Por Hernán Andrés Kruse.-
El 23 de junio se cumplió el tricentésimo quincuagésimo séptimo aniversario del nacimiento de un eminente filósofo de la historia napolitano. Giambattista Vicco nació en Nápoles el 23 de junio de 1688. Antes de ingresar a la universidad había leído a Pedro Abelardo y Paulo Veneto. Pese a que aspiraba a una cátedra de jurisprudencia debió conformarse con enseñar retórica. Fue fundamental en su formación intelectual el rol que ejerció de preceptor en el hogar del marqués de Rocca (castillo de Vatolla in Cilento). Ello le permitió, entre 1689 y 1695, hacer uso de la imponente biblioteca de su huésped en la que se encontraban autores de la talla de Agustín de Hipona, Ficino, Pico Della Mirandolla, Giovanni Botero y Jean Bodin. Su obra más relevante fue “Ciencia Nueva”, cuyo objetivo es organizar de manera sistemática las humanidades, haciendo de ellas una única ciencia que registre y explique los ciclos históricos, es decir el origen, desarrollo y decadencia de las sociedades. Su filosofía de la historia influyó sobremanera en autores relevantes como Montesquieu, Comte y Marx. La originalidad de su pensamiento hizo que durante el siglo XX fuera valorado por Benedetto Croce, Isaiah Berlin, Harold Bloom, Ángel Faretta, Vicente Risco, Hayden White, María Zambrano, Leonardo Castellani y Jorge Luis Borges (fuente: Wikipedia, La Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de María Luisa Bacarlett Pérez (Universidad Autónoma del Estado de México) titulado “Giambattista Vico y los antecedentes del paradigma comprensivo” (Convergencia-Volumen 15-Número 48-Toluca-2008). Explica con meridiana claridad la filosofía de la historia de don Giambattista, emblema del paradigma comprensivo.
Introducción: explicar y comprender
“El ya casi clásico texto de Georg Henrik von Wright titulado Explicación y comprensión expone de manera resumida la existencia de dos grandes tradiciones en el ámbito de la teoría del conocimiento en Occidente; una que llama «tradición galileana» y que está emparentada sobre todo con los patrones de explicación causal y mecánica —a la cual podríamos llamar simplemente «explicación», en atención al vocablo alemán Erkälaren, propia de las ciencias naturales (en particular de la física); la otra, llamada «tradición aristotélica», que se conecta más bien con las dilucidaciones teleológicas y finalistas —a la cual podemos llamar simplemente «comprensión», Verstehenen alemán—, y que podríamos vincular con las ciencias sociales y las humanidades.
La tradición galileana en el ámbito de la ciencia discurre a la par que la perspectiva mecanicista en los esfuerzos del hombre por explicar y predecir fenómenos; la tradición aristotélica discurre al compás de sus esfuerzos por comprender los hechos de modo teleológico o finalista.
Ciertamente la división que plantea von Wright funciona como «tipo ideal» a la manera weberiana; es decir, estos dos ámbitos quizás en la práctica pocas veces se encuentran en «estado puro» y, como lo expresa Paul Ricoeur, en realidad podemos plantear más bien un círculo en el cual toda explicación implica cierta comprensión previa de aquello que quiere explicarse; mientras que todo esfuerzo comprensivo no evade la posibilidad de explicar aquello que se trata de comprender.
De acuerdo con von Wright, la explicación es un esquema de conocimiento que se interesa sobre todo por el cómo de los fenómenos; es decir, dar cuenta de la manera en que ocurren, sus causas eficientes, sin apelar a ninguna finalidad —el astrónomo no se pregunta ¿para qué sale el sol?, antes bien se pregunta ¿qué hace que el sol parezca que sale por el Oriente? Su respuesta abandonaría toda búsqueda de finalidad y se concentraría en la mecánica propia del movimiento de rotación de la Tierra—. En cambio, la comprensión se interesa por el por qué y el para qué de los fenómenos, en tanto no puede desprender cierta finalidad en los fenómenos que observa; debido a las particularidades de su objeto de observación —por ejemplo, un sociólogo que estudia la organización de los trabajadores en una huelga no puede dejar de reconocer que aquellos no son meros átomos que se mueven mecánicamente en el espacio, sino sujetos que tienen ciertos intereses y motivaciones, y que, de hecho, ya realizan una interpretación sobre su propia situación.
En suma, tal parece que a lo largo de la historia de los modelos de conocimiento, al menos en Occidente, han existido dos grandes tradiciones, una que utiliza esquemas causales y mecánicos de explicación, y otra que interpreta los fenómenos en términos comprensivos, los cuales liga a ciertas finalidades o funciones. Sin embargo, es necesario aclarar que —algo que de hecho precisa el propio von Wright— llamar a la primera «tradición galileana» y a la segunda «tradición aristotélica» no quiere decir que cada una tenga su origen en Galileo y Aristóteles, respectivamente; antes bien, von Wright está pensando en Galileo y Aristóteles como casos paradigmáticos de cada tradición. Frecuentemente buscar los orígenes de una idea o concepto resulta no sólo engorroso, sino algo que de una u otra forma cae en terrenos de la ficción. Como ya lo sospechaba Nietzsche, en el origen se suelen expresar los intereses de quien busca justificar su propia perspectiva; quizá más valdría hablar de antecedente, pero no en el sentido del condicional lógico o de causa eficiente, sino simplemente como aquello que atisba una idea más actual, en la nebulosa de una serie de gestos que se encuentran temporalmente en la antesala de tal idea, pero sin causarla o condicionarla.
