Por Luis Américo Illuminati.-

«Nadie se muere en la víspera” es un dicho español que significa que todo tiene su tiempo, y que nadie muere antes de que llegue su hora. Traspolado este refrán al derecho penal constitucional, habría que decir: «Nadie puede ser condenado sin que haya en su contra una sentencia previa» (art.18 CN).

Respecto de las supuestas coimas en el Andis (Agencia Nacional de Discapacidad) y los supuestos audios atribuidos a su ex titular Diego Spagnuolo, hasta que no se aclare y se disipe la polvareda levantada a pocos meses de las elecciones, sin tener preferencia por partido alguno, hago «epojé» (suspensión provisoria del juicio), como hacían los filósofos del estoicismo, es decir, no tomaré partido, ni a favor ni en contra, ni condenaré o absolveré al gobierno -por ahora- hasta tener más elementos de juicio. La prudencia aconseja esperar. En primer lugar, en mérito al «principio de inocencia» que goza todo ciudadano, que según la CN exige una sentencia firme, por lo cual los sospechados merecen la misma oportunidad que tuvieron Cristina Kirchner, Amado Boudou, Julio Devido y otros kirchneristas que fueron juzgados y condenados. Mas allá que se especule que se trataría de una estrategia urdida por Spagnuolo en connivencia con otras personas, la experiencia y el sentido común indican que ningún audio privado cae en manos de un periodista si uno no quiere. De lo que se sigue que caben tres posibilidades: Spagnuolo es un traidor (un topo), un cómplice o es un bobo. Las fotos donde se lo ve junto con la vicepresidente Victoria Villarruel son de la campaña 2023, lo cual no prueba ningún vínculo distinto del que ambos tenían con Milei en esa época. Llama también la atención la circunstancia de que Spagnuolo haya rechazado el abogado que el Gobierno le quería poner para que lo defendiera, aún no designó a ningún letrado. Se habla de que supuestamente se acogería a la figura del arrepentido (Carlos Pagni, La Odisea Argentina). Otros señalan que es una «conspiración» ya que dichos audios curiosamente fueron revelados en el streaming Carnaval y Página 12 que sumó una nueva grabación. Otra suspicacia: Gregorio Dalbón, abogado de Cristina Kirchner, es quien presentó la denuncia, la cual sugestivamente cayó en manos del Juez Casanello y del fiscal Picardi, quien fue funcionario K años atrás y al magistrado lo apuntaron en su momento por presuntas demoras en causas sensibles contra la expresidenta. Son muchas las sospechas y rumores que se transmiten y circulan «sotto voce»; se habla de una operación que habría salido del círculo íntimo de Chiqui Tapia, manejada por su segundo, Pablo Toviggino, en acuerdo con Kicillof. Todo lo cual es pura especulación que no se puede probar. El problema, según dicen algunas fuentes cercanas al gobierno es que Spagnuolo habló con demasiada gente y nadie del gobierno le puso punto final al tema. Subestimaron el poder de fuego del enemigo, creyeron que estaba vencido. Pero más allá de este relato, agregaré algo más sobre este caso, habida cuenta las noticias discordantes de los distintos órganos periodísticos -los mass media- en cuanto a la ocurrencia de los hechos dados a conocer tan cerca de las elecciones bonaerenses, circunstancia que llama poderosamente la atención. En este asunto tan turbio no quiero ser neutral sino prudente. Máxime si toda la información, proviene del periodismo, militante y no militante. El más genial crítico del mundo de las comunicaciones y de «la cultura de masa» ha sido Umberto Eco, en cuya lectura uno encuentra un punto medio entre la alta cultura  y la anticultura, «y puesto que ésta nace en el momento en que la presencia de las masas se convierte en el fenómeno más evidente en la vida social de un determinado contexto histórico y no es una simple aberración transitoria y limitada, sino que llega a constituir un signo de una caída irrecuperable, ante el cual el hombre culto (último sobreviviente de la prehistoria destinado a la extinción) no puede más que expresarse en términos de Apocalipsis» (Apocalípticos e integrados). A su vez, el optimismo de los que el autor llama «integrados» se conforman con todo lo que la televisión, los periódicos, la radio, el cine y las redes sociales pone a disposición de esta ramplonería intelectualmente perezosa y así lo acepte como cosa cierta y probada. A esta parte o segmento de la sociedad, la mayoría ciega o heterodirigida, a la que Heidegger le llama Das man, el uno o el ellos: «se dice», «se habla», «se piensa». Se trata de una dimensión social e impersonal de la vida humana donde el individuo se disuelve en una colectividad anónima que gira en un conformismo de falsa paz y felicidad. Cuando el Dasein se identifica con el «das Man», pierde su libertad y responsabilidad individual, adoptando un modo de ser genérico y sin autenticidad. La existencia se vuelve una mera repetición de las habladurías y noticias prefabricadas sin el mínimo cuestionamiento o examen propio por parte del público. Así cae en el olvido de su ser auténtico al ceder a la presión social del «das Man» que representa una forma de evadir la verdad, la libertad y la responsabilidad al integrarse en una «medianía» de falsas o medias verdades. Por eso se puede decir que tanto uno como el otro bando -libertarios versus kirchnerismo- son apocalípticos e integrados al mismo tiempo, como somos todos los ciudadanos de a pie bombardeados constantemente por los medios que tienen intereses creados y que olvidan que la verdad no conoce de bandos, ideologías, enconos y partidos, la invoque quien la invoque, y nadie podrá sustituirla mucho tiempo por la mentira. De modo que el gobierno puede estar tranquilo si está diciendo la verdad y se trate, como asegura de una «operación». Y tendrá así asegurada su continuidad, su reelección o no, y el derecho de perseguir judicialmente a los calumniadores que instalaron la mentira.

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