Por Carlos Tórtora.-

La pandemia volvió a colocarse en el centro de la escena política, planteándole al gobierno opciones costosas en todos los casos. El aumento de contagios y de muertes de las últimas semanas puso de manifiesto una realidad: que la campaña de vacunación no será tan rápida como para frenar la segunda ola de Covid, sin hablar del riesgo de la nueva cepa originada en el Reino Unido. Es así que parecen imponerse para el gobierno nuevas restricciones, entre ellas un nuevo cierre de fronteras y un toque de queda disimulado como toque sanitario. Estas decisiones son por demás delicadas. La incipiente reactivación de algunas actividades económicas podría entonces cortarse y volver la situación a sus peores números. En términos electorales, el kirchnerismo necesita una recuperación sostenida de la economía que le dé algo de firmeza a la futura campaña electoral. Producir ahora un nuevo cierre de la economía implicaría consecuencias difíciles de controlar.

De ahí que Alberto Fernández esté meditando largamente qué hacer. Si la reacción oficial fuera insuficiente y no se consiguiera aplanar la nueva curva de contagios, la situación podría volverse incontrolable para el otoño, quedando obligado tal vez el gobierno a cerrar la economía en una situación de emergencia.

Las encuestas esperan

En los cálculos políticos básicos del oficialismo hay premisas seguras. Por ejemplo, que hay que evitar a toda costa volver atrás con el cierre de la economía y que es imprescindible aumentar al máximo los alcances de la campaña de vacunación.

Hasta el momento, es obvio que la actual prohibición de fiestas dio escasos resultados y que se multiplican las fiestas clandestinas en un verano marcado por el relajamiento social. Este factor, el humor social, también es evaluado con cuidado por la Casa Rosada. Están lejos los tiempos en los cuales había un amplio apoyo popular a la cuarentena. Hoy, cualquier medida restrictiva es vista con disgusto y escasa tolerancia social a las limitaciones. No sería para nada raro imaginar que una nueva oleada de restricciones fuera acompañada de una caída en la imagen positiva del gobierno. Una tendencia que el presidente había dado por superada en las últimas semanas y sobre todo con la sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que le permitió a AF escaparse, aunque sea por unos días, de su rol de presidente de la pandemia.

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