanza, es lo que lo va demoliendo de a poco; es lo que algunos llaman “deterioro institucional” y los economistas nos explican que ese deterioro es causa de atraso económico.
En verdad lo explican de modo positivo, la fortaleza institucional y el respeto a los derechos facilita el desarrollo económico, teoría que desmentiría el régimen político chino, que no es ni republicano ni democrático, por lo menos según la óptica de Occidente.
En la declaración de China y Rusia del 4 de febrero de 2022, vísperas de la invasión de Ucrania, dicen: “Las partes creen que la democracia es un medio de participación de la ciudadanía en el gobierno de su país con vistas a mejorar el bienestar de la población y aplicar el principio del gobierno popular. La democracia se ejerce en todas las esferas de la vida pública como parte de un proceso de alcance nacional, y refleja los intereses y la voluntad de todo el pueblo, garantiza sus derechos, satisface sus necesidades y protege sus intereses. No existe un modelo único para guiar a los países en el establecimiento de la democracia.”
Con relación a los “derechos humanos”, decían: “el carácter universal de los derechos humanos debe contemplarse a través del prisma de la situación real de cada país en concreto, y los derechos humanos deben protegerse de acuerdo con la situación específica de cada país y las necesidades de su población”. Expresión que no deja de tener sentido común, ya que cada derecho tiene un costo.
Parece una obviedad pensar que cada país tendrá su régimen político posible y su “altura”, en términos orteguianos, dependerá de la cultura media de cada sociedad.
Cada país o sociedad hará lo que pueda y como pueda.
Nuestro país es un caso digno de observación. Algunos, como Ignacio Zuleta, con argumentos de peso, lo ven de modo optimista. Otros somos menos optimistas, porque con las virtudes ciertas que señala Zuleta es insuficiente.
Hay una tercera visión que llamaría “neutra”; somos así y seguiremos siendo así, y sólo nos iría mal si nos comparamos con lo que creemos que podríamos ser.
Si nos comparamos con lo que somos, es difícil saber si vamos bien o mal. Vamos.
Pero vuelvo al tema. La politología murió, ya no nos sirve para pensar la política, por la sencilla razón de que la política es “praxis”.
El pasado jueves 9 de octubre, Trump-Bessent, con cien millones de dólares, quemaron cientos de páginas y de “excels” de pronósticos y ayer Trump volvió a pulverizar las previsiones hechas desde el jueves 9 hasta el martes 14 al medio día.
Se lea como se lea y se escuche como se escuche, el hombre fue claro, “todo depende del 26 de octubre”.
Ningún politólogo ni economista ni astrólogo pensó que el jueves 9 un gobierno extranjero intervendría en nuestro mercado de cambios.
En este “Furgón”, el pasado 7 de octubre algo sospechábamos y decíamos, va el link.
La nota la remití a senadores y diputados de diferentes colores. Ningunoacusó recibo.
Hoy la política está regida por el peso de las personalidades. Es probable que los psicólogos sean los politólogos del presente.
Hoy la política se rige por las neurosis de los políticos.
Quizás siempre fue así.
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