Por Jorge D. Boimvaser.-

El extraño obsequio que le hizo Cristina Fernández a China, terrenos fiscales donde se acelera la construcción de bases espaciales y militares, es uno de los primeros desafíos que deberá enfrentar quien asuma el gobierno el 10 de diciembre.

Ya se sabe que si lo hace Mauricio Macri la decisión de desactivar esa especie de Guantánamo en suelo argentino está tomada. De Sergio Massa no hablamos, porque su campaña publicitaria es una mentira, un espejismo que lo quiere hacer ver cerca del final cuando no entrará ni en el repechaje.

La pregunta del millón es: ¿qué hará Daniel Scioli con el proyecto espacial y militar de China emplazado en territorio argentino?

El ex vice canciller Roberto García Moritán ya advirtió que, por las características de las antenas y demás tecnología que se está instalando en Neuquén, el uso de la misma responde con dualidad a los terrenos tanto de observación espacial como de uso militar.

Que la nueva versión de la “guerra fría” siglo XXI se lleve a cabo desde suelo argentino parece un chiste de mal gusto pero es una realidad de la que da fe un informe de la izquierda chilena que aún no tomó estado público, pero es conocido en el ámbito de sus pares locales.

A la misma altura de la zona de Bajada del Agrio, lugar donde está emplazado el regalito de Cristina a los chinos, sobre territorio chileno se está instalando una base de observación inglesa con la última tecnología en materia de espionaje electrónico.

Quienes saben de los últimos adelantos sobre espionaje electrónico (obvio, son representantes de las firmas que lo diseñan) nos dicen que los adelantos ya son parte de lo que hasta hace pocos años podía verse en ciencia ficción.

Nada escapa al control de Inglaterra, que ya sea en dictadura o democracia chilena, le encuentra la vuelta para instalarse tras la Cordillera y observar hasta qué punto puede llegar el peligro de que otra vez se “malvinice” el Atlántico Sur.

¿Qué se lleva la Argentina por ese acto de generosidad de Cristina? Apenas un uso de las antenas de 2 horas 40 minutos por día. O sea, nada.

La decisión que deberá tomar Scioli es inmediata después de asumir el 10 de diciembre, siempre que gane, obvio. Es que China quiere terminar la obra y estrenar la base en 2016, y cuanto antes se suspenda el proyecto hasta nuevo aviso, menos traumáticas serán las consecuencias de la relación con China.

La salida elegante que se piensa es suspender los términos de la cesión hasta que tenga el acuerdo del Congreso argentino, y así buscarle un final decoroso a un conflicto de nivel internacional que se sabe cómo empieza pero nunca cómo termina.

No se le pueden ir a pedir préstamos a organismos financieros del llamado “Occidente libre” y a la vez cederle territorios para uso militar a una dictadura como la de China. No le donamos terrenos para que cultive soja o trigo, se la damos para que hagan lo que quieran y lo que quieren los chinos es jugar la carrera militar como en el pasado lo hacía Rusia.

Otra duda que provoca esta situación es ver cómo actúa el sindicalismo argentino, el de Hugo Moyano y sus aliados provisorios, como la CTA y otros (la ficción del burrero Antonio Caló no cuenta para tomarla en serio, es tan mentiroso como Sergio Massa).

Concretamente, quienes trabajan en el emplazamiento de la base dual (espacial y militar, como lo dice García Moritán), son obreros traídos de China que, como se sabe, no tienen leyes que los amparen. Trabajan casi en condiciones de esclavitud, sin leyes sociales, ni sindicales ni nada que los resguarde.

Hasta ahora la CGT de Moyano no emitió declaración sobre lo que está ocurriendo casi como un secreto de Estado en Neuquén.

Pero el líder camionero no es de cruzarse de brazos fácilmente: cuando la CGT decida meter manos en la obra de Bajada del Agrio puede crearles un dolor de cabeza grande a los chinos. Y si Scioli no actúa de inmediato, será un dolor de cabeza también para el nuevo gobierno.

También es preocupante que Inglaterra nos esté monitoreando desde el vecino Chile. Sea con Pinochet o con Bachelet, nuestros ilustres vecinos siguen pensando en meter mano en la Patagonia con la excusa que sea, y en esta ocasión el emplazamiento de China es la gran excusa para armar un conflicto indeseado.

Esperemos que el futuro Canciller que asuma en diciembre sea despierto para frenar estos episodios, y no un bobo todo terreno como Héctor Timerman.

Tres décadas y algo pasaron de la guerra en Malvinas, y la irresponsabilidad de Cristina deberá subsanarla Daniel Scioli si accede a la Presidencia. Antes que la sangre llegue al río.

¿Tendrá valor para hacerlo? De esto no se habla en los discursos de campaña.

Share