Por Juan José Guaresti.-

Cuatro o cinco años atrás un argentino fue a Roma y allí tomó un taxi. Como se expresaba bien en italiano, se puso a hablar con el chofer quién le pregunto de donde era. Le contestó que había nacido en nuestro país, de padres italianos.

Acto seguido el chofer aparcó el taxi y muy cortésmente lo invitó a descender. El pasajero le indicó que no habían llegado a destino de manera que no tenía porque bajarse. El chofer le respondió que él no llevaba argentinos de pasajeros porque su padre perdió parte de los ahorros que tenía para su vejez porque los había invertido en bonos argentinos. Esos bonos no fueron pagados-dijo- pese a que la Argentina posee riquezas naturales, incomparablemente mayores que las de Italia.

No cabe duda que comentarios parecidos debe haber habido en decenas de miles de hogares italianos, japoneses, argentinos, españoles, americanos, alemanes y de otras nacionalidades que fueron despojados por decisiones alevosas de nuestros gobernantes. Esos comentarios nos plantean álgidas cuestiones morales y ponen sobre el tapete el acuciante interrogante: ¿Los argentinos estamos con la civilización o con la barbarie? Este dilema no pertenece a la ciencia económica sino a la política, aunque tenga claras consecuencias económicas.

LA PRINCIPAL OBLIGACIÓN DEL NUEVO GOBIERNO SERÁ REESTABLECER LA CONFIANZA

La tesis de este trabajo nos obliga a mencionar cuáles son sustancialmente las realidades que va a tener que enfrentar el gobierno del Ing. Macri, que es la única posibilidad que tenemos de ser gobernados seriamente, y que es lo que puede hacer para lidiar con esas realidades.

En primer y prominente lugar se va a encontrar con una desconfianza generalizada en el orden mundial y entre nosotros. El principal resorte del desarrollo económico es la confianza que despiertan el pueblo y el gobierno de una nación en los mercados mundiales, en lo que concierne al cumplimiento de los compromisos contraídos. Sin esa confianza no hay inversiones extranjeras ni locales, de largo plazo, como caminos, ferrocarriles, vías férreas, puertos, canales, diques, energía, etc., etc., que son algunos de los instrumentos esenciales del desarrollo económico. Y ese valor supremo nosotros lo hemos dilapidado. Cuando un Presidente ocasional dijo a fines de 2001 en el Congreso de la Nación que no iba a pagar la deuda externa y los legisladores aplaudieron ese dislate de pie, se le causó a la credibilidad del país un daño enorme y por supuesto a su economía. Nadie confía en un país que, pudiendo hacerlo, no paga sus deudas. Ese daño fue acentuado por la pesificación obligatoria de las deudas contraídas con jurisdicción argentina y la aceptación forzosa del canje de la deuda en default, por bonos a largo plazo con una notable pérdida para los acreedores. Esas exacciones fueron aprobadas por la Corte Suprema en su actual composición lo que extendió la desconfianza hacia nuestro país acrecentando el descrédito que ya había. En el caso de los depósitos en dólares impuestos en los bancos, la Corte Suprema dejó sin efecto la jurisprudencia emanada de todos los jueces del país sobre ese tema que había garantizado el derecho de propiedad de los depositantes y resolvió que se les devolvieran pesos a una tasa inferior a la del mercado. El descrédito se acentuó porque una cosa es lo que digan los políticos que un día están y luego desaparecen, y otra cosa lo que digan Jueces que van a continuar en su cargo de por vida.

La perspectiva que tiene la economía debido a lo hecho y omitido en estos años es muy negativo. La única salida que existe es que a partir de ahora una parte significativa del país asuma que no pagar las deudas o no cumplir con los compromisos contraídos o comportarnos contrariamente al orden de la civilización, nos coloca fuera de ella y, por ende, estamos condenados a la pobreza y el atraso. El Gobierno que asuma el 10 de diciembre de 2015, debe dedicarse a reestablecer la perdida confianza porque sino el fracaso económico será estrepitoso con consecuencias sociales muy graves.

PARA RESTABLECER LA CONFIANZA ES PRECISO RESTABLECER LOS COMPORTAMIENTOS ARGENTINOS QUE HICIERON GRANDE A NUESTRO PAÍS.

Para recuperar esa confianza no hay mas remedio que retornar a las fuentes. Hay que obrar como lo hicieron quiénes sentaron las bases de la Argentina moderna, que llevó a decir a Colin Clark, un notable economista australiano, en 1941 que en la posguerra la Argentina tendría el cuarto o quinto producto bruto interno del mundo.

