Por Luis Alejandro Rizzi.-

Toda actividad humana tiene una concepción ética y moral, dado que debe estar dirigida hacia el “bien”; debe haber por tanto una relación ética y moral entre medios y fines.

Es obvio que tengo una concepción ética y moral de la política, como lo expliqué “notas atrás”.

La idea es de ponderar al gobierno de Javier Milei, con relación al bien común de la sociedad y la conducta humana de algunos funcionarios o con calidad de tales, aunque figuren como “pinches”.

Pienso y así lo dejaré escrito en esta nota.

Es obvio que Milei no promueve el “bien común”. En todo caso sólo apuntaría a ciertos fragmentos de esa finalidad, que sería las buenas intenciones que llevan directo al infierno.

Milei, como persona “inculta”, que lo es y además neurótica, encuadra en lo que Ortega llamó “sabios bárbaros”, más sabios que nunca, pero absolutamente incultos, como lo son la mayoría de sus “consultores”, “asesores” y profesionales”.

Milei se encuadra él mismo en la categoría de “sabio económico, bárbaro” como lo hace Luis “El Toto” Caputo, un mero trader y malabarista financiero, que tienen como objetivo fragmentario fundamental mantener las cuentas en orden y resultados superavitarios.

A eso se reduce su concepto de “administración”.

Como personas “bárbaras” que son, no tienen un orden de prioridades y carecen de la virtud de la “sensibilidad”, que mal asocian con debilidad y cobardía.

Así no se convierten en “valientes” sino en capangas o apenas “malevos” de novelón.

No tienen convicciones, sólo “pulsiones”, y actúan en consecuencia; lucen como “mala gente”, aunque psicológicamente serían inimputables; son víctimas de sus “TOC”.

Son incapaces de resolver conflictos; por el contrario, los crean, porque necesitan accionar y reaccionar desde su victimización.

Asimismo, hay una intencionalidad “profesional bárbara”, un “coaching”, en esa dirección, por la sencilla razón de que “las masas de Ortega”, por su vulgaridad y nihilismo, no saben distinguir a la víctima real de la ficticia, hoy diríamos “virtual”.

Hoy es suficiente con pasar por víctima para justificar los peores sentimientos y emociones del ser humano.

Santiago Caputo, integrante del “triángulo de hierro”, es de esas personas que practican “política pura” al mejor estilo de la familia “Macbeth”, especialista en miserabilidades humanas, sobre las cuales cree que construye poder político. En verdad, no supera el “contubernio” ni un concepto mafioso del poder, que casualmente se refugia en “las fuerzas del cielo”, para darle a las decisiones de Milei el matiz del “milagro”. El uso de la religión es, asimismo, un recurso político cínico e hipócrita, por cierto inmoral.

Debemos preguntarnos cuál es la estatura ética y moral de Diego Santilli y Cristian, “Pucho entrañable” como dice Pagni, Ritondo” cuyos callos en las rodillas parecerían ser insuficientes para encabezar la lista de legisladores provinciales.

Horacio Ferrer lo dijo mucho mejor:

“…Y muda y de rodillas se venderá sin ganas,

Sin vida y por dos pesos, a la bondad de Karina…”.

En eso termina, y así se compone LLA, de los residuos cloacales de la política.

Es obvio, tendrán buenos números en las elecciones, porque vivimos ese momento morboso en que muere lo viejo y lo viejo no quiere morir, una alternativa implícita en Gramsci.

No es sólo la política. Una jueza en un tribunal de San Isidro fue protagonista de un hecho muy equívoco, suficiente, más allá de su responsabilidad legal, de un caso de “abogada”, “juez bárbaro”.

Le pasó por inculta y por vanidad, vicio enfrentado a la ética y la moral.

El escrutinio o “test” de ética y moral del “bien común” es muy difícil de ser aprobado.

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