Por Oscar Edgardo García.-

Mientras la Corte Suprema de Justicia dilata su fallo para la condena a seis años de prisión de Cristina Fernández de Kirchner por corrupción en la obra pública e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos, ella está actuando a sabiendas de que el mismo le será desfavorable y que terminará en prisión.

Su astucia no podía estar ausente en esta oportunidad para tratar de eludir su juzgamiento por la gigantesca corrupción concretada durante su gobierno pero la justicia independiente le ha puesto un punto final a la impunidad que la cobijaba, sus relatos ya no imperan y sus recursos dilatorios llevados a cabo sistemáticamente durante los 18 años transcurridos desde los inicios de las denuncias se encuentran agotados en todas sus instancias.

Por otra parte, los seguidores de la expresidente ya han asumido con resignación que la condena será inapelable y que no habrá lugar para más coartadas.

Dado que «la suerte está echada» y que no existen razones fundadas para la postergación del fallo, la pronta resolución del Tribunal Supremo significaría un mensaje beneficioso para la imagen de la Justicia y una decisión sensata y racional que le pondría fin a las intrigas palaciegas que atañen a la cuestión.

¿La hora de la verdad finalmente llegó ¿Por qué esperar más tiempo?

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