Por Guillermo Cherashny.-

Cuando Carlos Menem gobernaba en los 90, Armando Gostanian, un íntimo amigo del riojano, imprimió un billetes truchos en la casa de la moneda que presidía, y la prensa los denominó los «menemtruchos». Hoy se podría decir que ese adjetivo se le puede dar los primos Menem, Martín y Lule, porque su conducta y su actualidad está muy lejos de la inteligencia y envergadura del gran riojano. En efecto, es tan pobre y vulgar el accionar de los primitos, que da vergüenza ajena.

Lule servía café en la oficina de Eduardo en el Senado y lo mismo, cuando Carlos Menem lo heredó en su despacho con toda el personal de su hermano, sólo nombró a Ramon Hernández, su histórico y leal secretario y al «Rafa Aguirre» un ex boxeador.

Martín siempre fue un empresario que fabricaba suplementos dietarios deportivos y de esa actividad conocía a los hermanos Kovalivker quienes, a diferencia de su padre Eduardo, decidieron vender mucho más al Estado en detrimento de los farmacias, porque era más rentable la venta desde la Suizo Argentina a diferentes organismos del gobierno y especialmente los medicamentos de alto costo, especialidad de esa droguería.

Este cambio de modalidad de venta empezó el plan Incluir Salud en el gobierno de Maurico Macri y de ahí el expresidente le dio numerosos contratos que bajaron durante la administración de Fernández pero, con el nuevo gobierno de Milei, los Menem y los Kovalivker incrementaron fuertemente sus negocios con el gobierno pero en forma muy desprolija, que terminó en un gran escándalo.

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