Por Italo Pallotti.-
En esta Argentina nuestra, la capacidad de asombro que naturalmente tenemos todos parece ir sucumbiendo a los hechos que cada día por estrafalarios, excéntricos y pintorescos nos presenta la realidad. Porque de tanto ver como ese acostumbramiento diario a lo trivial se hace carne en el comportamiento de una parte de la sociedad, el resto termina por aceptar como normal conductas que de ninguna manera deberían ser aceptadas; cuando se quiere transitar por caminos de una sociedad adulta. Tantos años de ver como la decadencia fue invadiendo terrenos antes reservados a la coherencia y la seriedad, en los distintos ámbitos de la sociedad, todo se tiñó de un tono oscuro y refractario a las buenas costumbres. El buen criterio, la moral y en consecuencia el nivel cultural de una sociedad en crisis, como la nuestra, no puede menos que generar preocupación. Abandonar la exacta valoración de los hechos cotidianos, por un acostumbramiento o simplemente por dejadez, interés y desidia han significado un retroceso rayano con la infamia. Ya nada parece sorprender. Una apatía, casi enfermiza, de una importante parte de la sociedad, por los hechos cotidianos que tienen que ver con lo social y, últimamente con lo político, la han colocado en un peldaño peligroso que se proyecta con incertidumbre hacia el futuro próximo.
Un hecho, qué en cualquier país preparado con cierta firmeza en los valores cívicos hubiera significado una convocatoria popular atrayente y singular, como fue la sesión preparatoria del Congreso para tomar juramento a los nuevos Diputados electos, se encuadró en una expresión de vergüenza y repudio generalizado. Un cachetazo a los valores de la Democracia; una expresión repulsiva por la conducta de muchos de sus miembros. Un olvido, casi obsceno y descarado hacia todos aquellos que, desde distintas vertientes del pensamiento y la adhesión, comulgan con las ideas de los llamados “representantes del pueblo”. Nada que se parezca. Olvidaron ese mandato; porque cierto es que muchos de los votantes jamás de atreverían a comportamientos semejantes.
Se violentaron las formas. Los estilos y los modos que requieren las normas de la República. Se alejó todo de la pureza primitiva (por no decir bastardearon) los modos del juramento. Porque semejante momento y en honorable lugar merecía otro modo de preservar el estilo que ameritaba el momento. Todo se tergiversó. Un uso contra natura de los usos y costumbres, si no se quería, por variopintos motivos, respetar lo que establece el reglamento para jurar, ante la CN y la Biblia (nada menos). Una torpeza y un mal gusto, por donde se lo mire. Nadie tiene derecho a torpedear reglamentos. La banca en muchos casos de ignotos personajes (producto de las llamada listas sábanas, además y desde antaño, lamentablemente) no es un tributo celestial; es la resultante de un mandato dado por el voto popular. Y a ese factor humano se le debe respeto. Nada justifica otra acción.
Los juramentos, repito, violando todo formalismo, menos aún la solemnidad del caso y el lugar, fueron de lo insólito a lo chabacano. Una especie aggiornada de la “Biblia y el calefón”. Una afrenta al buen gusto. Donde el criterio y la vulgaridad estuvieron al tope. Desde el juramento por los wichis hasta la representación de Moreno. De Trump a Palestina. De Bregman a Lemoine (un clásico). Del olvido, llevados por el apasionamiento, a no amagar, siquiera, rozar la CN. Del grito desaforado al gesto “por la resistencia” o la supuesta falopa. Del traje azul impecable y la corbata, a la chomba, la camiseta y el poncho. Todo valió. Los reclamos (reiterados) por la solemnidad, al tacho. De las expresiones(desmentidas) sobre los atributos femeninos, a la defensa de las partes íntimas de la mujer (revalidando viejas cuestiones de género). De Venezuela al Imperio del Norte. En fin, como pensado para empañar una fiesta de la Democracia. Menos mal que se llenan la boca en su defensa; como sería lo contrario!. Seguir, es en vano. Muy triste; para la basura y el olvido. Una siesta patética. Esto lleva a pensar, como se indica en el título: ¿”Se puede saber que piensan hacer”?. Con semejante debut, más vale que se calmen las pasiones; el 10 de Diciembre está a la vuelta de la esquina. Justo reconocimiento para todos aquellos que dignamente aportaron una imagen distinta; la que fue fiel al momento y al lugar. Dos perlitas perdidas: la “regalería” de cargos en el BAPRO y el Bono al personal del Senado. ¡Sin remedio!
Deja una respuesta