Desde este punto de vista, el interés de este trabajo es explorar uno de los antecedentes del llamado «paradigma comprensivo», algo que cae dentro de lo que von Wright llama «tradición aristotélica», y que se ha ligado, en especial, al quehacer de la interpretación y de la actividad hermenéutica de las ciencias sociales y las humanidades. Como toda nebulosa de ideas, la abigarrada antesala de lo que hoy podemos identificar como paradigma comprensivo está plena de concepciones y reflexiones de los más variados filósofos e historiadores; con todo, en este trabajo nos centraremos en uno de ellos que en muchos sentidos es central en la constitución de dicho paradigma, en particular porque conscientemente dedicó buena parte de su obra a problematizar lo que él llamó «un nuevo método de los estudios de nuestro tiempo», nos referimos a Giambattista Vico.
Antes de pasar al recuento de algunos aspectos destacados de la vida y obra de Vico, es necesario reconocer que antes que Vico, y sin ir más allá del siglo XVII, otros pensadores esbozaron la diferencia entre explicar y comprender, e hicieron énfasis en la necesidad de un método propio para el estudio de la realidad humana (la cual implica también su relación con Dios) frente a la realidad natural. En este rubro no sería posible pasar por alto a Leibniz y la distinción que entabla entre la explicación y la comprensión de los misterios de la fe. Por ejemplo, argumenta Leibniz, podemos explicar la creación —podemos dar cuenta de que Dios creó al mundo en siete días, que en el primero creó ciertas cosas y en el segundo otras, pero no podemos comprender por qué lo hizo así, ya que nuestra mente no puede alcanzar los motivos que actuaron en la mente divina—. Antecedentes del propio Vico (antecedentes en el sentido expuesto con anterioridad) lo son también Thomas Hobbes y John Locke, quienes impulsaron una idea de conocimiento y de verdad apoyada en el principio de verum factum, principio que será abordado con mayor extensión en un apartado posterior, pero del que por el momento podríamos apuntar lo siguiente: «sólo puede conocerse lo que se hace» o «sólo puede conocerse aquello de lo que uno mismo es la causa»; por lo tanto, la naturaleza no puede conocerse de igual manera que el mundo humano, porque mientras nosotros somos causa del segundo, sólo Dios es causa de la primera. Este principio es fundamental en el pensamiento viquiano, sobre todo en lo que respecta a sus contribuciones epistemológicas”.
Vico, la vida y la obra
“Giambattista Vico (1668-1774), napolitano de nacimiento, perteneció a esta especie no minoritaria de filósofos cuya vida se ha caracterizado por ser la arena de innumerables reveses y de la falta constante de reconocimiento, situación que le llevó a percibir su propia vida y época de manera pesimista, e inclusive, trágica. Poseedor de un estilo de escritura oscuro, rimbombante y a veces con un exceso de ornatos, propició en Marx la confusión de no saber si lo que estaba leyendo era italiano o algún dialecto de la región. Dicho estilo actuó en gran medida como agente de los obstáculos que impidieron que su obra tuviera la misma penetración en el mundo europeo que muchas otras obras contemporáneas. Pero, principalmente, Vico halla en la filosofía de Descartes la fuente del oscurecimiento de su propia obra y de las de sus contemporáneos. Hacia final de su soledad, que duró sus buenos y largos nueve años, tuvo noticias de que la física de René Descartes había oscurecido la fama de todas las pasadas y quiso tener nociones ciertas acerca de ella.
La obra de Vico ha tenido y sigue teniendo resonancias sobre todo en el ámbito de la filosofía de la historia y de la filosofía política. La parte más citada de sus contribuciones es su visión espiral de la historia humana, que en el marco de una historia eterna se despliega en edades que van de la barbarie hasta la vida civil y republicana. La concepción de la historia viquiana, hecha de etapas que se suceden unas a otras hasta llegar a un máximo grado de plenitud, tuvo influencias importantes en las concepciones de la historia humana en pensadores como Auguste Comte y Karl Marx, entre otros. Mucho se ha dicho sobre el aspecto cíclico de la historia de la humanidad que al parecer defendía Vico, pero es necesario matizar tal idea. Para Vico la historia no se repite, lo único que permanece intacto a lo largo del devenir de la humanidad es la estructura eterna dentro de la cual aquélla se desarrolla; es decir, los hombres tienen perfecta libertad de desplegar sus costumbres y maneras de ser en el tiempo; pero estas particularidades sólo tienen lugar dentro de una estructura superior llamada «historia eterna» y que es el molde divino dentro del cual la vida humana es posible.
