Por Carlos Tórtora.-

El curso político poselectoral tenía hasta hace unos días un rumbo previsible. La iniciativa la tenía el gobierno con su negociación del presupuesto y las reformas laboral, previsional y tributaria. Y, mientras tanto, el peronismo trataría de suturar sus heridas y llegar a fin de año sin una fractura expuesta. Pero Donald Trump volvió a irrumpir en la política local como lo hizo dramáticamente días antes del 26-O. La Casa Blanca precipitó la difusión del borrador de acuerdo comercial con el gobierno argentino y éste pasó a ser el nuevo eje de la política nacional.

La conmoción por este tema se inscribe en el marco de la ofensiva del Departamento de Estado en Sudamérica. Anteayer, José Antonio Kast se colocó en una inmejorable posición para ganar el ballotage del 14 de diciembre. Lo hizo con un discurso conservador moderado y pluralista, bastante lejos de la retórica extrema de Javier Milei. Hay quienes dicen que, si Kast triunfa, Milei se convertirá en una especie de líder regional de la derecha.

Pero otros opinan que Kast puede contrabalancear el protagonismo del presidente argentino.

El tablero también se sacudió, pero en sentido opuesto, con el referéndum ecuatoriano.

La consulta tiene especial significación para la Argentina, porque las cuatro preguntas forman parte también de los grandes ejes de gestión de Milei para el futuro. La mayoría de los ecuatorianos votó en contra de la instalación de bases militares de EEUU, del cese del financiamiento público de los partidos, de la reducción de la asamblea legislativa y de la convocatoria a una reforma constitucional.

¿Qué hacer?

En medio de este torbellino regional, no es de extrañar que la política local se paralice. Sobre todo ante el trabajo de las usinas de acción psicológica que hablan del comienzo inminente de un operativo militar para derrocar a Nicolás Maduro.

Así es que las negociaciones de Diego Santilli con los gobernadores pasaron a desarrollarse sotto voce. Pero no lo suficiente como para que Axel Kicillof no denuncie que el gobierno estaría comprando el voto de los legisladores nacionales de varias provincias con avales para endeudar las provincias en el exterior.

A todo esto, la plana mayor del peronismo da la impresión de que lisa y llanamente no sabe qué hacer. Cristina Kirchner, siempre tan reactiva a todo lo que hace Milei, no dijo una sola palabra sobre el acuerdo con los EEUU. Es que nadie sabe cómo quedará el texto definitivo del acuerdo comercial que se sigue negociando en Washington.

Kicillof, por su parte, adelantó algunas críticas pero muy lejos de hacer una evaluación.

Lo mínimo que sí está claro -y lo admiten hasta los propios economistas libertarios- es que hasta ahora el acuerdo está desbalanceado a favor de Washington.

El tema tiene, en definitiva, el suficiente volumen económico y político como para redefinir el mapa político.

Parece obvio, además, que si el peronismo no empieza a esbozar pronto una postura coherente, Milei sacaría fácilmente provecho de esta confusión.

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