Por Paul Battistón.-

Taiana tuvo una imposibilidad lingüística ante el deber de tener que decir las cosas por su nombre y con las letras correctas. La palabra era sencilla, dictadura. Lo extraño es que han sido grandes practicantes en pronunciarla y adjudicarla. Todo un detalle irrelevante si no fuera que pretende honrar la democracia poniendo su nombre primero en una lista a consideración de los votantes. En definitiva, según Taiana, Maduro no es un dictador porque Venezuela es simplemente una democracia con dificultades. Podemos suponer que Taiana (dejando su pasado de lado) podría aceptar una situación similar sin inconvenientes por estos lugares.

Argentina se hubiera convertido sin dudas en una dictadura como Venezuela, una afirmación con sobrevaluado coraje por venir de un jefe de estado, algo que muchos percibimos y alertamos viendo nuestra propia imagen futura en ese espejo del populismo venezolano de Chávez-Maduro. Pero si además lo dice el presidente de la primera potencia, lo imaginado toma un valor de respaldo.

Siempre fuimos el detalle olvidado, la situación de poca relevancia, en especial para los gobiernos demócratas de EEUU. Simplemente el patio trasero al que no se le daba mayores cuidados salvo las presiones por los DDHH. Sin embargo fueron demócratas quienes alguna vez debieron resolver la más espinosa cuestión de ese patio trasero, la crisis de los misiles en Cuba. Lo de resolver, entre comillas, con una flota soviética retirándose ante el triunfo de las presiones podríamos finalmente ver a la crisis cubana del 62 como un trabajo incompleto que después repercutirá en la América Central no insular en los 70.

La usina de la promoción comunista nunca se apagó definitivamente, las semillas sembradas siguieron germinando aún después de lo del muro. El resultado, tiranillos bananeros y candidatos de pasado oscuro proclives al populismo miserabilizador. Todos son vistos hoy por Trump en su nueva forma de entender el juego (el contexto así lo impone) no sólo como molestias sino como potencialmente peligrosos ante un giro condicionado hacia China.

No BRICS, no monedas secundantes, para Brasil esperar soluciones inesperadas, demasiadas líneas de intereses repentinos se cruzan por Argentina para que un salvataje sea considerado sólo un salvataje monetario.

Suponer ser un faro sería sólo de pretenciosos, pero lo dice Trump, entonces el significado es otro viniendo de quien debe demostrar ante sus ciudadanos que el costo de esa inversión es baja y redituable a futuro en seguridad teniendo en cuenta su objetivo, que es mantener limpio el complemento continental de todo vestigio de intromisión peligrosa que huela a desvencijado marxismo. El cosplay de progresismo ha sido el caballo de Troya con el cual han fácilmente cruzado las murallas de los endebles sistemas democráticos latinoamericanos, donde sus votantes se rigen por cuestiones emocionales por sobre detalles lógicos. El resultado, gobiernos irritantes con el tiempo devenidos en complicados.

El Nobel de la paz para Corina Machado puede tener un sentido de alivio para Trump si la resolución de la cuestión Venezuela toma un giro Noriega que haría quedar a muchos peces moribundos por su boca.

Taiana no sólo está mintiendo por omisión al negarle el título adecuado a Nicolás Maduro, también está protegiendo el reciente pasado de financiamiento de su plataforma por un narcoestado exportador de modelos escondidos bajo títulos de revoluciones.

“Ni yanquis, ni marxistas” pedía Perón. Pues Trump está dispuesto a cumplirle la segunda mitad.

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