Dicho molde divino o «Divina providencia» interviene en la historia humana de dos maneras: estableciendo un patrón dentro del cual la humanidad desplegara su propia historia, y, en segundo lugar, corrigiendo los excesos de los hombres que podrían llevar al mundo al borde del colapso. En este sentido, la historia no se repite exactamente igual, aunque el molde divino —o historia ideal eterna— que la contiene sí le marca un ritmo, que es el mismo para cada sociedad y para cada tiempo. “[…] una historia ideal eterna sobre la que se desarrollan en el tiempo las historias de todas las naciones, ya que en todas partes, desde los tiempos salvajes, feroces y fieros, los hombres comienzan a civilizarse con las religiones, estas historias comienzan, siguen y terminan a través de aquellos grados que se meditan en este libro […]” (Vico).
Esta historia eterna estaría constituida por tres grandes edades. En primer lugar estaría la «edad de los dioses», que en sí misma es ya una etapa de cierta civilidad en tanto los hombres viven adorándolos y desplegando una sabiduría fantástica y teológica. La edad de los dioses es producto de un primer sacudimiento, que Vico identifica con el trueno, a través del cual la Divina providencia impone temor a los hombres y los obliga a vivir sedentariamente, protegiéndose en las cuevas de los rayos divinos, con ello también comienzan a reunirse en pequeños grupos o familias, y a practicar gradualmente la monogamia, la adoración a Dios y el entierro de los muertos. Estas tres prácticas marcan para Vico el inicio de la verdadera humanización de los hombres. De hecho, la edad de los dioses es la primera etapa en que la humanidad comienza su largo camino hacia una vida racional; es decir, gobernada por leyes y por la civilidad.
Observamos que todas las naciones tanto bárbaras como humanas, aunque fundadas de forma diversa al estar lejanas entre sí por inmensas distancias de lugar y tiempo, custodiaron estas tres costumbres humanas: todas tienen una religión, todas contraen matrimonios solemnes, todas sepultan a sus muertos “[.]. Por estas tres cosas empezó la humanidad en todas las naciones, y por ello todas deben custodiarla justamente para que el mundo no se embrutezca y no vuelva a la selva de nuevo” (Vico).
La segunda etapa de la humanidad es la «edad de los héroes», en la cual los hombres han ido superando su visión teocentrista de la realidad, han abandonado las explicaciones fantásticas y han dejado paso a la expresión de una razón más objetiva y abstracta. La heroicidad de esta edad se debe a que todo abandono y domesticación de las pasiones requiere un acto heroico de dominio y conocimiento de sí. De hecho, las tres etapas por las que necesariamente atraviesa la historia humana pueden verse como un proceso de creciente autoconocimiento y autodominio del hombre mismo y de la vida civil. Si bien la edad de los héroes está emparentada con los gobiernos monárquicos y con la división jerárquica de la sociedad, el imperio de la ley ya marca un esfuerzo de racionalización de la vida pública y de convivencia civil.
La tercera edad, llamada «edad de los hombres», se caracteriza por la llegada de la igualdad y de la democracia, los hombres son ahora iguales y deciden el futuro de las naciones en el debate y la concertación públicas. La vida republicana es, a ojos de Vico, el índice de que la humanidad ha alcanzado un máximo de desarrollo en el despliegue de la razón, en tanto que los hombres dejan de vivir exclusivamente en la naturaleza y comienzan a habitar un mundo creado por ellos mismos, el mundo civil. Con todo, es también la edad más vulnerable de la humanidad, en tanto la libertad y la igualdad pueden llevar a ciertos hombres a abusar de tales prerrogativas, a lucrar y a explotar a otros hombres, a hacer mal uso de la libertad; estos «poderosos» terminarán revirtiendo los logros de la humanidad a tal grado que pueden llevarla a estados de barbarie «parecidos» a los de los primeros tiempos de la humanidad; es decir, a etapas oscuras y desposeídas de razón.
La prueba más clara, a ojos de Vico de tal lógica de la historia, está en la Roma antigua. Roma pasó por estas tres edades, y en la última se concedió la ciudadanía inclusive a los esclavos; pero al final los excesos de unos pocos llevaron a Roma a la decadencia y a diluirse en una etapa oscura que Vico ubica entre la caída de Roma y el inicio de la Edad Media, esta última sería una nueva edad de los dioses. La etapa que Vico mismo vive la ubica como una edad de los hombres; sin embargo, no duda de ver en ella ciertos rasgos que la acercan a una nueva decadencia, misma que en el plano intelectual estaría auspiciada por la hegemonía del cartesianismo. Para Vico, la hegemonía de tal método sólo puede llevar al extravío de la juventud, a la imprudencia en la vida civil.
