Por Carlos Tórtora.-

La situación latinoamericana sufrió al menos cuatro impactos decisivos en los últimos meses. Para empezar, el pueblo colombiano votó mayoritariamente en contra del acuerdo de paz con las FARC aunque el mismo, modificado, terminó firmándose entre el presidente José Manuel Santos y el comandante Timochenco. En segundo término, la debacle venezolana se agravó y se hicieron más transparentes las gestiones del Vaticano para negociar una retirada del poder de Nicolás Maduro. El tercer efecto lo produjo el tembladeral producido por un outsider de la política, Donald Trump, que promete cambiar unas cuantas reglas de juego internacionales. Por último, la pesada sombra de Fidel Castro se disipó para siempre y Raúl Castro, algo más reformista, será sin duda más cauteloso tanto con el régimen de Maduro como con la cúpula de las FARC, porque sus objetivos centrales pasan por evitar una crisis con la Casa Blanca, que ya está blandiendo un garrote y reclamando por los escasos avances de Cuba en materia de derechos humanos.

En este contexto, hay que prestar especial atención a las modificaciones que sufriera el texto del acuerdo con las FARC, luego de que el “NO” triunfara en el plebiscito. Se agregaron algunas líneas que aclaran cómo se decidirá si el narcotráfico es delito conexo a la rebelión o delito político y puede, por lo tanto, ser considerado amnistiable: «Se tendrán en cuenta los criterios manifestados por la jurisprudencia interna colombiana con aplicación del principio de favorabilidad». El texto del acuerdo dice que se considerarán delitos conexos «las conductas dirigidas a facilitar, apoyar, financiar» la rebelión, lo cual incluye cualquier conducta ilícita que no haya «derivado enriquecimiento personal de los rebeldes ni sean consideradas crimen de lesa humanidad, grave crimen de guerra o genocidio». Algunos líderes del «No» pedían que el narcotráfico no fuera amnistiable. Esta modificación no satisface su demanda en forma clara, porque sólo parece señalar que será así en caso en que haya habido enriquecimiento personal.

Este empeoramiento relativo de las condiciones jurídicas de los jefes guerrilleros no viene solo.

Planes de mudanza

La cúpula de las FARC está evaluando que con Trump en la Casa Blanca y Fidel muerto, la presión de Trump sobre el gobierno de Santos para que haga una aplicación restrictiva del acuerdo puede ser muy fuerte.

En otras palabras, muchas de las cabezas de las FARC piensan que están en peligro y que el acuerdo no es ni tan sólido ni tan favorable como habían supuesto.

De ahí que en fuentes de inteligencia de Colombia empezara a circular una versión según la cual una parte de la conducción de las FARC, en previsión de que las relaciones con el gobierno marchen hacia un nuevo conflicto, estaría madurando un plan para refugiarse en otra región de Sudamérica. El territorio elegido sería la cordillera patagónica, que cuenta con bosques tupidos y una zona montañosa similar a la colombiana, con el agregado de que del lado argentino el control de fronteras es escaso, para no entrar en detalles. Sólo los carabineros chilenos vigilan atentamente la zona. Los inmensos lagos del sur fueron desde siempre un territorio apropiado para los que buscaban eludir el seguimiento de la justicia, como ocurrió con muchos ex jerarcas nazis.

Ahora, la idea de un santuario de las FARC en torno a algunos lagos patagónicos ya empezó a inquietar a la comunidad de inteligencia. Sobre todo si esta mudanza viniera acompañada de un mayor flujo de operadores del terrorismo islámico, que también empiezan a ver cómo se achican sus espacios en Venezuela y Colombia.

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