Por Carlos Tórtora.-
Ayer se concretó un capítulo más de la crisis. Pero tuvo en este caso un significado particular, tal vez más grave que la derrota electoral del 7-S y es la negativa de la sociedad a darle una nueva oportunidad al gobierno. En las últimas 24 horas se agravaron cuatro indicadores determinantes de la caída del régimen libertario. Para empezar, el plan de Luis Caputo entró en alerta roja porque el dólar mayorista perforó el techo de la banda y el Banco Central tuvo entonces que vender US$ 53 millones del crédito del FMI para intentar frenar la escalada. Las consecuencias de esto sobre el riesgo país, los bonos y la alteración de los mercados se harán sentir.
Simultáneamente, el rechazo popular tuvo una expresión gigantesca con la convocatoria de la Marcha Federal Universitaria, posiblemente la movilización opositora más grande desde que Javier Milei asumió la presidencia.
El tercer factor es que, con el rechazo a los vetos del Ejecutivo por la Cámara de Diputados, el conflicto de poderes se agravó profundamente.
El cuarto tema que se movió ayer corresponde a la corrupción en el seno del poder. El Juez Federal Ariel Lijo, que subroga a María Servini en el trámite de la investigación de la estafa de $LIBRA, se declaró incompetente y la causa deberá ahora ser girada a su colega Marcelo Martínez de Giorgi. En la Casa Rosada no ocultaron su decepción, porque se esperaba que Lijo diera por cerrada la investigación y eso no ocurrió.
Estos cuatro hechos fueron las respuestas que los mercados, la sociedad, los legisladores y la justicia le dieron al pedido del presidente de apoyar al gobierno para que gane el 26 de octubre.
Prácticamente un punto final al intento de dar vuelta las cosas mediante la compra de gobernadores y la supuesta orden de éstos a sus diputados para que blinden al gobierno.
El flamante Ministro del Interior Lisandro Catalán, un eficiente funcionario, probablemente será el chivo expiatorio de Milei por no haber podido conseguir que los gobernadores supuestamente aliados del gobierno obligaran a sus diputados a una ratificación de los vetos.
Milei deberá ahora hacer un nuevo control de daños apenas una semana después del que hiciera después de la derrota.
Totalmente superado por los acontecimientos, la lógica política indicaría que Milei debería contraatacar con iniciativas políticas fuertes. Pero las mismas no trascienden en lo más mínimo. Hay dos posibilidades: o hay decisiones que se mantienen en el más estricto secreto o el presidente sencillamente está superado por los acontecimientos. Mañana Milei debería relanzar su campaña en la ciudad de Córdoba. Es viable esto o el presidente, para evitar riesgos políticos, debería dar un paso al costado y quedarse en Olivos.
La cuenta regresiva parece acelerarse para el gobierno, a la espera de uno o varios hechos que funcionen como detonantes.
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