Por Alexis Di Capo.-

La lentitud con la que se desarrollaron las negociaciones sobre la pandemia entre los jefes de gabinete de la Nación, la Provincia y la Capital tiene su explicación en la tensión entre estas dos últimas. Axel Kicillof sigue plantado en la necesidad de volver a una cuarentena, acompañada de mayores controles sobre el transporte público y las reuniones sociales. Horacio Rodríguez Larreta, por el contrario, pone el acento sobre ampliar la vacunación y los testeos, manteniendo el distanciamiento. Pero ambos sectores habrían conversado reservadamente sobre un problema que les preocupa por igual: la probable aparición, al aumentarse las restricciones, de importantes focos de protesta anticuarentena. Algunos funcionarios mencionaron con preocupación los movimientos contra la cuarentena que tuvieron lugar en Gran Bretaña, Francia e Italia, con la participación, sobre todo, de comerciantes y un amplio arco de la clase media. Esta posibilidad de un gran conflicto se ve reforzada por el hecho de que la paciencia social, luego de casi un año de cuarentena, está sencillamente en el límite. También inquieta al oficialismo otro factor que acaba de poner en evidencia en el Financial Times y es que los países que son lentos en la vacunación -el caso de Argentina- tendrían una recuperación económica también más lenta y complicada.

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