Por Roberto Fernández Blanco.-

El actual promedio de vida (en países medianamente desarrollados) está por encima de los 85/90 años, poniendo en evidencia que un siglo (100 años) es nada, nada más que un ciclo de vida.

Apenas dos siglos atrás, Siglo 19, nacieron nuestros abuelos cuando nuestros próceres Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y otros, fijaban los pilares de la Argentina potencia que a inicios del 1900 (siglo 20) alcanzó su entonces reconocida posición de liderazgo en el concierto de las naciones.

En dicho Siglo 19, tres personajes fundamentales desempeñaron un rol histórico determinante del intrincado y convulsionado presente que aún perturba la normalidad de la vida que compartimos (y a veces sufrimos) en esta granja global de esta diminuta mota de polvo que orbita alrededor del sol.

Ellos son Friedrich Engels, Karl Marx y William Stanley Jevons, cercanos vecinos en el Londres del siglo 19 de la Revolución Industrial, de quienes cabe hacer apretada síntesis sobre sus perfiles psicológicos, sus aportes filosóficos y sus efectos que aún persisten.

FRIEDRICH ENGELS (1820-1895)

Friedrich Engels (1820-1895), políglota, inteligente y prolífico idealista fue hijo de una poderosa familia empresaria textil con importantes factorías en Inglaterra y en Prusia (ahora Alemania), de holgada situación económica durante toda su vida. De rebelde juventud y bon vivant, fue un estudioso y entusiasta activista socialista, buen observador del mundo empresario al que pertenecía, autor de interesantes artículos y entrañable amigo de Karl Marx desde que se conocieron en 1844 en Colonia, Alemania, a quien sostuvo económicamente hasta su muerte en 1883.

Luego de frustradas actividades socialistas en Europa Friedrich Engels regresa en 1850 a Manchester donde se convierte en copropietario de la empresa textil familiar hasta 1869 en el que vende su parte a socios holandeses para -con el fruto de la venta- mudarse a Londres hasta su muerte, dedicándose a sus gustos sociales, a su activismo socialista y a seguir sosteniendo económicamente a Marx que -expulsado de Europa- se había establecido en 1849 en Londres en una muy precaria situación económica.

En 1847, a sus aún 26 años, la Liga de los Justos (luego Liga Comunista) le encomienda que en coautoría con Karl Marx (de 29 años) redacten un Manifiesto (editado en Londres en Febrero de 1848 como El Manifiesto Comunista) en el que se yuxtaponen conceptos y propuestas de ambos.

En 1845, durante su primera estadía en la empresa familiar en Manchester, siendo Engels un observador cercano de la miserable situación material de la población obrera de la urbe industrial, había publicado “La situación de la clase obrera en Inglaterra” con la que se forjó la estructura de lo que se denominó socialismo científico y cuyas ideas fueron adoptadas por Marx , entre ellas el concepto de clases sociales (la proletaria y su antagonista la burguesa) y la supuesta inestabilidad que Engels consideraba intrínseca del capitalismo que lo conduciría a la inevitabilidad de lo que denominaba revolución socialista, concepto discordante que chocaba con la realidad de la fructífera promesa que la Revolución Industrial gestaba potenciando el progresismo económico capitalista con los beneficios con los que hoy cuenta la humanidad.

WILLIAM STANLEY JEVONS (1835-1882)

En el Siglo 19, junto con revueltas, sublevaciones y tentativas de rebeliones se produjeron dos trascendentales hechos auténticamente revolucionarios, entendiéndose el concepto revolución como un gran salto evolutivo, rápido, intenso, potente, sostenido y beneficioso para las estructuras políticas y socioeconómicas de la humanidad.

Uno de ellos fue el desprendimiento de las condiciones imperantes en la época que se convirtió, junto con el inicio del proceso de liberación de las acciones humanas individuales, en la progresista y potente Revolución Industrial cuyos beneficios disfruta hoy la humanidad.

El segundo, el trascendental nacimiento de la economía neoclásica debida al inglés William Stanley Jevons.

Titánica tarea que supera esta síntesis es referirse a la historia de vida de este enorme filósofo, economista y matemático inglés, prolífico autor de valiosos artículos y determinante en la historia del pensamiento económico.