Mas el inconveniente máximo de nuestro sistema de estudios es el hecho de que, mientras nos dedicamos muchísimo a las ciencias naturales, no estimamos la moral, especialmente aquella parte que razona acerca de la índole de la psicología humana y de sus imperiosas tendencias orientadas a la vida civil y a la elocuencia. “[…] Pero este sistema de estudios causa tales prejuicios a los jóvenes que en adelante ni siquiera son capaces de llevar una vida civil con suficiente prudencia […]”.
Desde este punto de vista, la concepción de la historia que abandera Vico es la narración de un devenir de la humanidad, en el cual ella misma se construye como entidad racional y libre. Es una historia del proceso civilizatorio firmemente anclado en la historia eterna, transcurso que va desde la vida salvaje hasta la emergencia de las primeras naciones, de la vida civil y la democracia. Proceso que lejos de aspirar a un fin absoluto, reconoce la imperfección humana y, por ende, la posibilidad de la caída, de la decadencia y de un retroceso a estados inferiores de civilidad. Desde este punto de vista, la idea de la historia viquiana da un lugar central a la humanidad, no sólo como causa de la misma, sino como agente de los avances, retrocesos y azares propios del devenir histórico”.
09/08/2025 a las 10:57 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Pro, frente a su hora más difícil
Sergio Berensztein
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
8/8/025
Luego de dos décadas en las que fue protagonista fundamental de la vida política de la ciudad de Buenos Aires, Pro parece haber entrado en una etapa crítica que podría derivar en una virtual desaparición o, al menos, en una pérdida dramática de relevancia.
No solo salió derrotado en las elecciones distritales de mayo pasado, sino que negoció una “lista conjunta” con LLA en la que cedió su identidad política y sus colores históricos (en la rueda cromática, el violeta y el amarillo son opuestos). Asimismo, relegó sus hasta ahora lógicas aspiraciones, admitiendo una marcada asimetría con el oficialismo nacional al resignar candidatos propios al Senado y conformarse con dos lugares (5º y 6º) en la lista de diputados.
El debilitamiento de Pro arrancó antes de la derrota electoral de 2019, cuando comenzó a diluirse la expectativa sobre su capacidad para producir un cambio efectivo y duradero en la sociedad argentina. Tal vez el punto de inflexión o las jornadas claves del inicio de su decadencia hayan sido las semanas posteriores al triunfo en las elecciones de mitad de mandato, el 22 de octubre del 2017, cuando Macri y sus colaboradores desperdiciaron una oportunidad ideal para conformar una coalición política amplia y versátil que respaldara un plan de reformas estructurales, incluyendo a muchos gobernadores peronistas que “se habían pintado de amarillo” luego de la derrota de CFK en la provincia de Buenos Aires en manos de Estaban Bullrich.
Los operadores financieros, por su parte, consideran que el “principio del fin” de Pro/Cambiemos fue la fatídica conferencia de prensa del 28 de diciembre de ese mismo año, cuando un panel integrado por Marcos Peña (jefe de Gabinete), Nicolás Dujovne (ministro de Economía), Luis “Toto” Caputo (ministro de Finanzas) y Federico Sturzenegger (titular del BCRA) anunció un sorpresivo cambio en la política de metas de inflación que distendía los objetivos entonces vigentes, lo que se interpretó (correctamente) como un triunfo del “ala política” del gobierno que vulneraba la “independencia” de la autoridad monetaria y relajaba las relativamente laxas metas en materia fiscal.
La durísima derrota en las elecciones primarias del 11 de agosto de 2019 generó un golpe mortal para las pretensiones de lo que entonces era Juntos por el Cambio, en especial para el propio Mauricio Macri. A pesar de que poco tiempo después se emocionó hasta las lágrimas por la demostración de cariño y confianza de un nutrido grupo de simpatizantes en la Plaza de Mayo y de que desarrolló un encomiable esfuerzo para intentar el milagro de llegar a una segunda vuelta, nunca se recuperó del impacto psicológico y de la debilidad política fruto de la estrepitosa caída en el valor de todos los activos financieros y la corrida cambiaria que derivó en la imposición de los controles de capitales (el benemérito cepo, ya con Hernán Lacunza al frente del Palacio de Hacienda) y en una nueva devaluación de la moneda.
La derrota en primera vuelta de la fórmula Macri-Pichetto (de forma tardía, los estrategas electorales de JxC habían admitido la necesidad de incorporar una “pata peronista”) definió un nuevo equilibrio del poder en el que, si bien el peronismo retomaba el control tanto de la presidencia como de la provincia de Buenos Aires, dejaba constituida una oposición muy significativa que superaba el 40% del electorado. En perspectiva, se trataba de una base para nada despreciable a los efectos de elaborar una estrategia orientada a volver a conformar una oferta electoral competitiva.
Las elecciones de mitad de mandato de 2021 parecían confirmar esa hipótesis. JxC había tenido una excelente performance, incluso más allá de los distritos donde históricamente había evidenciado fortalezas relativas, dado el profundo desgaste y el creciente desprestigio que mostraba el gobierno de Alberto Fernández. Un tal Javier Milei, hasta entonces un marginal personaje de los medios, había irrumpido en los comicios porteños logrando dos bancas en la Cámara de Diputados (la otra la obtuvo Victoria Villarruel).
