Por Carlos Tórtora.-

Pocas veces un cierre de listas de candidatos provinciales concitó de tal modo la atención política nacional como el de Buenos Aires el próximo sábado. Un dato curioso es que, de las grandes fuerzas políticas, el PRO y La Libertad Avanza muestran una enorme conflictividad, mientras que el partido históricamente más turbulento de Buenos Aires, el PJ, da señales de convivencia interna con un esquema de firmas cruzadas de los apoderados del Frente Patria designados por Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner. Esto no quiere decir que todo sean flores, porque en el clima tenso de las discusiones, Gabriel Katopodis y Máximo Kirchner casi se tomaron a golpes.

La resistencia de Sebastián Pareja a habilitarles candidaturas a los macristas en distritos claves como La Matanza puede llevar a una crisis y la eventual deserción de numerosos dirigentes del PRO a las filas de Somos, de Facundo Manes y Emilio Monzó.

Tampoco la situación interna en LLA es de armonía. Karina Milei expulsó de las candidaturas a las Fuerzas del Cielo de Santiago Caputo y sus dirigentes estarían saboteando el armado libertario.

En realidad, este cierre de listas de la alianza LLA-PRO es un experimento político bastante insólito. Los libertarios terminan absorbiendo al PRO y en la práctica todo funciona como si éste no existiera. No figuran su sigla, ni su color ni su programa. Un verdadero canibalismo electoral.

Banco de pruebas

Otra gran incógnita que empezaría a despejarse este sábado es si Somos Buenos Aires, la alianza más heterogénea de la provincia, soporta su conflictividad interna. Este conglomerado que reúne a Juan Schiaretti, Facundo Manes, Emilio Monzó, Margarita Stolbizer y Elisa Carrió entre otros, acordó que los caudillos peronistas como Fernando Gray y Julio Zamora encabezaran las listas en el conurbano y el resto de los partidos en el interior de la provincia. Si el intento de romper la polarización entre LLA y el PJ funciona, algo parecido se replicará en la Ciudad. Pero en este caso de la mano de Horacio Rodríguez Larreta, que pretende monopolizar la disconformidad creciente con los libertarios y los kirchneristas.

A todo esto, el jefe natural de la centro derecha, Mauricio Macri, permanece en silencio, como a la expectativa de que un fracaso electoral de la alianza LLA-PRO lo reinstale en el escenario nacional. Francamente reacio a asumir riesgos como una candidatura a senador, Macri gustó de vengarse de Milei a través de su foto amistosa con Donald Trump. Pero maldades aparte, Macri diría en la intimidad que no soporta una derrota electoral más. Esto quiere decir que en la Ciudad el PRO arreglaría con LLA para apoyar a Patricia Bullrich como primera senadora a cambio de que el segundo senador sea amarillo.

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