Un profundo observador del natural espontáneo comportamiento humano que desveló el vínculo directo entre economía y acción humana con su fundamental contribución, la Teoría subjetiva del Valor Utilidad y de la Utilidad Marginal, por el que le ha correspondido el título de Fundador de la Economía Moderna como impulsor de la trascendental transición de la economía clásica a la neoclásica con inclusión de la ciencia matemática.

En sintética expresión de Jevons, “el Valor de un bien o servicio depende enteramente de su Utilidad” y la Utilidad la valora quien lo requiere y decide.

[El concepto Valor no debe confundirse con el concepto Precio o Monto acordado para el intercambio entre las partes en una transacción económica].

Nació en Liverpool, UK, en 1835. En 1854 viajó a Sidney Australia donde fue asesor en la entonces nueva casa de la moneda hasta 1859. Regresa a Londres y completa sus estudios en la University College de Londres (UCL).

Anticipándose en una década al polaco austro-húngaro Carl Menger y al franco-suizo León Walras, Jevons -con 25 años de edad- publicó en 1860 un artículo que agitó levemente las aguas del pensamiento económico, que amplió en 1861 y que en 1862 publicó en la British Association con el título de “A General Mathematical Theory of Political Economy” con inclusión de lógica matemática en la disciplina económica, instalando los pilares de lo que sería la Teoría de la Utilidad Marginal que permitía explicar deductivamente toda actividad económica en base a la libre y espontánea acción e interacción humana en búsqueda de cubrir necesidades y/o satisfacer deseos decidiendo en función del concepto Utilidad y dentro de las circunstancias imperantes y de las limitaciones que le son propias.

Esta toma de conciencia del natural accionar humano frente a sus demandas y necesidades dio lugar a esta transformación radical del entendimiento económico al hacer evidente como factor determinante que el Valor de todo bien o servicio depende de la Utilidad que brinda para quien lo adquiere.

En 1866 volvió a publicar su artículo en el Journal of the Statistical Society of London con mejor repercusión en medios científicos.

Finalmente en 1871 publica su teoría plenamente desarrollada en su libro titulado Theory of Political Economy revolucionando la disciplina económica para dar nacimiento a la economía neoclásica. La publicación resultó muy influyente y su libro ampliamente analizado y difundido en toda Inglaterra con importantes valoraciones de su teoría en las páginas de los periódicos de Londres y Manchester.

La reputación por su contribución científica en su época convirtió a Jevons como economista líder científico en lógica y política económica con el merecido reconocimiento de Fundador de la Economía Moderna.

Cabe señalar que con similar enfoque y casi simultáneamente se sumaron a la publicación de Jevons de 1871, el polaco austro-húngaro Carl Menger (fundador de la Escuela Austríaca de Economía) con su publicación en Viena “Principles of Economics en el mismo año 1871 y el franco-suizo León Walras -en 1874- con su “Éléments d’économie politique pure”, superposición resultante de la decantación de evidencias que afloran a la superficie y son capturadas casi al unísono por personajes que poco o nada se conocen entre sí.

Pero reconozcámosle a Jevons la prioridad, se anticipó en una década a sus similares Menger y Walras, señalando el camino.

Con apenas 46 años Jevons falleció en 1882 por ahogamiento en un balneario al que recurría por su precaria salud.

LONDRES EN LA DÉCADA DEL 1870

Este descubrimiento de Jevons (luego sumados Menger y Walras), base de la disciplina austríaca de economía, sucedió en Londres en 1871 en vida de los entonces muy cercanos vecinos londinenses Engels y Marx, esto es, apenas cuatro años a posteriori de la publicación (en vida de Marx) del único tomo de El Capital de Karl Marx, hecho que ralentizó a Marx (entonces de 54 años) en su pretendida continuación de su libro dada la contundente refutación de la fallida teoría del Valor Trabajo.

Marx habitaba en Londres desde 1849 y Engels desde 1870 luego de su retiro como empresario textil tras operar 10 años en su factoría de Manchester.