¿Qué pasó con Pro y con el país para que en apenas cuatro años tengamos un escenario tan distinto?
Ante la renuencia de Mauricio Macri a ejercer un liderazgo claro y contundente, siguiendo los parámetros tradicionales de la política, el espacio fue ocupado por quienes fueron los contendientes en las PASO de 2023, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, ambos con probadas fortalezas y marcadas debilidades.
La confrontación operó de manera inesperada: una parte muy importante de una sociedad que desesperadamente buscaba una transformación profunda del país, sobre todo respecto del combate a la inflación y la inseguridad, prefirió la oferta extrema de Milei a la señal de falta de coordinación y hasta de egoísmo que se exhibió durante esa elección interna.
El hecho de que el peronismo hubiera apoyado política, logística y financieramente a los candidatos de LLA para dividir a la oposición y complicarle el panorama a JxC de ninguna manera se convirtió en un lastre para Milei, que afianzó sus chances gracias al rápido realineamiento y el entusiasta soporte tanto de Macri como de Bullrich, lo que facilitó el apoyo de la mayoría de sus votantes.
Si hasta ese momento las señales de Macri habían sido erráticas y sinuosas, a partir del triunfo del candidato libertario su situación se volvió muchísimo más incómoda. Milei ejecutaba las políticas en las que Macri siempre había creído, pero que por diferentes motivos había desechado como presidente. Más aún, con Bullrich convertida en una figura clave del nuevo gobierno y Rodríguez Larreta corrido a un rol de opositor, aunque asumiera por primera vez la titularidad de su partido, Macri se rodeó de un núcleo pequeño de colaboradores leales, pero no recuperó el atractivo de poder convertirse en candidato para recuperar el poder. Sin ese incentivo selectivo, Pro comenzó a sufrir la fuga, formal o real, de sus principales dirigentes, incluyendo figuras claves como la propia Bullrich, Cristian Ritondo, Diego Santilli, Guillermo Montenegro o Diego Valenzuela.
Por eso, Pro llegó a esta negociación tan debilitado. Su escasa cosecha refleja que su rápido eclipse podría convertirse en algo mucho peor: muchas potenciales “opciones” al bipartidismo terminaron desapareciendo o subsumidas en proyectos con nítida vocación hegemónica: el Partido Federal, el Intransigente, la UCeDé, el Frepaso, Acción para la República y hasta el Frente Renovador.
De todas formas, su aporte para que LLA se convierta en primera minoría puede ser significativo: aportará capacidad de fiscalización y logística (fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires, donde se votará con el viejo sistema de las boletas partidarias) y tendrá voceros experimentados para apuntalar el discurso oficial. A eso se le suma un volumen electoral para nada despreciable: según el Índice de Preferencias Políticas que elaboran D’Alessio-IROL/Berensztein, Pro sigue siendo una identidad relevante y decisiva, con el apoyo de un 15% del electorado. Si dos tercios acompañaran a LLA, quedaría de este modo asegurado un triunfo oficialista en este turno.
Finalmente, Pro evitó quedar como responsable de un eventual traspié de LLA en caso de que se hubiera desperdigado el voto de centroderecha y afín a las reformas promercado. Milei hubiera responsabilizado a Macri y los suyos del potencial retorno del populismo fiscalmente irresponsable, con riesgos en materia de gobernabilidad y mayor polarización de cara a 2027.
Los políticos rara vez hacen lo que quieren: en general se concentran en lo que pueden. Y casi siempre tratan de evitar los peores escenarios. Tal vez Macri nunca se sintió tan cercano a los dilemas estratégicos que enfrentó Raúl Alfonsín cuando concedió firmar el Pacto de Olivos, hace más de tres décadas.
09/08/2025 a las 11:07 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Bolsonaro y Cristina
Pablo Sirvén
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
8/8/025
Para los delitos graves, la privación de la libertad –sea en cárcel o en prisión domiciliaria– debería servir para que el condenado reflexione hondamente sobre su falta y pague un “costo” proporcional a la misma.
Pero lo más importante es extirpar de la sociedad a quien no sabe convivir en ella por haberle producido un daño y que podría llegar a reiterarlo. Quienes reciben penas temporales deberían trabajar en cautiverio fuertemente sobre esa falla para no reincidir cuando vuelvan a insertarse en la sociedad.
Con buen criterio se le restringió al expresidente brasileño Jair Bolsonaro, en su actual prisión domiciliaria, usar celulares y redes sociales con fines políticos. Y eso que todavía no tiene sentencia firme. Está acusado de haber dirigido un complot fallido para desconocer los resultados electorales que convirtieron por tercera vez en presidente a Luiz Inácio Lula Da Silva.
La condena a seis años a Cristina Kirchner por hechos de corrupción en la causa Vialidad incluye su inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. ¿Resulta coherente entonces que siga participando tan intensamente desde su casa en la vida política argentina por celular y redes sociales?
