Por Carlos Tórtora.-

Los primeros pasos firmes de Daniel Scioli en el frente externo -o sea, la disertación de Juan Manuel Urtubey en el Consejo de las Américas defendiendo la necesidad de una rápida negociación con los holdouts- provocaron revuelo. Pero habría niveles de intervención más profundos y aún más polémicos. Por ejemplo, fuentes financieras de Nueva York sostienen que Domingo Felipe Cavallo estaría desarrollando una intensa agenda de contactos financieros para proveer al gobierno de Scioli de una plataforma de asistencia financiera internacional ni bien se logre distender la relación con los holdouts. Cavallo, símbolo de los ‘90 tanto como Carlos Menem, fue agredido sistemáticamente por La Cámpora y otras organizaciones kirchneristas. Pero esta conflictividad es, como en tantos otros casos, nada más que una demostración más de las contradicciones del elenco gobernante. En un reportaje televisivo brindado a Julio Bárbaro una década atrás, CFK declaró: “Cavallo es el cuadro más lucido que ha tenido Argentina”. Un elogio descomunal pero no inferior a la deferencia que Néstor Kirchner profesaba por el creador de la convertibilidad. El 11 de diciembre de 1991, Ámbito Financiero saluda la llegada de Kirchner a la gobernación de Santa Cruz con un título contundente: “Juró otro seguidor de Cavallo”. La crónica cita a José Luis Manzano como “padrino” de Kirchner y afirma que el programa del flamante gobernador “se basará en el ajuste económico que Domingo Cavallo reclama a todas las provincias” en el que “la racionalización de la administración pública es crucial”.

Luego menciona a algunos de los colaboradores que asumían en el gabinete santacruceño de Kirchner: Carlos Zannini como ministro de Gobierno; Julio de Vido en Economía y Obras Públicas; Alicia Kirchner en Asuntos Sociales. Como Secretario General de la Gobernación: Ricardo Jaime.

Cinco días después, el 16 de diciembre, Ámbito publica otra columna celebrando los primeras medidas del gobernador: “Kirchner sí cumple”. Tan desconocido era por entonces el santacruceño, que en el título, el epígrafe de la ilustración y la nota se lo llama “Ricardo Kichner” (sic). Tras enumerar las primeras medidas de ajuste en su administración, el artículo concluye informando que Kirchner “mañana tiene previsto reunirse con el presidente Carlos Menem y el ministro Domingo Cavallo para presentarle sus deberes. Espera recibir un visto bueno”.

Tanta simpatía por el ex ministro tenía explicaciones que iban más allá de la política: vale recordar lo percibido por regalías petroleras no liquidadas en la década del ‘90, cuando Néstor Kirchner recibió algo más de 1.100 millones de dólares, que luego fueron girados al exterior y cuya administración está bajo sospecha desde hace muchos años. El dinero de los fondos de Santa Cruz fue entregado como compensación por regalías petroleras mal liquidadas por Domingo Cavallo a Néstor Kirchner quien, en ese momento, era su gobernador preferido: el mejor alumno del modelo de convertibilidad. Aquel pago millonario a Kirchner fue un premio de Cavallo a la militancia de la provincia de Santa Cruz a favor de la privatización de YPF, que tuvo como miembro informante a Oscar Parrilli.

El entusiasmo del Mingo

No es de extrañar entonces que ahora Scioli haya requerido los buenos oficios de una figura estrechamente ligada al inicio de la marcha del kirchnerismo sobre el poder. Esta semana, desde su blog, Cavallo se adscribió sin ninguna vuelta al incipiente despliegue de Scioli en el escenario internacional. “Estoy seguro de que Urtubey fue sincero y dijo la verdad cuando habló de política exterior en nombre de Scioli” -señaló Cavallo. Lo asombroso es que Cristina no lo haya advertido. En realidad, lo sabe desde hace mucho tiempo. Pero su estrategia, de una perversidad sin límites, es seguir poniendo condicionamientos a Daniel Scioli, a quien dice apoyar, pero dejando en claro que está dispuesta a entregarle el Gobierno, pero no el Poder. Ojalá Scioli, si llega a la Presidencia, comience designando Canciller a Juan Manuel Urtubey. Estará enviando una primera señal importante de cambio, tal como lo hizo Menem en 1989, antes incluso de definir con claridad la nueva organización económica y social que impulsaría durante su Presidencia”.

Como se trasunta de estos párrafos, las relaciones entre CFK y Cavallo son hoy por hoy pésimas. Esto no quiere decir que el sciolismo se prive de su colaboración. Scioli cuenta a su favor con el argumento de que el creador de la convertibilidad, aunque hoy está mal visto en la Casa Rosada, tiene un pasado glorioso en los anales K.

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