El rotundo peso científico de la Teoría Subjetiva del Valor Utilidad les cayó como balde de agua helada desintegrando la forzada interpretación de la fallida teoría del Valor Trabajo usada por Marx para respaldar su particular visión de la explotación por plusvalía y de la inevitabilidad de una lucha de clases (en consonancia con la visión de Engels), clases sociales que Marx consideraba rígidas y solo superables con la supuesta inevitable lucha violenta (que Marx pretendía promover) en la que la clase proletaria se impondría por sobre la antagonista burguesa, saqueando y despojando a los emprendedores e instalando una -supuestamente transitoria- Dictadura del Proletariado la que con consciencia de clase conduciría a la humanidad al terrenal paraíso anarco libertario comunista.

Para sintetizar el impacto que sobre Marx produjo la teoría de Jevons cabe señalar que entre los borradores de Marx que llegaron a manos de Engels después de su fallecimiento, había un reducido verso que resumía la demoledora precisión e intensidad de la validez de la naciente neoclásica teoría de la Utilidad: “A value of a thing/is what it brings”.

Y ya sin el caído pedestal de su fallida Teoría del Valor Trabajo, el marxismo se debilitó quedando reducido a una secta reaccionaria beligerante que pretendía desconocer la evidente movilidad de clases, liberación y logros resultantes de la acelerada expansión progresista generada por la Revolución Industrial cuyos crecientes beneficios disfrutamos en la actualidad.

KARL HEINRICH MARX (1818-1883)

Nace en Alemania en 1818. En 1835 inicia Derecho en la Universidad de Bonn, que continúa en la de Berlín. En 1841 se doctora y abandona la carrera universitaria. En 1842 inicia su actividad combativa en un periódico renano pero renuncia frente a la censura, se casa y emigra a París para sumarse a la clandestina Liga de los Justos. En 1844 conoce al anarco socialista francés Pierre Joseph Proudhon e inicia su amistad con Friedrich Engels. En 1845 es expulsado de Francia como “activista peligroso”, mudándose a Bruselas.

En 1847 finalmente se afilia a la Liga de los Justos proponiéndoles cambiar el nombre por el de Liga de los Comunistas, la que en su congreso celebrado en Londres encarga a Engels y a Marx para que en coautoría redacten un Manifiesto del Partido Comunista.

Marx tiene un entredicho con Proudhon que se detalla más adelante.

En 1848, con Engels aún de 27 años y Marx cerca de sus 30 años, se publica el Manifiesto Comunista.

Por su activismo es expulsado de Bélgica, trasladándose a París y de allí a Colonia donde asume como jefe de redacción del periódico Nuevo Renano.

Ataca a la burguesía alemana e incita a la rebelión armada generando disturbios en Colonia.

En 1849 es juzgado por los disturbios en Colonia y es expulsado de Alemania.

En Francia le prohíben establecerse y -entonces en condición económica angustiosa- marcha a Londres. Tres de sus hijos mueren de frío y hambre. Recuérdese que Marx nunca realizó trabajo productivo alguno, ni siquiera como profesor, viviendo de herencias recibidas de su familia, aportes recibidos del lado de su esposa del empresario Phillips de Holanda, aportes de amigos y finalmente mantenido por su amigo Engels, para entonces empresario de la factoría textil de la familia.

Para ir comprendiendo las pulsiones de Marx cabe recordar que una parte importante de lo heredado la había invertido en la compra de armas para lanzar una rebelión armada que se diluyó.

En 1862 hizo un intento de obtener un puesto de escribiente en los ferrocarriles ingleses pero es rechazado por su pésima letra.

En 1863, bordeando la miseria se dedica a redactar su libro El Capital.

En 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores donde redacta los Estatutos y varios acuerdos y declaraciones. En 1865 finaliza la redacción de El Capital en tanto participa activamente en la Internacional.

En 1867 aparece en Hamburgo su libro El Capital, el único completado y publicado por él. En 1869 viaja a París de incognito favorecido por un mayor soporte económico de Engels que para entonces estaba vendiendo su parte en la empresa para luego (en 1870) trasladarse a Londres residiendo cerca de la zona donde habitaba Marx.

