Por Carlos Tórtora.-

La inminente derrota de LLA el 26-O podría desencadenar una crisis partidaria que tal vez termine en la fragmentación. Indicadores de que esto es probable sobran a lo largo y ancho del país, ante una Karina Milei cuyo estilo de conducción muestra un solo recurso: acumular todo el poder y perseguir a los que disienten.

Lo que ocurre en la interna libertaria de Santa Fe es una muestra. Romina Diez, una incondicional de Karina, libra una batalla diaria con el periodista televisivo Juan Pedro Aleart. Con tal de que éste no terminara siendo el primer candidato a diputado nacional, Diez puso en ese lugar a su secretario privado, Agustín Pellegrini. Pero la fracción de Aleart se prepara para tomarse la revancha. Si el 26-O LLA vuelve a quedar tercera detrás de Provincias Unidas y el PJ, como ya ocurrió en abril en la elección de constituyentes provinciales, se iniciaría una guerra interna de incierto resultado.

En Córdoba, dos representantes de Las Fuerzas del Cielo de Santiago Caputo, Agustín Laje y Verónica Sikora, le dan batalla al jefe libertario local, Gabriel Bornoroni. Éste acaba de exhibir su debilidad en el reciente acto con Javier Milei en Parque Sarmiento, donde la concurrencia no llegó a 3000. Así es que las críticas a Bornoroni se multiplican y, por ejemplo, hay coincidencia en que es un jefe ficticio del bloque de diputados nacionales, porque el jefe real es Martín Menem.

En forma parecida a las perspectivas en Santa Fe, si en Córdoba LLA termina abajo de Provincias Unidas, lo que es casi seguro, la crisis entre los karinistas y las Fuerzas del Cielo haría eclosión.

Buenos Aires es obviamente el paradigma de la crisis de LLA. La conflictividad se da en tres niveles. Para empezar, está la ola de denuncias de corrupción que golpea a Sebastián Pareja y su entorno. En otro nivel, se da una fuerte tendencia a la fragmentación. Y por último, queda la interna entre los karinistas y las Fuerzas del Cielo, resurgidas después de la derrota del 7-S.

Día a día, crece la rebelión de concejales electos y coordinadores provinciales que cuestionan a Pareja y su mano derecha en la Primera Sección, Ramón Nene Vera, por los pésimos resultados del 7-S y haber acomodado en las listas sólo a incondicionales.

Pero Pareja se viene preparando también para otra batalla: la posibilidad de que, si hay una segunda derrota, Karina quiera hacerle pagar los platos rotos y sacárselo de encima. Así es que, para ese caso, Pareja se prepara para imitar a Carlos Kikuchi. Esto es, declararse libertario disidente y romper el partido, formando un bloque con una decena de diputados provinciales electos el 7-S.

Percibiendo que está sentada sobre un volcán, Karina empezó a tomar medidas para evitar la implosión. Le ordenó al senador provincial Carlos Curestis, acusado por coimas en Berisso y presidente del congreso provincial de LLA, que pise las afiliaciones al partido. Esto ante la evidencia de que hay miles de disidentes que se preparan para dar una interna feroz.

Finalmente queda Capital. Aquí la situación es atípica, porque la karinista Pilar Ramírez se las arregla para que no aparezcan fisuras en LLA, luego del eclipse de Ramiro Marra. Pero el problema se llama Patricia Bullrich, que lleva adelante una sorda lucha con Karina. Conocedora de con quién está tratando, Karina procedió a esmerilar a Bullrich desde que ésta fue confirmada como candidata a senadora y casi todos sus candidatos fueron cepillados de las listas en los distintos distritos. La ministra de seguridad tomo así conciencia de que en la Casa Rosada la consideran una traidora en potencia. Y ahora estaría empezando a maniobrar para despegarse de Milei ni bien sea electa senadora. Bullrich se proyectaría como libertaria disidente y se aproximaría a Victoria Villarruel en el Senado, tratando de armar en Capital una fuerza con ex libertarios y ex macristas.

Milei conducción

La inminencia de una implosión en LLA no es, en definitiva, más que otra manifestación de la incapacidad política del presidente. Éste se aburre con los dirigentes de su partido y prefiere dedicar su tiempo a tuitear, mientras dice que la política no es lo suyo, aunque evidentemente la economía tampoco.

Construida en tiempo récord y reclutando punteros peronistas, barrabravas, marginales y ex macristas, LLA terminó siendo una especie de armada Brancaleone ajena al liberalismo y cuya identidad es el culto el jefe. Con el jefe en caída libre, su destino puede estar sellado.

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