Por Paul Battistón.-

¿Tajaí Horacio?

Fue una campaña nacida muerta, esa que pretendió vendernos un Sergio Massa omnipresente. Un Massa que estaba en todas las tonadas y encajaba en todas las esquinas del mapa. Un federalismo prefabricado que tuvo una reacción tan adversa que rápidamente fue limpiada con afiches que llevaban al hombre de híper country en una impoluta vestimenta de remera negra (si tenía manchas por lo menos el color las disimulaba). Eso fue en el 2015; nunca sabremos si el daño fue revertido lo suficiente para que Sergio alcanzara los 5 millones de votos o si el daño fue lo suficiente negativo para que Sergio sólo alcanzara los 5 millones de votos.

Es vox populi y no hay desmentida al respecto que existe una sólida amistad entre Sergio y Horacio Rodríguez Larreta. Algún intercambio se vislumbra; la coincidencia de las campañas es notoria. En apenas horas nos han vendido un Horacio travestido con las indumentarias necesarias para encajar en todas las esquinas de la subsistencia del mapa laboral, un verdadero desclasamiento prefabricado. Sólo le faltó lo de cartonero en una villa, aunque Sergio tampoco habló en lenguaje villero; en su momento sólo se limitó a los modismos provinciales.

Ambos vienen o venían de traicionar; Sergio al kirchnerismo en el 2013 y Horacio a muchas expectativas que se tenían sobre él en este mismo instante. Podríamos resumir aseverando que tienen la capacidad de traicionar su propia palabra ante todo.

Cuando un amigo te cede un modelo de campaña que por lo menos fue polémico, ¿deberíamos hablar de ayuda, traición o sinceridad?

La reacción también ha sido adversa y las redes han sido implacables con Horacio. Quizás verlo en los próximos días fotografiado con una impoluta camisa negra nos quite la duda sobre las similitudes con la campaña de Sergio.

Los bocones suelen arruinar las sorpresas mayores sorprendiéndonos más tempranamente con su incontinencia y en algunos casos previniéndonos cuando las sorpresas podrían llegar a ser desagradables. Lo de Brancatelli (vocero de la irracionalidad extrema) convertido repentinamente en un alegre festejante de Horacio bosqueja lo que puede terminar siendo el cuadro definitivo de su ingreso a Troya. ¿Qué trae adentro? ¿La aprobación del oficialismo? (Algo de eso ya lo escribí en la nota “Jaque…quiero retruco” del 11-11-22). Y lo de Brancatelli podría ser una parte de los intercambios menores.

Branca candidato a intendente (o el intento) ya no mide como sorpresa pero la dimensión de lo que sigue no puede alejarse mucho del calibre de este disparate.

¿Qué precio es válido pagar para cerrar la grieta y qué pegamento es aceptable para hacerlo? El cierre de la grieta es el slogan de Horacio; debería dar las respuestas.

¿Cuán inescrupuloso hay que ser para encontrar lazos entre lo honorable y lo inmoral? Quizás vestirse de vendedor de panchos como los vendedores que la policía de CABA multaba y decomisaba.

¿El hombre que todos los días cambia las baldosas de un distrito con superávit, podría cambiar la estructura de un país deficitario abriéndole canales a la raíz de casi todos nuestros déficits?

¿Cuánto le falta para que la cinta roja colgada en los espejos de los vehículos sea un nuevo ingreso de una fotomulta?

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