En esta situación Marx trabaja en una posible continuación de su libro El Capital.

En 1871, con su ahora protector Engels instalado en Londres, participa activamente en la Internacional respecto de la Comuna de París.

Se produce entonces el impacto de la nueva teoría de la Utilidad de Jevons en Londres (casi en simultaneo con la similar de Carl Menger en Viena).

En 1872 participa en el Congreso de la Internacional en La Haya. En 1875 se realiza un congreso de unificación en la ciudad alemana de Gotha para dar nacimiento al Partido Socialista Obrero de Alemania (existente desde 1891 con el actual nombre Partido Social Demócrata Alemán).

Marx, con su característico estilo agresivo y descalificador, redacta La Crítica del Programa de Gotha.

A partir de aquí, aquejado por su enfermedad pulmonar y muy abatido por el fallecimiento de su esposa en 1881 y el de su hija Jenny en 1883, fallece este año en Londres.

MARX TEMPERAMENTAL

Cabe rescatar el efecto moderador que ejercía Engels sobre el carácter demoledor de Marx. El ascendiente de Engels, con su condición de empresario y activo entusiasta socialista, fue determinante en la vida de su protegido.

Varios aspectos sobresalientes de la obra de Engels -antes mencionados- influyeron de manera sustancial en las ideas de Marx, entre ellos el haber modificado la carátula de su obsesiva fijación, la de los estratos sociales “monarquía vs súbditos/plebeyos/esclavos”, y la de los de los “señores feudales vs feudatarios/siervos/vasallos” sustituyéndolos por el de “clase Burguesa (la explotadora) vs clase Proletaria (la explotada)” de la cual extraía el concepto de la supuesta inevitable Lucha de Clases.

Sin el mecenazgo y el efecto atenuador de Engels sobre el excesivo y obsesivo apasionamiento de Marx, muy posiblemente Marx no hubiera podido sostenerse y trascender en la historia. Simplemente habría quedado como un pasajero activista reaccionario y “peligroso”, tal como fue caratulado cuando fue expulsado de Francia en 1845 y del continente europeo en 1849.

Profundo analista, Engels, aparte de ser inspirador de Marx en enfoques fundamentales, representaba templanza, cordura y sensatez en las palabras y en las acciones, actuando como atemperador cuando -con frecuencia- Marx se desbordaba.

Hay algunas anécdotas narradas por Engels al respecto pero -sintetizando- vale mencionar parte de un prólogo de Engels (post mortum de Marx) cuando publicó en 1890, en la revista Die Neue Zeit, la Crítica de Marx al proyecto de Programa para el Congreso de Gotha (1875), advirtiendo: “…he suprimido algunas expresiones y juicios duros sobre personas y los he sustituido por puntos suspensivos. El lenguaje violento que a veces se advierte en él (por Marx) obedecía a…etc….”. Y agrega Engels, “Algunas frases también han sido sustituidas por puntos a causa de la ley de prensa, y cuando he tenido que elegir una expresión más suave, la he puesto entre paréntesis cuadrados”.

Pese a la juventud de ambos, Engels de 27 años y Marx cerca de los 30, fueron convocados por la Liga de los Justos para redactar el Manifiesto Comunista.

En el Manifiesto, si se lo lee desapasionadamente, se hace evidente la yuxtaposición de sus diferentes temperamentos, el de Engels -como observador de mirada despejada y prudente- resaltando los beneficios del enorme salto creativo y productivo gestado por la clase burguesa (los emprendedores) como herramienta ejecutora de la progresista Revolución Industrial, en tanto el de Marx -apasionado y obsesivo- arengando para enardecer los ánimos, incitando -pertinaz- a la rebelión y a la lucha de clases.

Vale la pena el ejercicio de leer sin arrebato el primer capítulo del Manifiesto Comunista (“Burgueses y Proletarios”) y practicar un tamizado de enfoques para ir viendo a quien atribuir cada párrafo del capítulo, al sensato observador Engels o al constreñido apasionamiento de Marx.

