Por Oscar Edgardo García.-

Esta semana comenzó con una fabulosa aparición de Gregorio Dalbón, abogado de Cristina Kirchner en sus causas civiles, publicando en “X” el correo electrónico del Tribunal Oral Federal 2 con un mensaje en el que decía que había que escribir al mismo solicitando la autorización para ir a visitar a la expresidente en su domicilio, léase su celda.

Como era de esperar, frente a este absurdo mediático, el tribunal decidió que no procederá a contestar ninguno de los envíos electrónicos que le fueron remitidos, porque tales solicitudes deben ser tramitadas por la persona que está cumpliendo la prisión domiciliaria.

Cabe mencionar que aún no se determinó la oportunidad en que se le entregará al citado letrado el Diploma del Imbécil de la semana.

Como si ello no hubiera sido suficiente, los senadores y diputados representantes de Unión por la Patria presentaron un escrito ante el Tribunal Oral Federal 2 manifestando que ellos tienen “derecho a visitar a Cristina Kirchner”, cuando lo consideren pertinente.

Como era obvio, los jueces rechazaron el planteo por ser “manifiestamente impertinente” y resolvieron diligentemente la cuestión dictaminando que podrán hacerlo solamente mediando la autorización judicial correspondiente. En otras palabras, marchen presos.

Ante el fracaso del intento de «mojarle las orejas» a los magistrados, cabe plantearse si estos personajes patoteros mantendrán firmes sus desafiantes intenciones, que no registran antecedentes en el país, y qué postura adoptarán cuando el personal del Servicio Penitenciario Federal, en cumplimiento de sus específicas responsabilidades, no les posibilite el acceso al lugar de detención de la condenada poniendo una barrera impasable para sus propósitos ilegales. Nada se ha pronosticado aún sobre el particular.

Evidentemente, los «barras bravas» no están presentes solamente en el ambiente futbolístico, los hay también en el Congreso Nacional. País generoso. Triste y real.

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