Por Luis Américo Illuminati.-

«Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.
La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén… ¡la caravana pasa!»

(Rubén Darío; Yo soy aquel que ayer no más decía).

En pocos días más concluye el año y comenzará otro del cual, aunque aún no ha llegado, tenemos la esperanza que sea mejor en todos los aspectos. Aspiramos a que el Congreso deje de ser un campo de Agramante y se transforme en un Partenón griego, donde la palabra tenga sentido y sea como lo quería Solón y Pericles: el templo o santuario sagrado de las leyes. Leyes que sean producto de la razón meditada y no de la confrontación o balumba donde la palabra quede aniquilada. Proponemos a los legisladores hagan una metanoia (del griego meta, «más allá», y nous, «mente»), palabra que significa una transformación profunda de la mente, el corazón y la vida; un autodescubrimiento o autoconciencia, un cambio radical de perspectiva o una conversión, que va más allá de un simple cambio de opinión que lleve a una renovación espiritual, intelectual o psicológica fundamental, estado al que se arriba tras una crisis o reflexión profunda. Lo cual hacemos extensivo al gobierno, que le toca la titánica tarea de llevar la nave a buen puerto.

Más que tregua una reconciliación por el bien de la nación

Así como hace poco hemos criticado con fundamentos a la señora vicepresidente Victoria Villarruel, también del mismo modo y con el mismo criterio y debido respeto lo hemos hecho lo propio con el presidente de la Nación Javier Milei. Creemos y estamos convencidos que uno de los peores males arraigados en la Argentina es el fácil expediente de idolatrar a alguien famoso, sea quien sea el personaje o figura pública (vivo o fallecido), ceguera mental que lleva al fanatismo de las masas. No hay que hipostasiar las cosas efímeras y banales. La verdadera cultura es otra cosa, es más que nada el cultivo de las cosas espirituales. Urgente hay que restablecer los valores y procurar el total abandono de los viejos patrones de conducta viciosos, la tipología de los nefastos personajes del tango Cambalache. Hay que usar el poder para hacer el bien y evitar su uso como puente hacia la arbitrariedad y la impunidad. Asimismo, hay que respetar todas las opiniones e ideas, en tanto y en cuanto lo hagan sin menoscabar el derecho ajeno.

El respeto y la tolerancia deben ser el «solidum quid» de la Democracia.  Ni Victoria Villarruel ni Javier Milei son unos villanos ni tampoco seres superiores, son seres humanos que tienen debilidades, fortalezas, flaquezas y virtudes y meten la pata como cualquiera. Pero, por las altas y graves responsabilidades que han asumido no se les debe olvidar practicar constantemente la virtud de la templanza (que es mesura, moderación y abnegación), suscitando la concordia y la unión de los argentinos con el objetivo de lograr que deje de ser una quimera el sueño del autor del Martín Fierro que los hermanos sean unidos. A la manera de Kant hay que buscar una actitud intermedia entre las afirmaciones y negaciones absolutas respecto de todos los temas y cuestiones. La verdad surge del debate sereno de las ideas, y por decantación van quedando afuera las que el examen de la razón, el sentido común y la conciencia no aprueban. He aquí nuestra critica de hoy, de ayer y de siempre. Por todo lo dicho, respetuosamente exhortamos al Sr. presidente y a la Sra. vicepresidente a deponer sus diferencias y desavenencias (fuego cruzado), en bien de todos los argentinos y en pos de la armonía que debe primar en toda sociedad civilizada cuyos gobernantes están obligados más que nadie a mantener la unidad de la organización estatal. Deseamos para esta Navidad, que los que están enojados se reconcilien y digan con el poeta:

«En el ápice de mi árbol navideño se posó una estrella, titilando y relumbrando como un pequeño sol, como un corazón de fuego que bajó del cielo que no es imitación, sucedáneo o ilusión de cartón sino una mariposa azul, una luciérnaga viva, una fuente de luz que es puro amor, símbolo de la reconciliación.

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