Por Luis Américo illuminati.-
«Demócrata es, en definitiva, aquel que admite que el adversario puede tener razón, que le permite por consiguiente, expresarse y que aceptar reflexionar sobre sus argumentos» (Albert Camus, Premio Nobel de Literatura 1957)
El cielo está gris, lluvioso -lloroso, melancólico- en algunas partes la niebla cubrió todo, los huesos y el alma duelen, las noticias del país no son buenas y las de afuera son desalentadoras. Sin embargo, la razón reconducida, la razón constituyente, la que supera a la razón constituida, sale del frío de la estepa desolada y lleva a un paisaje apacible, a «un verano invencible» (Albert Camus).
La buena resistencia no es violencia ni agravio
La figura de Ulises atado al mástil de su barco dirigiendo a los remeros con cera en los oídos para evitar que el canto de las sirenas no los llevara a chocar contra las rocas es una metáfora de la resistencia heroica. Este pasaje de la Odisea es una imagen muy fuerte, un modelo de resiliencia perfecto. Ojalá se hiciera idea y pensamiento en la vida política argentina. Estoy en un todo de acuerdo con la frase: «Sin esfuerzo no hay vida, no hay metas, no hay paz, no hay verdad. Las buenas obras son reflejo de una buena voluntad». Si la resistencia no tiene un sentido que no sea una causa noble y justa, es una contribución al caos, el confucionismo y a la desintegración de la paz, la armonía y la inteligencia. Corría el año 1965. El Dr. Arturo Illia gobernaba la Argentina. Nos visitaba el presidente francés General Charles de Gaulle. Surgían los Beatles, recrudecía la Guerra de Vietnam y la ola antirracista en EEUU en contra de los afroamericanos se reforzaba el muro de Berlín en Alemania Oriental. El mundo estaba cambiando y en vísperas de una revolución sexual (Woodstock), los hippies, la droga, el flower power y el eslogan «Prohibido prohibir». Marcuse, Althusser y Robbe-Grillet, Foucault y otros intelectuales quisieron despertar conciencias, pero desgraciadamente partieron de premisas equivocadas y crearon un movimiento que yo le llamo «El Juguete Rabioso», título del libro de Roberto Arlt en donde el protagonista Silvio Astier se va transformando en un muñeco, una marioneta, en una suerte de juguete enfermo y peligroso. Porta la rabia como un perro con hidrofobia. Un síndrome, una histeria colectiva que primero ataca individualmente y por contagio ideológico se transmite al grupo, alteración que va de la autoconciencia a la autoaniquilación.
Muchos acontecimientos de hoy -sobre todo la hipnosis y lavado de cerebros sobre la cultura de masas- en 1964 Umberto Eco -y también McLuhan- analizó puntualmente y fueron más tarde profecías cumplidas: «Apocalípticos e Integrados», tal el título de su libro. En este ensayo fijó esas dos categorías. En la primera, podría incluirse a los de ideología de derecha, los ultramontanos, conservadores, las élites cerradas. Y en la otra, a los partidarios de la ciencia, a los que se le sumarían los de ideología de izquierda, progres, nihilistas, ateos, revolucionarios, evolucionistas, hedonistas, anarquistas, etc., quienes inicialmente se presentaban como la opción salvadora, mesiánica, la supuesta resistencia contra el capitalismo salvaje, como su contracara, un desafío y una apuesta irreflexiva, iracunda, que exacerbó las mentes afiebradas por las ideologías contestarias que llevaron a la escisión de la sociedad en dos bandos irreconciliables, a la autodisolución de la buena voluntad e inteligencia. Eso es precisamente lo que desgraciadamente les ocurrió en los 70 a esa franja de alucinados, los «jóvenes idealistas» que formaron grupos y organizaciones terroristas. Una dolorosa etapa de la historia argentina, un «libro negro» con abundantes páginas sangrientas, que parece que el kirchnerismo quiere hoy resucitar los fantasmas del pasado.
Convengamos que toda reflexión es como un flashback de la memoria, una retrospectiva, una evocación donde el individuo arma cada pieza, cada vivencia, cada avatar que vivió, bueno o malo, como en un rompecabezas. Por la edad que tengo he sido un testigo imparcial de una época que muchos no vivieron o se olvidaron o guardan silencio. La circunstancia de haber estado arrestado mi padre (Oficial de la Fuerza Aérea) en 1962, durante el crudo enfrentamiento entre militares «azules» contra «colorados»; y también en 1969, poco después del Cordobazo (una copia del Mayo Francés), me permite aborrecer toda forma de extremismo y fanatismo partidario. Mi padre no coincidía con la dictadura de Onganía, por lo cual estuvo preso y se vio obligado a pedir el retiro. Al poco tiempo secuestraron al expresidente Pedro Eugenio Aramburu y lo asesinaron. A partir de allí, la violencia no paró más.