En este primer capítulo -de la mano de Engels- reconocen y ponderan la fuerza y energía de la “Acción Humana” (las comillas y mayúsculas son mías), diciendo: “la Burguesía (refiriéndose a los emprendedores) ha sido la primera en demostrar lo que puede realizar la Actividad Humana, creando maravillas muy distintas a las pirámides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas, y ha realizado campañas muy distintas a las migraciones de los pueblos y a las cruzadas”.

Una verdadera premonición -un anticipo- del buen observador Engels de lo que luego de más de doce años resultaría ser la esencia de la Teoría Subjetiva del Valor embrionariamente esbozada por Jevons en 1860, la Acción Humana, título de la posterior profunda obra de Ludwig von Mises (1881-1973).

Un implícito elogioso reconocimiento a la potencialidad progresista y productiva de los ejecutores de la imponente Revolución Industrial, en ese entonces iniciando su meteórico desarrollo.

Pero la mano de Marx vuelve en el Manifiesto a denostar, con ciega pulsión reaccionaria, lo que en verdad era el productivo y progresista accionar de los emprendedores que multiplicaban la generación de riqueza y su volumen productivo, abriendo las puertas a la libre movilización de clases al ir incorporando mano de obra que del campo y del artesanado se volcaba en masa hacia los burgos en busca de una mejor vida, colmando sus alrededores y conformando un creciente sector obrero industrial.

Cabe entonces hacer una sintética semblanza del temperamento de Marx y señalar aspectos determinantes de su estructura narcisista, para lo cual es útil complementarse con las opiniones sobre Marx de quien lo estudió muy en profundidad, el fallecido (nov 2021) amigo y gran filósofo Antonio Escohotado, información a la que puede accederse en sus videos en youtube y en su descomunal obra Los Enemigos del Comercio.

Y -en particular- mirar el videíto de Escohotado en el que pregunta: ¿Por qué no me enseñaron en la escuela todas estas cosas sobre Marx? (en realidad quiso decir, me ocultaron).

Karl Marx fue desde su juventud un activista de muy conflictiva personalidad, irascible, intolerante, agresivo, descalificador, intransigente, inflexible, arrogante, con un comportamiento compulsivo nacido en la fijación obsesiva de la confrontación de clases (los estamentos antagonistas) y creído portador de la suprema verdad científica (la “fallida” Teoría del Valor Trabajo), pilote sobre el que elaboró su predicción sobre el desarrollo, consecuencias y conclusión de la rebelión proletaria.

EL CHOQUE CON PROUDHON

Marx conoce en 1844 al filósofo anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), para entonces famoso por su obra de 1840 ¿Qué es la Propiedad?

Marx, a sus 29 años, que por su fogoso temperamento venía chocando a repetición con diferentes pensadores y activistas socialistas y anarquistas, le propone a Proudhon en 1847 que uniera sus fuerzas a las de “él y Engels” sumándose al esbozo de comunismo y a la embrionaria cruzada redentora del proletariado que ya se estaba gestando en la mente de Marx.

Proudhon, que acababa de publicar su libro La Filosofía de La Miseria, buen observador, detectando la deriva mesiánica de Marx, le envía su muy conocida previsora advertencia: “Colaboremos, en todo caso, en un esfuerzo por descubrir las leyes de la sociedad, la forma en que esas leyes funcionan, el método mejor para dedicarnos a su investigación, pero -por amor a dios- cuando hayamos derribado todos los dogmatismos apriorísticos, no vayamos -por nuestra parte- a inyectar al pueblo otra nueva doctrina dogmática. Aplaudo de corazón vuestra idea de sacar a la luz toda clase de opiniones, entablemos polémicas honradas y sinceras, demos al mundo el ejemplo de una tolerancia sabia y previsora, pero por el hecho de estar nosotros a la cabeza de un movimiento nuevo, no nos situemos como dirigentes de una nueva intolerancia, no adoptemos la postura de apóstoles de una nueva religión, aunque sea la religión de la razón misma. Demos la bienvenida a todas las protestas y estimulémoslas, condenemos todas las exclusiones, todos los misticismos, no demos por terminada jamás una cuestión, e incluso después de haber agotado nuestro último argumento, empecemos de nuevo, si es necesario, con elocuencia y con ironía. En estas condiciones yo tendré muchísimo gusto en participar en vuestra asociación, de lo contrario, no”.

