Por Paul Battistón.-

¿Quién soy yo para juzgar?

Con esta reflexión en forma de pregunta fue abatida una de las mayores encerronas a las que cualquier miembro de la iglesia católica puede ser sometido.

Nada menos que el Papa fue quien se quitó toda potestad de poder juzgar, en ese caso particular sobre parejas del mismo sexo. Lo que, sin serlo, fue rápidamente tomado por la prensa como una aceptación de la iglesia hacia la homosexualidad.

¿Cuán sincera o cuán acotada fue la eximición de juicio? Cabe hacerse la pregunta ante situaciones que suponen un comportamiento en contrario.

Este cuestionamiento surge de lo que resalta como un claro prejuicio al someter mediante el uso de una única palabra (o pretendido concepto) la completa persecución de un gobierno por cuestiones políticas o ideológicas desconociendo cualquier otra razón para el accionar de un poder independiente sobre el mismo. Nada menos que para darle peso y valor a este concepto el mismo fue puesto al aire por la misma voz del Papa.

Toda la variedad de atropellos e irregularidades cometidas por el universo K pretenden ser subsanadas mediante un único fenómeno: “el lawfare”.

La pretendida y conveniente creación si pudiera ser puesta en forma matemática debería ser una ecuación de las denominadas generales, capaz de abarcar todo el espectro de su conjunto. En este caso particular pretende convertir toda la variedad de delitos cometidos y todo el universo de supuestos delincuentes en un único fenómeno originado por la persecución de una asociación creada para tal fin. En definitiva los delitos no existirían, sólo serían el trabajo de implantación de pruebas en el marco de un relato mediático de una perversa asociación contra-ideológica implantada en el lugar donde debería haber una justicia independiente.

¿Quién soy yo para juzgar? Sencillamente el Papa.

Una única pronunciación desde semejante posición con tan pretendido amplio significado solo puede significar juzgar. Más que juzgar, un prejuicio hacia quienes deben juzgar los delitos terrenales. Literalmente es girar la escala de valores o pretender cambiar el tablero, es evitar cualquier tipo de posible justicia terrena creando un falso concepto superador a pura conveniencia ideológica.

Algo definitivamente extraño viniendo de un hombre de fe. Dar un guiño para que la prensa tome un conveniente confuso concepto para elaborar el nuevo relato necesario de persecución.

No hay réplica posible existente a semejante prejuicio más que avanzar con las demostraciones de las pruebas necesarias de los delitos y estragos cometidos. Pero he aquí, que la ecuación pretendida de Lawfare también avanza contra esas demostraciones, no refutándolas por supuesto, si no dándolas por innecesarias. El lawfare anticipa la inexistencia de los delitos y estragos en su prejuiciosa concepción.

Para el lawfare los delitos imputados son solo la creación de una entidad delictiva dedicada a una persecución contra ideológica.

Dicha persecución contra ideológica es el resultado de un modelo “el neoliberal “que se resiste a ser reemplazado por el progresismo (de la nueva miseria equitativa, solo que esto es un secreto).

Nada mejor que oponerle Fe a la resolución justiciera con aspiraciones de reemplazante del gran estrago doloso que fue el kirchnerismo en su primera etapa (quizás lo único que pueda ser agrupado en una única fórmula general: el gran robo)

Y para ponerle Fe en una forma literal, nada mejor que parafrasear ese inexistente concepto ausente bautizado para la ocasión de su lanzamiento por una voz de fe.

LAWFAITH FOREVER

Para todos aquellos que nunca han perdido la Fe de que esto alguna vez va a cambiar (en la dirección del sentido común) cabe recordar que la Fe no es propiedad exclusiva de aquellos que deberían ser portadores supremos de la misma.

Es una certeza que la justicia no es un bien en estado absoluto ni siquiera en las instituciones más saneadas y protegidas que deben impartirla pero cuando lo notorio de la barbarie es tan absurdo y lo palpable de lo delinquido es tan visible, ningún concepto tan falazmente intangible y apretujado en letras de tan poco significado apagara la sed de justicia y mucho menos la Fe en su concreción.

LAWFARE salió de una boca de Fe y aunque sin supuesto prejuicio, con clara intención de evitar un fallo y además todo el proceso que a él conduciría.

LAWFAITH es la expresión de los que sin prejuicio esperan un fallo de una justicia imperfecta pero lo hacen con Fe.

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