09/08/2025 a las 11:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Día 599: Nadie le gana a Milei
Jorge Fontevecchia
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
7/8/025
Habitualmente dicen que Javier Milei decepciona a buena parte de la sociedad, pero enfrente no tiene a nadie. El significante “nadie” probablemente sea una de las claves de la coyuntura política actual.
Puede ser que nadie sea el candidato más votado, es decir que haya más gente que se quede en la casa y vote por “nadie” que por cualquier otro candidato. Probablemente “nadie” sea el opositor que capitalice las derrotas parlamentarias del Gobierno, y hoy nadie es el dirigente político que puede cohesionar a la oposición en una lista para vencer a Milei.
“Nadie” conduce las decenas de protestas contra Milei y, por supuesto, “nadie” es la principal cara de la oposición. “Nadie” es el significante que la oposición debe llenar de sentido y transformar para capitalizar lo que sucedió ayer y lo que viene sucediendo en el país para derrotar a Milei.
Este miércoles el Gobierno sufrió otro revés en el Congreso. Se aprobó la Ley de Financiamiento Universitario y la declaración de emergencia en salud pediátrica, que garantiza partidas presupuestarias extraordinarias para el funcionamiento del Hospital Garrahan. En la sesión anterior ya se había votado el aumento para jubilados y la emergencia en discapacidad.
¿Cómo puede el Gobierno acumular estas derrotas legislativas en torno a colectivos agredidos por la motosierra -universitarios, jubilados, personas con discapacidad- que gozan de un amplísimo consenso social y, al mismo tiempo, liderar todas las encuestas rumbo a las elecciones? Justamente porque nadie puede ganarle: no hay nadie que logre sintetizar todas esas posiciones políticas, como la defensa de la universidad pública, de los jubilados y de los más vulnerables, en una figura electoral creíble y convocante.
De hecho, es tan concreta la idea de que frente a Milei no hay nadie que La Libertad Avanza es el único sello nacional. El único partido que se presentará con su sello, solo o en alianzas en todo el país. En los comicios locales de mayo, como en Chaco, Jujuy, Salta y San Luis, el peronismo se presentó dividido en múltiples listas y no parece que puedan ir unidos en octubre. En Misiones, directamente el PJ no presentó una boleta propia, sino que hay peronistas que van dentro del Frente Renovador por Concordia, el espacio que gobierna la provincia y que tiene bastante cercanía con Javier Milei.
KARINA MILEI Y LOS MENEM AFILAN LOS COLMILLOS Y MIRAN LAS «CAJAS» DE SANTIAGO CAPUTO
Milei no pierde contra líderes políticos: no hay un diputado o diputada que encarne la derrota de ayer. El Gobierno pierde contra las universidades, contra los jubilados, contra los familiares de personas con discapacidad. Pierde contra un sujeto colectivo, un héroe sin rostro, como “El Eternauta», la serie que pregnó tanto hace unos pocos meses. Pero a la hora de trasladar ese rechazo a las urnas, nadie logra colocarse la máscara de “El Eternauta», quizás por el desgaste y las decepciones de los gobiernos anteriores. ¿Puede la oposición salir de este entuerto? ¿Ese “nadie” como significante del rechazo al Gobierno se expresará en el masivo ausentismo que se proyecta para las próximas elecciones?
El Gobierno contestó la derrota de ayer con una feroz represión a quienes se manifestaban afuera del Congreso. Gran parte de quienes recibieron los gases y palazos fueron periodistas y fotógrafos que estaban cubriendo la concentración, algo que sucede habitualmente. Esto no es ninguna novedad, ya es el modus operandi habitual de la gestión libertaria.
Actualmente, el cabo 1ro Héctor Jesús Guerrero, perteneciente a la Unidad Móvil N.º 6 de Gendarmería Nacional está siendo investigado por dispararle al fotoperiodista Pablo Grillo en el marco de una manifestación en el Congreso. Probablemente, cuando cambie la situación política, la causa contra este integrante de Gendarmería avance. Muchas veces sucede esto, los funcionarios son los que dan las órdenes, pero quienes terminan pagando son los integrantes de la fuerza de seguridad. Deberían tomar consciencia de esto también.
Según el Gobierno, el desfase entre las derrotas legislativas y su éxito electoral es cuestión de tiempo. El desfase llegará más tarde o más temprano. Milei defiende que la mayoría de la sociedad piensa como él y esto es un proceso en pleno desarrollo. Sin embargo, esto es más complejo.
La encuestadora Zuban Córdoba midió estos temas en la sociedad y preguntó a las personas si están de acuerdo o en desacuerdo con algunas siguientes afirmaciones. “La universidad pública ayuda a la movilidad social” tiene un 80% de acuerdo y un 13,2% de desacuerdo. “Milei tiene que ajustar las universidades” tiene un 60% de desacuerdo y un 34% de acuerdo. Acá en este 34% está el núcleo duro del Gobierno. Ese número en torno al 30% que lo acompañó en agosto y octubre del 2023. Sin embargo, a pesar de esto, el apoyo a las universidades es totalmente mayoritario.