Fiel a su agresivo estilo y enfurecido, Marx le respondió atacándolo con su libro La Miseria de La Filosofía (1847), confirmando su intolerancia y pulsión autoritaria.

Proudhon consideró esto como una «difamación de un doctor Marx» y la rechazó como un «tejido de crueldades, calumnias, falsificaciones y plagio».

Vale esto para confirmar la particular estructura narcisista de Marx.

SIGMUND FREUD

De haber nacido Sigmund Freud (1856-1939) en los tiempos de Proudhon, Engels y Marx, le habría diagnosticado a Marx su brote mesiánico y le habría alertado respecto de su fijación obsesiva respecto del enfrentamiento de clases, de su pretensión de sentirse un nuevo cristo (del griego khristós: ungido), un cristo materialista redentor, rescatador y salvador de los pobres (proletarios integrados por campesinos y artesanos a los que iba sumando los obreros industriales).

Le habría advertido de su agresiva actitud reaccionaria frente a los embrionarios beneficios evidentes resultantes de la liberación de las fuerzas productivas y del meteórico progreso que se iniciaba con la Revolución Industrial que ponía en evidencia la potencialidad de la naturaleza humana en libertad y daba inicio a sus perdurables beneficios en la -desde entonces- creciente e ininterrumpida mejora del progreso y bienestar que hoy disfrutamos.

Le habría señalado también su pretensión profética de conducir al proletariado de entonces [[integrado por campesinos y artesanos que aspiraban a reorientar sus vidas a través de las compuertas de liberación y movilidad social que empezaban a abrirse]] a una rebelión, a una confrontación violenta entre las clases sociales que Marx consideraba rígidas, una Lucha de Clases a dirimirse entre el proletariado y la denominada clase antagonista burguesa (la de los emprendedores), la que sería saqueada, despojada y eliminada por la triunfante clase proletaria imponiéndose una Dictadura del Proletariado, de clase única, para poner fin al abuso de los emprendedores de la Revolución Industrial supuestamente ejecutado mediante la explotación por quita por plusvalía, fundamento fallido derrumbado en 1871 (que paralizó a Marx en su intención de publicar la continuación de El Capital) por la concluyente interpretación del accionar de la naturaleza humana demostrada por Jevons, Menger y Walras con la Teoría Subjetiva del Valor Utilidad.

Le habría así advertido -en síntesis- de su Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), donde su obsesiva fijación (la lucha de clases) lo compelía a incitar a una rebelión violenta contra su supuesto componente antagonista, instalando una impronta de comportamiento que podría alimentar personajes de estructuras psíquicas agresivas terroristas delirantes, movimientos armados (tal como Marx lo intentó cuando destinó parte de su herencia para la compra de armas) que con la R de supuestos revolucionarios y cabecillas de similares ínfulas impulsarían rebeliones con graves daños para la sociedad en la delirante pretensión de tomar el poder.

Y -fantaseando un poquito más- con un milagroso acto de visión prospectiva Freud hubiera podido advertirle a Marx que su idea era de una ingenuidad peligrosa pues lo más probable sería que al instalarse la Dictadura del Proletariado a cargo de la supuesta avanzada del proletariado con supuesta consciencia de clase, emergerían los más desatados osados e inescrupulosos para encaramarse en el poder donde rápidamente se embriagarían con las mieles del mismo abusando corruptamente de sus beneficios y privilegios, intentando perpetuarse enquistándose en el poder para finalmente generar una regresión imponiendo una Monarquía Absoluta Lumpen Proletaria (populismo) con ramificaciones feudales, una involución que volvería a concentrar y centralizar todo el poder (un remedo de El Estado soy Yo de Luis XIV) en manos de voraces rapaces arrogados protectores de los pobres, que astutamente ejecutarían el pretendido despojo marxista sobre los bienes y medios de producción de los emprendedores mediante el sutil mecanismo de asfixia y estatización de sus empresas y sustituirían el proclamado saqueo marxista por descarados mecanismos impositivos de magnitud confiscatoria y expoliación de bienes sumados a un control centralizado, dirigista, regulador y esterilizador de la libre interacción humana y del libre intercambio (mercado).

