Por Carlos Tórtora.-

En la pulseada interna de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta tomó la ofensiva y plantea que se acuerde una primaria con dos listas, una encabezada por Diego Santilli y otra por Facundo Manes. Si lo logra, quedaría fuera de carrera Jorge Macri, ya que, si éste presentara una tercera lista, estaría condenando al PRO a la derrota al dividir sus votos. Es difícil que Macri acepte esta solución que dejaría fuera de carrera a su primo Jorge pero, sobre todo, que pondría al larretismo -Santilli- a tiro de la gobernación para el 2023. La tensión va en aumento, aunque macristas y larretistas evitan por ahora los choques frontales. Otra protagonista de la puja, Elisa Carrió, se muestra amargada porque acaban de caerse sus pretensiones de encabezar la lista por Buenos Aires y ahora negocia el segundo lugar debajo de Santilli.

La batalla porteña

El ojo de la tormenta está sobre la Capital, porque María Eugenia Vidal estaría por anunciar que encabezará una lista para diputados nacionales. Macri trata de que esto no ocurra, porque si así fuera obligaría a que Patricia Bullrich diera un paso al frente y anunciara que también se presenta. El ex presidente apostaría a una solución salomónica, es decir, Santilli en Buenos Aires y Bullrich en Capital. Pero Larreta no toleraría que en su distrito se imponga el macrismo ortodoxo, porque Bullrich sería la base para que ella o el mismo Macri le disputen la candidatura presidencial.

Con este cuadro, Macri está evaluando si no quedaría obligado a forzar la unidad como padre del PRO y encabezar él la lista de diputados porteña. Una jugada como ésta golpearía profundamente la estrategia del larretismo, que quiere mostrar este año que la oposición se desprende de la herencia de Macri y entra en una nueva era. Claro está que una candidatura de Macri tendría sus riesgos. Éste se vería obligado a ganar por un amplio margen, ya que Larreta ganó en el 2015 con el 55% de los votos. También se puede deducir que una candidatura de Macri se convertiría en el foco de la atención mediática y que todo Juntos por el Cambio giraría en torno suyo. El intento de generar un posmacrismo sería prácticamente imposible.

A todo esto, la imagen de la oposición enfrascada en la lucha interna del PRO se traduce en un creciente deterioro de la misma. El desafío de evitar la confrontación o conseguir una confrontación civilizada es más que delicado para el PRO, que no tiene experiencia en grandes internas, acostumbrado al verticalismo de la conducción de Macri.

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