En una encuesta de la misma consultora, pero de sobre economía, que se supone que es el tema en el que el Gobierno es fuerte, se le preguntó a los entrevistados si están de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes afirmaciones. “Cada vez me cuesta más llegar a fin de mes” obtuvo el 63,7% de acuerdo y 33,6% en desacuerdo. Y lo contrario, “Llego a fin de mes sin problemas” 36,1% de acuerdo y 62% en desacuerdo. Nuevamente se ve ese 30% que se mantiene firme y apoya las ideas del Gobierno.
Se repite lo mismo de un núcleo duro oficialista que está de acuerdo con que ajusten las universidades y que llega a fin de mes sin problemas en Argentina, lo que es bastante llamativo, pero que queda claro que ese porcentaje sostiene al Gobierno en todos los temas.
Sin embargo, el dato más contundente es el otro, más del 60% no llega a fin de mes y responde contra el Gobierno en los diferentes temas. Ese sector mayoritario hoy tiene una vacancia política. Hay una parte que votaría por el peronismo para expresar su rechazo a Milei, pero el peronismo no logra captar toda esa representación.
Yendo a otra consultora, Atlas-Intel, entrevistamos en Modo Fontevecchia a su director, Andrei Roman, que logró aceptar los resultados de las elecciones en América Latina mejor que nadie, y nos dijo algo bastante cercano a la tesis que estamos sosteniendo en esta columna: “La población está frustrada con Milei, pero no tiene otras alternativas viables en el campo político”.
HAY EROSIÓN EN MILEI, PERO PROBABLEMENTE GANARÁ EN OCTUBRE SIN UNA OPOSICIÓN CONSOLIDADA
“Cuando se trata de una solución para la economía de Argentina, no hay hoy un actor político con mayor credibilidad que el Gobierno actual, liderado por Milei, en términos de mostrar cuál sería la alternativa, cuál sería un camino para esta prosperidad, diferente de lo que Milei ha prometido”, expresó Roman.
Según el analista, existe un patrón de espera. Aquellos que piensan que Milei tenía buenas ideas e intenciones están cansados porque “las cosas se están tardando en llegar”, pero no tienen otras alternativas. Esta falta de una propuesta atractiva desde la oposición ayuda a Milei en términos de conservar su capital político. “Como las alternativas no son tan claras, tan viables, entonces, con esto, básicamente Milei gana más tiempo”, dijo Roman.
¿Cómo se transforma este héroe colectivo en candidato electoral? Esta vez la pelota no está del lado de los políticos, está del nuestro. Tenemos que buscar a los partidos y los nombres que votaron en el Congreso por los jubilados, el Garrahan, las universidades y todas las causas que son justas y tenemos que votarlos. Si nos quedamos en nuestra casa y no vamos a votar, el Gobierno estará más cerca de reunir a los 87 diputados necesarios para poder vetar todas estas leyes y seguir pasando la motosierra por encima de los más débiles. Por ahora, nadie puede ganarle a Milei, pero eso depende de esta mayoría que aparece en las encuestas y en su compromiso cívico y electoral.
09/08/2025 a las 11:28 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La pulsión del insulto y la ética de la derrota
Rogelio Alaniz
Fuente: El Litorial
(*) Notiar.com.ar
7/8/025
Las exigencias fueron terminantes: el acuerdo político se hace según las pretensiones de la La Libertad Avanza. El nombre de la sigla partidaria es nuestro, los colores son nuestros y los principales candidatos son nuestros. Alguna propina como para despuntar el vicio pero no mucho más.
El propio Macri admitió que sus aliados históricos, o ese aliado que él contribuyó a fortalecer en la campaña electoral contra Patricia Bullrich, ejerce en la alianza una posición dominante. Más porteño que Gardel, el Pro debió resignarse a ir al pie de los hermanitos. El desplume fue casi absoluto. Los primos Macri podrían decir como el personaje de Discèpolo: “No me has dejao ni el pucho en la oreja”.
En nombre del realismo dirigentes del Pro aseguran que otra alternativa no tenían. Raro. Suponer que la humillación es la exclusiva alternativa es renunciar a ciertos valores, pero también a ciertos principios de lucha por el poder decisivos para hacer política. Bajarse los pantalones por dos diputados uno de los cuales tal vez no sea elegido, no es muy elegante que digamos y sobre todo, no habla bien de la adhesión de esos políticos a las tradiciones de su partido.
El argumento a favor de la humillación es que “vamos a perder”. Hace unos años, conversando con mi amigo Natalio Botana, él mencionó una categoría para pensar la política necesaria en los tiempos actuales. Según su opinión la democracia incluye una pasión por la victoria pero también una ética de la derrota. perder una elección en democracia no es una catástrofe o una vergüenza.
