Por Guillermo Cherashny.-

Hace tiempo que Mauricio Macri se siente reivindicado y no estos últimos días, cuando el BCRA subió la tasa de interés y Macri recordó su conferencia de prensa después de las PASO, donde le echó la culpa al pueblo por la disparada del dólar y el desajuste macroeconómico. Pero desde el verano, cuando vio que el mercado de pesos se le estaba cerrando al gobierno, jugó con periodistas y medios amigos a decir que el gobierno estaba terminado y que se necesitaba una asamblea legislativa que, como se sabe, sólo puede asumir un funcionario electo, o sea gobernador, diputado o senador, y su candidata preferida era María Eugenia Vidal y él como jefe de gabinete para luego jugar su segundo tiempo y de paso tocarle el traste a Horacio Rodríguez Larreta, su competidor dentro del PRO, seduciendo -políticamente hablando- a Vidal, que siempre se alineó con el actual jefe de gobierno de CABA.

En ese plan se engancharon los medios anti k y los periodistas que generan odio todos los días y sectores del establishment que quieren comprar empresas y campos con un dólar que supere los $ 600 y 500, que desatarían la crisis política y la posibilidad de una asamblea legislativa. En ese esquema, Vidal lo nombraría jefe de gabinete y él se convertiría en salvador de la patria y, con apoyo del establishment, equilibraría las cuentas fiscales y sería el seguro presidente en 2023 en detrimento del jefe de CABA y de Bullrich. Pero la designación de Sergio Massa como ministro de economía arruinó su plan y ahora, con los mismos sectores del establishment, los medios y periodistas amigos, intenta voltear al ministro de economía sabiendo que es la última bala del gobierno.

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