Por Carlos Tórtora.-

El moderado triunfo electoral le dio al gobierno un veranito financiero y también político, porque la dirigencia opositora sólo parece preocupada por los reacomodamientos en el Congreso. Pero se trata sólo de un veranito y punto. Javier Milei sólo consiguió, gracias a Donald Trump y Scott Bessent, aventar el riesgo de default. Pero la recesión se agrava y la tensión social aumenta. Aunque tampoco el frente financiero es precisamente transparente.

Tres días atrás, el CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, deslizó que podría no concretarse el préstamo de varios bancos a la Argentina por US$ 20.000 millones, ya que la situación es muy problemática. Y agregó que tal vez para avanzar haya que esperar hasta el segundo mandato de Milei, o sea tal vez en el 2027.

Con diferencia de horas y en forma oficial, Pacific Investment Management Company (PIMCO), uno de los mayores gestores de inversión del mundo, le lanzó una advertencia formal al gobierno argentino: que deje flotar el dólar sin restricciones. Concretamente dijo: «No invertiremos en activos locales con este nivel del peso».

Éstas y otras advertencias le harían ver a Milei que debe aprovechar su veranito, porque después la crisis volvería al centro de la escena. Es así que los principales operadores políticos del gobierno están avanzando a toda máquina para producir rápidamente una gran concentración de poder en el presidente.

Un primer escenario es el Senado, donde Martín Menem está maniobrando a través de Patricia Bullrich -que no asumió su banca pero actúa como jefa del bloque de LLA- para imponer como nueva presidente provisional del cuerpo a la neuquina Nadia Márquez. Ésta, caracterizada por su impronta agresiva, se propondría recortarle poder a Victoria Villarruel. Algo que no hace actualmente el inocuo Germán Abdala. Obviamente, la maniobra contaría con la bendición de Karina.

Un segundo frente, bastante más complicado y de pronóstico incierto, es la ofensiva libertaria para desmantelar el poder de la CGT, como confesó días atrás Federico Sturzenegger. Para que la reforma laboral avance en el Congreso, Milei necesita un grupo de gobernadores adictos que enfrente a la resistencia sindical. Si la tensión social escala, a Milei se le complicaría la que puede ser su mayor conquista hasta el momento.

El rediseño institucional

Está en marcha también otra ofensiva oficial que en este caso sería indirecta. Al presidente le interesa esmerilar la candidatura presidencial de Axel Kicillof para que la única figura de primer nivel del PJ siga siendo Cristina, que no es viable como candidata. Las negociaciones entre ésta y Karina Milei por temas del Senado se intensificaron en los últimos días mientras que en la Casa Rosada nadie levanta el teléfono para hablar con el gobernador.

El último tema recién empieza a circular pero, de confirmarse, sería sin duda el más importante. El gobierno tiene en carpeta la posibilidad de motorizar en el Congreso una reforma constitucional. La misma tendría por finalidad legitimar el nuevo estado autocrático: aumentaría el poder presidencial, se eliminarían las elecciones de medio término y se reduciría el número de legisladores. Obviamente, para una operación de esta envergadura el gobierno necesitaría embarcar a unos cuantos gobernadores.

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