Y -podría sumarse- la poco sutil incautación de riqueza mediante un manejo arbitrario de la emisión monetaria.

La suma del poder quedaría así en manos de esta Monarquía Lumpen Proletaria, aniquilando la iniciativa personal propia de la Acción Humana, espantando a quienes podrían invertir en nuevos emprendimientos, desalentando el desarrollo productivo, provocando la caída de generación y producción de riqueza y provocando una ominosa pauperización comunitaria, en síntesis, una completa regresión a la miseria medieval, una brutal involución, una nueva forma de explotación por plusvalía por parte de un encaramado grupo parasitario afaníptero de corruptos depredadores, absolutamente improductivo.

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO (TOC)

Es una perturbación psíquica -“TRASTORNO”- que suele afectar desde la niñez o adolescencia, cuando se instala una idea fija focalizada en un objetivo o propósito que se impone como demanda dominante, persistente e incontrolable que adquiere la condición de “OBSESIVO” y que exige su realización de modo “COMPULSIVO” generando un impulso porfiado y reiterativo que compele a su realización en su necesidad de intentar descargar y aliviar la angustiosa ansiedad que lo domina, imponiendo una hiperactividad que busca satisfacer una exigencia que le es inagotable.

En situaciones de competencia argumental la demanda de información amiga útil y necesaria para soportar el obsesivo objetivo asumido como verdad inconcusa cobra tal intensidad patológica que le provoca una voraz búsqueda y recolección de literatura y artículos que respalden el propósito perseguido, asociado a una ansiedad descontrolada que lo satura de agotamiento, insomnio incluido, y lo desgasta multiplicando su obsesión.

El TOC es una enfermedad de la mente que limita significativamente a quienes la sufren en intensidad sometiendo al afectado a un estilo y forma de vida marginal de muy baja calidad, con enorme dificultad para integrarse socialmente de manera armónica y productiva y causa frecuente de discapacidad laboral.

La asociada discapacidad está acompañada de ansiedad intensa y angustiante, irritabilidad, agresividad, violencia, insomnio, imposibilidad de sostener una actividad laboral, delirios de grandeza, mesianismo, dificultad para integrarse socialmente, estallidos de verborragia, actitudes descalificatorias, arrogancia agresiva, dificultad para sostener el hilo de una argumentación mesurada sin brotes humillantes y/o descalificatorios para terceros.

El TOC es un trastorno base de pulsiones terroristas.

Si bien en general el TOC es una enfermedad de alcances no graves, pasa a ser una perturbación que alcanza niveles de peligrosa intensidad en personajes de conductas extremas propensos a ser generadores de disturbios sociales.

Este tipo de psicosis antisocial caracteriza a cabecillas de organizaciones terroristas y de ciertos tipos de movimientos sociales con brotes de violencia, incapacitados para integrarse armónica y pacíficamente en una comunidad productiva.

Karl Marx no fue un revolucionario. Fue un activista reaccionario, obsesivo y compulsivo, en su oposición a la naciente Revolución Industrial.

Toda la estructura filosófica de Marx tiene la inconsistencia de su origen, la errónea teoría del Valor Trabajo.

Y recordemos que Karl Marx nunca tuvo actividad laboral productiva para mantenerse a sí mismo y a su familia. Fue mantenido por terceros y -por añadidura- utilizó parte importante del dinero recibido por herencia y por aporte de parentesco de su esposa, en la compra de armas para alimentar la rebelión que incitaba.

DE LO TEÓRICO A LO EMPÍRICO

Una teoría es una interpretación especulativa de un tema o problema y las dudas y opiniones discrepantes que pueden cuestionar su validez se salvan mediante la experimentación que permite convalidarla o invalidarla.

Por ejemplo, simplemente y en versión contemporánea, de haber nacido en la CUBA marxista castrista, Bill Gates sería un conductor de taxi de piqueta, Steve Jobs un maitre de hotel y Steve Wozniak un ayudante de cocina.

