Por Rubén Lasagno (Agencia OPI Santa Cruz).-

Como era de esperar, la iniciativa propuesta por la gobernadora en su discurso inaugural de la Legislatura, no tuvo eco. ¿Por qué no tuvo éxito?, sencillamente porque el Acuerdo Social que propone la mandataria es “entre pocos” y con quienes que vengan de afuera, va a acordar siempre y cuando hagan lo que ella y su gobierno dispongan. Sin embargo, dio cátedra de civismo y entendimiento social (sólo en el discurso, ausente en la práctica diaria).

La misma gobernadora que se niega a abrir las paritarias con los gremios, aún luego de recibir varias veces el pedido formal del sector docente para sentarse en una mesa de negociación, en relación con el fracasado Acuerdo Social Santacruceño, propuesto en su discurso inaugural del año legislativo al que no asistió la oposición ni otro sector que no sean los aliados de siempre de su gobierno, Alicia Kirchner dijo en una cartilla de prensa distribuida para hacer conocer su opinión al respecto “Al que hoy considera que no tiene que participar le digo que yo estoy abierta al diálogo, pero para que haya diálogo tiene que haber otra parte que quiera escuchar, sino el diálogo no se produce”.

¡Mirá quien habla…! ; las palabras exactas en boca de la persona equivocada. No se puede ser más contradictorio que la gobernadora quien no practica lo que proclama. Y si esto fuera poco, la mandataria remarcó que cada vez que la convoca el presidente Macri ella va a los encuentros, agregando “tenemos que aprender a convivir con las diferencias”. Impecable.

Es una pena que Alicia Kirchner disocie tanto la realidad de la palabra, como si una no tuviera que ver con la otra. Por eso, la gobernadora, no tiene problemas al momento de señalar que, a pesar de ser siempre los mismos que se sientan en una mesa alrededor suyo, ha logrado el Acuerdo Social Santacruceño. Ni la oposición, ni los gremios más representativos, ni el sector docente (ADOSAC), ni los sectores empresariales más críticos de su gestión y también víctimas de sus impuestazos y del gasto público descontrolado y sin información pública que produce el gobierno, han acudido a la cita; pero la gobernadora cree que quienes estaban a su lado, son todos los actores necesarios para imprimirle fuerza a un Acuerdo Social Santacruceño. Una variante minimalista del relato. Es el mismo concepto selectivo que aplicó cuando inventó, durante el año pasado, el “Acuerdo Educativo” y excluyó al principal gremio docente (ADOSAC) porque no peinsa como ella y exige que le paguen los sueldos.

“El Acuerdo Social Santacruceño involucra a muchos más actores sociales, organizaciones gremiales, políticos, es decir, todo aquel que quiera aportar tiene que estar en este acuerdo, todo aquel que quiera ayudarnos a mejorar la vida de los santacruceños tiene que estar, los proyectos así serán mucho mejor y darán respuestas más reales, por lo que cuanto más participen, mucho mejor”, concluyó Alicia, conformando un concepto casi ideal de lo que debe ser un acuerdo participativo-social, integrador y político. El problema es que la propia gobernadora se niega rotundamente a aceptar las diferencias y aplica el concepto de democracia de Henry Ford en 1910, cuando los usuarios de la marca en EEUU se quejaban porque todos eran negros y de las fábricas no salían colores variados; entonces el inventor del óvalo dijo “los clientes pueden pedir cualquier color, siempre que sea negro”.

El ejemplo aplica para Alicia Kirchner, todos y cualquiera puede participar en el Acuerdo Social Santacruceño, siempre que hagan lo que el gobierno manda, dice y ordena. Es más o menos el mismo principio que aplicó siempre el kirchnerismo para los “acuerdos salariales”, hoy fielmente seguidos por “Cambiemos”; se negocia cualquier cifra sin perforar el techo que ellos deciden. En términos claros, no hay negociación ni acuerdo si, como estableció el gobierno nacional en su bajada de línea, se indica que el techo del porcentaje ajustado por inflación es del 17%. Es una falacia llamar “negociación” a un acuerdo que no puede exceder de una cifra, monto o porcentaje predeterminado.

Es decir, todo lo que dijo Alicia Kirchner en relación con el Acuerdo Social Santacruceño es absoluta verdad; debe ser así. El problema, precisamente, es que no refleja en la realidad, lo inspirado por sus palabras. Dicho esto, está claro que como acuerdo social, la herramienta pretendida por la gobernadora, para refundar las coincidencias y la búsqueda de puntos en común con otros sectores de la sociedad santacruceña, ha fracaso ante la propia fuerza de su impericia, su historia llena de faltas a la palabra y las evidente contradicciones en las que cae permanentemente, cuando se la escucha decir verdades en sus discursos, de las que se aleja en la práctica diaria de su gobierno.

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