Por Carlos Tórtora.-

Javier Milei aquietó las aguas y frenó la ola de cambios y convocatorias al diálogo que el gobierno venía anunciando días antes de las elecciones. La explicación de esto parece sencilla: el gobierno se preparaba para una derrota y se encontró con una victoria. Ahora, fiel a su estilo, el presidente vuelve a lo suyo, o sea el aislamiento y la negativa al diálogo.

En términos estratégicos, el 26-0 deja firmemente instalado el camino para la reelección. Y la creencia de que Milei sería reelecto es la mayor garantía para la gobernabilidad en los próximos años, ya que serían pocos los dirigentes que se animarían a confrontar con un presidente que está próximo a asegurarse cuatro años más en el poder.

En este contexto, la importante crisis que se está abriendo en el peronismo puede ser la clave para que LLA triunfe en el 2027.

En orden de importancia, hay dos factores que se disputan el primer lugar como desencadenantes de la victoria oficialista del domingo. Y éstos son el miedo al caos económico y el rechazo al retorno del kirchnerismo. Milei debe ahora hacer lo posible para que el segundo no desaparezca y la forma de hacerlo es tratar por todos los medios de que el kirchnerismo siga vigente.

Hace ya dos años Axel Kicillof puso en marcha un intento de renovación del justicialismo al plantear que había que componer «una nueva canción». Diferenciándose de Cristina Kirchner, consiguió armar un nuevo polo de poder construyendo el Movimiento Derecho al Futuro. Pero desde que la Corte Suprema de Justicia confirmó la prisión domiciliaria de la expresidente algo cambió.

En lugar de perder protagonismo, como todo hacía suponer, Cristina consiguió hacer de su departamento una meca de la interna peronista. Sin convicción para romper lanzas, el gobernador se dejó envolver en la telaraña mediática y aceptó que ella ocupara el espacio mediático.

Contra toda lógica política y sabiendo el fuerte rechazo que Cristina genera en la mayoría de la clase media, la cúpula peronista apoyó que en medio de la campaña electoral se desarrollara la campaña «Cristina libre». Se trató de un verdadero suicidio político.

Las coincidencias

Cristina logró así su objetivo: ser protagonista central de la campaña. Y éste también fue el objetivo de Milei: que el electorado independiente, al ver que ella seguía siendo la jefa, se alejara cada vez más del PJ y votara a LLA aunque sea con la nariz tapada.

Lo que empezó a partir del 26-O fue coherente con esto. En lugar de plantear que al peronismo le faltó renovación, el kicillofismo se enredó en una discusión bizantina con La Cámpora, acerca de si fue acertado o no desdoblar las elecciones en Buenos Aires.

Y hubo imágenes que dijeron más que mil palabras. En la noche del domingo, mientras Kicillof trataba de explicar la derrota, Máximo Kirchner se le plantó atrás para que lo tomaran de frente las cámaras y se la pasó haciendo gestos despectivos e irónicos mientras aquél hablaba.

Al día siguiente, el gobernador Gustavo Sáenz encendió la mecha al decir que gracias a las intervenciones de los PJ locales en Salta, Jujuy y Misiones dispuestas por la expresidenta, el peronismo ha perdido sus diputaciones nacionales en esas provincias. Para la carrera del 2027 que acaba de empezar, Milei contaría entonces con que Cristina tenga un rol cada vez más notorio y que el peronismo se encamine hacia una fractura entre el cristinismo y los que aspiran a que ella dé un paso al costado, por ejemplo la mayor parte de los gobernadores, la CGT y muchos intendentes del conurbano.

Sin ir más lejos, Héctor Daer calificó ayer de absurdo el baile de Cristina en el balcón, mientras se conocían los primeros resultados de la derrota peronista.

A todo esto, el Tribunal Oral 7 confirmó que el 6 del mes que viene se inician las audiencias de la causa Cuadernos, un mega expediente de sobornos empresarios donde CFK es la principal imputada.

Se trata de un expediente muy controvertido pero más que suficiente como para el aparato mediático oficialista le refresque a la sociedad la estrecha relación entre Cristina y la corrupción. O sea, una nueva campaña más para seguir manteniendo al peronismo aislado y estigmatizado.

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