EL COMIENZO INSTITUCIONAL DE LA ARGENTINA LA CONDUJO AL CRECIMIENTO ECONÓMICO

La Argentina nació para la libertad. La idea de sus PADRES FUNDADORES no sólo era emanciparse de la Nación que la regía despóticamente, sino brindarle a cada hombre de los pocos que habitaban su extenso territorio, la posibilidad de buscar su destino, viviendo libremente dentro de la ley y el orden. En ese inmenso desierto que era la República Argentina, no existían virtualmente instituciones de gobierno que pudieran llamarse democráticas de manera que las prácticas republicanas eran desconocidas aunque constituyeran aspiraciones permanentes de algunos núcleos cultivados de la sociedad. Mientras la anarquía y posteriormente el despotismo dominaban la escena de nuestra Patria en la primera mitad del siglo XIX, callada y pacientemente, algunos grupos pensaban en como construir el país en que querían vivir, que distaba de la realidad que estaba ante sus ojos, y pusieron manos a la obra. El mejor ejemplo que había en ese momento de un ordenamiento legal que satisfacía las necesidades institucionales de aquellos hombres, era la Constitución Norteamericana de 1787 y sus inmediatas enmiendas, que adoptaron aquellos patriotas argentinos en 1853 con las reformas que parecieron necesarias. Los norteamericanos habían creado un instrumento legal basado en las enseñanzas de Montesquieu que a su vez se había sustentado en las instituciones inglesas, pero añadieron ingredientes novedosos y esenciales, a dos de los cuáles nos vamos a referir porque hacen a esta exposición. La primera era el sistema federal de gobierno en donde el ejercicio del poder amén de su división horizontal en tres poderes, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, estaba dividido verticalmente en tres segmentos con atribuciones diferentes: El Estado Federal, los estados originarios y los condados que, en nuestro caso, denominaríamos municipalidades. Esta segmentación del Poder garantizaba la libertad y con ella, mayor eficiencia material al conjunto. La defensa de la libertad individual mediante este sistema institucional trajo el éxito económico, tanto a los Estados Unidos como a nosotros porque cada una de aquellas organizaciones políticas se encargaba de problemas diferentes que eran los que podían afrontar mejor según su ámbito. Como el pueblo estaba mejor gobernado de esa manera, ello originó grandes resultados materiales para todos, tanto norteamericanos como argentinos. Ambos países se hicieron, comparándolos con otras naciones, ricos. La segunda innovación también era revolucionaria según la doctrina constitucional de la época: Se otorgó al Poder Judicial una preeminencia tal que podía anular lo que habían hecho los otros dos poderes y los gobiernos de los estados. Ese supremo poder tenía dos condicionamientos decisivos: Uno era que solamente podía ejercitarse ese poder en causas judiciales en donde se debatieran

intereses claramente antagónicos. El otro es que el Poder Judicial no pudiera legislar. Si estuviera autorizado a hacerlo, aquel se constituiría en una verdadera tiranía y se vendría abajo la arquitectura institucional basada en la libertad que explica el éxito económico norteamericano y el argentino en épocas pretéritas.

ESTOS DOS PAÍSES QUE ASOMBRARON A LOS PAÍSES DE DONDE PROVENÍA LA MAYOR PARTE DE SUS HABITANTES POR SU PORTENTOSO DESARROLLO NO OCULTARON EL SECRETO DE SU ASCENSO MUNDIAL: TENÍAN UNA CONSTITUCIÓN Y LA CUMPLIERON. NO TUVIERON OTRO TALISMÁN.

LA PÉRDIDA DE LA GRANDEZA ARGENTINA

Cautiva a la imaginación y ha dejado a muchos grandes pensadores perplejos, averiguar como es posible que el país inmensamente rico al que aludiera Colin Clark y cuyas afirmaciones recogiéramos mas arriba, o la riqueza de la Argentina según lo señalara el taxista italiano con cuyas manifestaciones comenzamos este trabajo, pueda venirse tan abajo institucional y moralmente de no arreglar satisfactoriamente la deuda que teníamos contraída con los jubilados y demás acreedores italianos, japoneses ,alemanes, argentinos y de otros países en 2004, y nuestra Corte Suprema, además, consagrara la defraudación a los depositantes en dólares en los bancos locales. La respuesta es sencilla: Tuvimos que soportar a partir del 4 de Junio de 1943, un golpe de estado fascista que rompió los lazos intelectuales y morales que nos unían al mundo de la libertad, el mundo del cumplimiento de los compromisos contraídos, de la conducta civilizada donde es esencial el respeto por el prójimo. A partir de aquella fatídica fecha en que triunfó en nuestra tierra esa doctrina que carecía de escrúpulos y de frenos institucionales y para la cual la libertad era un valor inútil, nuestros dirigentes comenzaron a lesionar aquellos lazos que pacientemente habían tejido generaciones anteriores que trataban de igual a igual, sin complejos de inferioridad, con los mas importantes dirigentes de la época. Antes del 4 de Junio de |1943 copiamos las instituciones republicanas del país que en la materia era el mas adelantado y mas parecido a nosotros, nos asociamos con la primer potencia militar y económica del mundo que era el Imperio Británico, relación que nos fue muy provechosa y, en lo que concierne a la cultura y el arte, abrevamos en la fuente francesa de la cual extrajimos valores intelectuales y magníficos exponentes de su genio. Cuando la marea de la Historia cambió en la década del 30, abrimos la puerta a la industria norteamericana que hizo muy importantes inversiones en la Argentina.

