Por Carlos Tórtora.-

La amenaza del presidente de LLA en Buenos Aires, Sebastián Pareja, a los hermanos Milei merece una lectura profunda. Pareja desde varias semanas atrás viene recibiendo señales de que, una vez consumada la derrota electoral de este domingo, el chivo expiatorio sería él, o sea que Karina Milei lo desplazaría como máxima figura de LLA en la provincia.

«Tenemos 3 diputados nacionales, 20 legisladores provinciales y 300 concejales. No nos pueden tocar», es la amenaza que el dirigente blande para disuadir a Karina de que intente una purga. No se trata de una amenaza vacía, porque la verdad es que LLA bonaerense cruje por los cuatro costados y tiende a fracturarse al punto que dos meses atrás Karina ordenó que no se admitan más afiliaciones al partido ante la evidencia de que varios grupos rebeldes podrían intentar romper la estructura.

En las últimas horas la situación se agravó por el faltante de miles de fiscales en grandes distritos de la provincia y las acusaciones a Pareja por el supuesto sabotaje.

Con menos escándalo que en Buenos Aires, en otros distritos grandes, como Córdoba y Santa Fe, hay señales de crisis internas.

También en el Congreso Nacional se escuchan rumores acerca de que media docena de diputados libertarios estarían prontos a dar el portazo para sumarse al bloque Coherencia que dirige Marcela Pagano.

En síntesis, sólo un triunfo electoral contundente podría evitar que LLA se fracture al hacerse evidente que la reelección de Milei se va convirtiendo en una utopía.

Una cuenta dudosa

Esta realidad que empieza a detonar con las amenazas de Pareja nos conduce a un interrogante acerca de un tema que condiciona la gobernabilidad. ¿Puede darse por seguro que el gobierno controlará al supuesto tercio de diputados que le permitirían blindar los votos a las leyes que alteren el equilibrio fiscal?

Es obvio que el oficialismo quedará un poco por debajo del tercio o lo alcanzará justo. Pero la inminente crisis de LLA puede restarle un número incierto de bancas y tal vez hacer que el blindaje a los tercios se vuelva imposible.

No es menos cierto que la amenaza de Pareja sirve también para desnudar la debilidad de Milei como conductor político. El presidente se aburre y detesta las reuniones con sus dirigentes, delegándole todo el trabajo a Karina. Ahora, con ella en crisis, LLA es un barco a la deriva.

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