Baste con decir que fui alumno del Colegio Nacional «Deán Funes», Ciudad de Córdoba, el mismo establecimiento al que concurrió tres décadas antes el Che Guevara. Sucedió que me hice famoso por tres días cuando mi padre cayó arrestado y luego confinado en la Base Aérea de Tandil. Los dirigentes juveniles me invitaron a sumarme a la lucha. Los escuché y les dije. Discúlpenme, pero no la voy con la violencia. Prefiero perdonar antes que castigar, la reconciliación es el mejor camino. El odio y la venganza son hermanos malignos. Creo que la paz surge del diálogo sincero, de la buena voluntad y la fe en el Ser supremo que da la vida. Si hoy tuviera 17 años, a los jóvenes exaltados, a los enfervorizados y a los militantes rabiosos, les diría lo mismo.
De ningún modo afirmo que la derecha o el neoliberalismo sean los buenos ni que sean el bando correcto. Mucho menos el populismo. Cuanto odio, frustración, mala fe y cinismo veo de los Senadores -consumados hipócritas- contra el gobierno de Milei, reacción que no se vio ni contra Cristina Kirchner ni contra Alberto Fernández -hoy día procesado por el delito de «negociaciones incompatibles con la función pública», a lo que se suma la causa de violencia física contra su ex pareja- sólo cabe decirles a sus seguidores que quieren vivir del Estado, o sea, vivir del que trabaja, que Venezuela está fantástica para que se muden. No soy ni libertario ni peronista ni adhiero ni pertenezco a ningún partido político, lo cual me otorga una mayor independencia de criterio.
Victoria y Patricia
Tengo un gran respeto por la vicepresidente Victoria Villarruel, quien le respondió a Patricia Bullrich, enojada por la crítica que ésta le hizo, lo que me parece que no está bueno. Pues toda respuesta ríspida se engloba en un mar de descalificaciones y riñas que no le hacen ningún bien al país y abren más la grieta. Hay otras maneras de responder que están más acordes con la paz que con la guerra de las palabras que terminan siempre distanciando a las personas. Hay que imitar a Mandela, a Gandhi, a Luther King. La ministra de Seguridad está haciendo bien su trabajo y hay que apoyarla. En cambio, el cargo de vicepresidente -sin ningún ánimo de menoscabo a Victoria Villarruel- es una canonjía, un puesto decorativo que no compromete ni arriesga nada quien lo ocupa. Simplemente es un suplente. Guste o disguste, el D.T. es el presidente Milei, que gane o pierda el partido, él es el que pone todo el asado en la parrilla, en un país que se lo entregaron incendiado. Por eso, creo que Milei debería reconsiderar y cambiar de actitud y sumarla al partido y no ningunearla para que no viva en una isla como Robinson Crusoe.
El día después del 9 de Julio de 2025
«Serás lo que debas ser o sino no serás nada», dijo el General José de San Martín, Padre de la Patria. Podríamos decir que es una vocación a la que la persona debe aferrarse al sólo efecto de cumplir con una especie de designio. Si una persona es fiel a este designio alcanzará su «autorrealización» mientras que, de lo contrario, literalmente “será nada” o una cosa muy diferente de aquella a la que estaba destinada a ser. Una República de verdad, y no un artefacto, un juguete rabioso. Convengamos que la Argentina está en deuda con su autorrealización; si frustra su destino de unión, grandeza y fidelidad a la Patria antes que a una facción, partido o ideología, el «Síndrome del Juguete Rabioso» se extenderá en la mente y la conciencia del pueblo, como el virus del Covid-19 durante el gobierno de Alberto Fernández. Y será entonces la última esperanza perdida.
12/07/2025 a las 10:23 AM
Alguien propuso: «Primero la Patria, luego el Movimiento y por último los hombres». En La Argentina «los politiqueros» hicieron a la inversa (creyeron «científicamente» que el orden de los factores no altera el resultado). Interpretaron la sociedad con la ocurrencia matemática que les convino y así continuarán «aplazados».
12/07/2025 a las 12:12 PM
¿El confucionismo de Confucio o el confusionismo de confusión?
Hay otros errores que no remarco.
13/07/2025 a las 2:05 AM
Impecable trabajo.