Después del golpe fascista, sus dirigentes trataron por todo los medios de cambiar la historia patria y como primera medida, enseñarles a los argentinos que las ideas y las conductas de los protagonistas de lo hecho antes de 1943, eran nefastas y contrarias a esa Argentina nueva y mejor, que, según ellos, nacía. Le dijeron al pueblo incluyendo a los niños en edad escolar que todo lo hecho antes se había hecho contra el país. Esa ideología ha llegado hasta hoy y ha convencido a mucha gente al extremo que no se ha dado cuenta que, por ejemplo, violar la palabra empeñada en los contratos o lo que es lo mismo no pagar las deudas, es algo muy malo y contrario a lo que las generaciones precedentes practicaban.

PARA CAMBIAR ESTE PANORAMA DEBEMOS ORDENARNOS DESDE AFUERA HACIA ADENTRO

Es una constante de los procesos de desarrollo que los países se ordenan de afuera hacia adentro, igual que los hombres. Quienes aspiran a elevar su situación social y económica tratan de comportarse como los mejores, a estudiar en las mas exigentes escuelas o academias, a imitar a quiénes han sido exitosos. En nuestro caso, al influjo de las ideas de 1943 cambiamos nuestra ubicación en el círculo de los países mas adelantados que nos habían imbuido comportamientos de excelencia, por el Tercer Mundo o sea los países atrasados. Consecuentemente, también bajamos nuestro nivel de conducta porque ya no nos hacía falta actuar como nuestros grandes compañeros de ruta. Nos bastaba con ser como los nuevos amigos. Lamentablemente la inserción fascista en la vida argentina nos fue alejando de nuestras simpatías institucionales tradicionales e hizo que adoptáramos ideas y prácticas que no eran las nuestras, entre otras, la cancelación de la libertad de prensa o la de comerciar y producir, así como la degradación de la propiedad privada de los medios de producción originada por la disminución de la renta, la destrucción del valor de la moneda y el rol del Estado que paso a ser el arbitrario dispensador de favores y prebendas. La idea del mérito como condición para acceder a la función pública o ingresar a la Universidad, sin ir mas lejos, se transformó en algo sin importancia.

ESTA LARGA CABALGATA POR LA HISTORIA NOS LLEVA A CONCLUIR QUE SI PENSAMOS QUE LA ECONOMÍA ARGENTINA ESTÁ ENFERMA Y TRATAMOS DE ENCONTRAR SOLAMENTE SOLUCIONES ECONÓMICAS, VAMOS A FRACASAR PORQUE EL MAL NO RADICA ESENCIALMENTE ALLÍ. LAS PERSPECTIVAS ECONÓMICAS ARGENTINAS ESTÁN DADAS POR EL RUMBO INTERNACIONAL QUE TOME EL FUTURO GOBIERNO, RUMBO EN LO EXTERNO QUE VA A SERVIR PARA ORIENTAR LO QUE SE VA A HACER EN EL ORDEN INTERNO.

LAS SEÑALES INEQUÍVOCAS QUE DEBE TOMAR UN GOBIERNO QUE QUIERA BRINDARNOS MEJORES PERSPECTIVAS QUE LAS QUE NOS ESPERAN SI SEGUIMOS COMO VAMOS, ARRANCAN DE CAMBIAR LA ORIENTACIÓN DE NUESTRAS RELACIONES EXTERIORES Y TOMAR COMO POLÍTICA NUESTRA ADHESIÓN A LOS PAÍSES PALADINES DE LA LIBERTAD DEL HOMBRE Y QUE MARCHAN A LA CABEZA DE LA CIVILIZACIÓN.

Es necesario el acercamiento con los países que conjugan mejor con nuestras aspiraciones históricas de asegurar los beneficios de la libertad para todos como la responsabilidad de quienes asuman la función pública por sus actos u omisiones. Debemos cultivar las relaciones con las naciones mas próximas a nuestras aspiraciones permanentes inscriptas en la Constitución Nacional. Se tendrá que nombrar embajadores de significativo prestigio, con la orientación adecuada, y de impecable preparación profesional. Para recibir las inversiones genuinas que necesitamos, como aquellas que dieran origen al impresionante desarrollo argentino, tenemos que garantizar con nuestra conducta, nuestra voluntad de pertenecer al exclusivo club de quiénes a su vez tienen a timbre de honor, cumplir con las normas que rigen la vida civilizada.

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