En la historia política de Occidente abundan los ejemplos de candidatos de derecha o de izquierda, conservadores o liberales, que perdieron elecciones una y otra vez hasta que ganaron. Lula y Tabaré Vazquez se cansaron de perder elecciones hasta llegar al poder. Sebastián Puñera en Chile o José maria Aznar también conocieron el sabor de la derrota, uno con Felipe Donlzlez, el otro con Michelle Bachelet. Para no hablar de Mitterrand en Francia, Nixon en EEUU o Beguin en Israel.
En todos los casos, las derrotas los templaron, pero por sobre todas las cosas a ninguno de ellos la derrota los condujo a refugiarse como desvalidos corderitos en el regazo de sus adversarios. José Aguirre Cámara, político conservador de los años treinta dijo que en su larga y aguerrida vida política las enseñanzas más trascendentes las aprendió perdiendo elecciones, no ganando. Y esto lo dijo un político guapo, un político acostumbrado a defender las urnas con el revólver en el cinto, un político que peleaba sin dar ni pedir cuartel como muy bien lo sabían los radicales sabattinistas de Córdoba. Aguirre Cámara, conservador y liberal no era iluso y mucho menos cándido, pero consideraba que las decisiones políticas consistentes en bajarse los pantalones no son las más adecuadas para un político con sangre en las venas.
El presidente Javier Milei se ha comprometido solemnemente a no insultar más a sus adversarios o enemigos, distinción esta última a la que habría que prestar atención, porque no me queda del todo claro si el presidente sabe distinguir esas diferencias.
Daría la impresión que la cercanía de las elecciones, o los estudios de opinión coincidentes acerca de que en los últimos meses el señor Milei profirió algo así como un millar de insultos de distinta resonancia y diferente procacidad, lo han persuadido de suavizar sus adjetivos. Según me informan, la promesa la hizo en el acto convocado por Agustín Laje. Todo bien, pero con todo respeto, estimo que Laje y Márquez no son las compañías más distinguidas para hacer una promesa a favor de comportamientos civilizados. Insisto, con todo respeto. ¿O acaso no nos dominaría a todos el duende de la duda si escuchamos a un viejo libertino proclamar la castidad en un burdel o en un garito?
De todos modos, no deja de resultar algo desopilante e incluso propio del grotesco, que un presidente de la nación prometa, como el personaje Jaimito de la picaresca, portarse bien. Claro está que el hombre no se privó de hacer algunas advertencias y deslizar uno que otro reproche. Retórica nada original en las carpas mileístas pero dignas de ser tenidas en cuenta. “Me juzgan por las formas y no los contenidos”, exclama, disimulando apenas su indignación de que los argentinos sean tan injustos con él.
Las formas. Insultar al prójimo sería una cuestión de formas, una minucia, un detallecito menor, como no combinar el color de la camisa con el color de la corbata. Minucias propias de “disminuídos mentales” Yo, por ejemplo, voy al almacén de la esquina y le digo al almacenero: “Escuchame pedazo de cornudo, ameba asquerosa, reptil mugriento, vendeme un kilo de mortadela, dos salamines y un porrón de cerveza”. Después, me cruzó al local de venta de ropa femenina porque le quiero hacer un regalo a mi hija, y le digo a la amable señora que me atiende: “Prostituta barata, ninfómana reblandecida, mechera inmunda”, vendeme un pantalón para dama y ese juego de sandalias que está en la vidriera”.
Creo que no hace falta abundar en consideraciones para imaginar cómo reaccionarían el almacenero y la vendedora de ropa. Pero si eso ocurriera, si yo de pronto me viera acosado por las reacciones indignadas de estos comerciantes, en el acto citaría las ideas de nuestro presidente y les reprocharía enérgicamente que se enojen por mis modales o mis singularidades verbales, una mera formalidad, cuando lo que importa es que como buen cliente les estoy comprando al contado.
Sigamos. El autoevaluado como el mejor presidente de la historia, nos recuerda que al presidente Sarmiento le decían “loco” como a él, y era célebre por sus arranques de cólera. ¿Alguien tendrá la buena disposición de recordarle a Milei que a Sarmiento por lo que se lo recuerda es por la creación de miles de escuelas financiadas por el estado; también por haber escrito algunos libros considerados entre los más destacados de la literatura nacional?
Nada personal, pero de Milei no conozco alguna iniciativa a favor de la educación pública, más bien lo contrario, y, por supuesto, en su currículum faltan los equivalentes al “Facundo”, “Recuerdos de provincia”, “Viajes”, “Mi defensa”, libros que los escribió él, libros que nacieron de su genuina inspiración y nadie, ni sus enemigos más rabiosos -que los tenía y eran muchos- lo acusó de haber plagiado una frase, virtud de la que Milei no puede enorgullecerse.
Recuerdo, por último, que Sarmiento era muy respetuoso de su investidura presidencial y, como dijera Paul Groussac, que mucho no lo quería, más de una vez contenía sus iras en nombre de su responsabilidad como primer mandatario, y si en algunos actos públicos se aburría más augusta y solemne era la expresión de su rostro.