Por Paul Battistón.-

Hace escaso tiempo, el turco Asís reconocía, en la fórmula presidencial libertaria y más específicamente en su candidata a vice, la capacidad de traer a la superficie cuestiones que en otros momentos estaban totalmente vedadas. Más específicamente sostenía que la candidata Victoria Villarruel traía consigo misma una carga absolutamente antagónica a la vice en ejercicio Cristina Fernández, que hubiera hecho imposible la concreción de su candidatura tan sólo un corto tiempo atrás.

Los medios afines K, para cubrir las interminables (para ellos) horas de transmisión de la desgracia (su desgracia), recurrieron a tratar de entender cómo era posible el regreso de cuestiones cuyo debate había sido dado por cerrado por los gobiernos K. De eso se trató el triunfo de Javier Milei, bajo la óptica de uno de estos medios afines, un inminente cuestionamiento de todo lo que los K supusieron como cuestiones clausuradas en términos absolutos. Hasta imaginaron la revisión del “Nunca más” como resultante de la derrota de la fórmula representante del espacio guardián del redactado de la historia cómoda a sus fines ideológicos.

Suponían ser los dueños de una capacidad de absolutización que, sellada con la frase apropiada del “Nunca más” (expresión de resguardo), les daría el punto fijo (origen de coordenadas) de partida de las políticas a ser permitidas y en él asignarse el título de rectores de esa escala trazada a partir de ese origen para definir y permitir respectivamente la capacidad cognitiva y memoriosa de la sociedad a su gusto y juicio.

Todo es relativo, nada es absoluto

Liberalismo fue también una pretendida mala palabra puesta ingenuamente detrás del inventado inicio de coordenadas del “nunca”. Rebajado a neoliberalismo (con un significado nunca aclarado) sólo para que con su diptongo sinuoso fuera apropiado a la prosa hegemónica de la militancia hueca y por ende ser llevado como estandarte de discusión. Todo apoyado en el diccionario de apropiaciones significativas a ser usadas en la construcción de la barrera de los nunca. Hegemonía (propiamente dicha), capitalismo (también capitalismo salvaje si es necesario), imperialismo, ultraderecha (como gusta a France 24), fondos buitres, sencillamente sólo buitres, recetas del Fondo y todos los clichés necesarios para redondear discursos inacabables que acaban con la paciencia y en la nada misma.

No hay revisiones necesarias, sólo el desenmascaramiento de los absolutos o, mejor dicho, sus caídas por peso propio. Las relatividades acusadas de negaciones no tendrán intersección posible. Cualquier origen forzado se convertirá en un sombreado de precisiones relativas. Sólo los fascistas y los fascistas disfrazados de antifascistas declararán alarma ante la pérdida de precisión absolutista.

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