Y no tendríamos Windows, ni computadoras personales ni teléfonos celulares, una perfecta condición de subdesarrollo garantizada por el marxismo que como gramínea tóxica se ha expandido por toda Latinoamérica, hasta ahora sin suficiente resistencia inmunitaria activa y depuradora por parte de la población sensata y productiva.

Puede que por su expansión y sus lamentables consecuencias en Latinoamérica esté cercano el hartazgo por saturación que conduzca a un saludable renacimiento del espíritu liberalizador y progresista de la Revolución Industrial.

MARX Y SUS CONTRADICCIONES

Controvertido beligerante, combativo y belicoso personaje de enorme peso en el recorrido de la humanidad, nunca trabajó (la única vez que hizo un intento fue rechazado), vivió su entera vida mantenido por herencia familiar, por aportes del “empresario” Phillips de Holanda (por parentesco con su esposa), por aportes de amigos y esencialmente sostenido económicamente por su gran amigo el “empresario” textil Friedrich Engels, su compañero de batallas intelectuales con quien fue coautor del Manifiesto Comunista a sus juveniles 29 años de edad.

El entrecomillado es para puntualizar la fisura moral que se permitió Marx para vivir como profeta pero actuando en contra de sus principios al aceptar (y pedir) ser mantenido por nada menos que con aportes de empresarios, esto es, aportes repudiables por provenir de “explotadores por plusvalía” tal como Marx identificaba a los emprendedores.

En sus Glosas Marginales al Programa del Partido Obrero Alemán Marx escribió su famosa frase: “En la fase superior de la sociedad comunista, cuando con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades!”. Marx parece haberse posicionado en esta última afirmación, la de ser mantenido “según sus necesidades” sin importarle la procedencia del dinero.

Otro aspecto destacable en el Manifiesto Comunista, que muy probablemente fue de la pluma del joven Engels, es la automática adhesión de Marx a la frase cierre del capítulo II -“Proletarios y Comunistas”-, un verdadero pensamiento liberal que dice: “En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en la que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”.

Esto es precisamente lo que logró la Revolución Industrial, la movilización de clases por méritos propios, la acción humana en su más perfecta expresión como fuerza o ley natural, la libre interacción y el libre intercambio de bienes y servicios, base esencial del progresismo y del meteórico desarrollo generado por la Revolución Industrial que trajo a la humanidad al nivel de bienestar alcanzado en aquellos países que han sabido aprovechar y saben cuidar el libre funcionamiento armónico, pacífico, respetuoso y productivo de los ciudadanos.

Y lo que parece que ha pasado más desapercibido en la proyección filosófica de Karl Marx fue que en su psiquis profunda Marx era un anarco libertario. Tal como lo expresó, estimaba que la etapa de la Dictadura del Proletariado, ejercida por la avanzada de un proletariado con “consciencia de clase”, se extinguiría por sus propias contradicciones dando paso a una sociedad anárquica libertaria, la sociedad comunista.

Y así resulta que liberalismo y marxismo están compartiendo un objetivo común, una humanidad sin rígidos estratos o clases sociales, sin forma alguna de dictadura, una convivencia armónica espontánea, pero distinguiéndose uno del otro por el camino a recorrer hacia el noble objetivo, el marxismo a través del peligroso túnel de la Dictadura del Proletariado o Monarquía Lumpen Proletaria (con marcada tendencia a quedar estancados en el medio del túnel), en tanto el liberalismo por la práctica de la libre y respetuosa interacción humana y el libre intercambio de bienes, servicios, ciencia, arte, afectos, etc.

Esta es la decisión social pendiente.

LA SECTA MARXISTA

Pierre-Joseph Proudhon detectó de manera temprana el brote mesiánico y el trastorno obsesivo compulsivo del joven (29 años) Karl Marx y presagió su sectarismo.

Karl Marx no fue un revolucionario sino un activista reaccionario oponiéndose al progresismo revolucionario que habilitaba la recién nacida Revolución Industrial y que determinó el progreso actual y la dinámica generadora de nuevos descubrimientos y beneficios sociales.

Marx, con su fijación obsesiva de considerar entonces la sociedad rígida e inmutablemente dividida en dos estamentos irreconciliables, uno el de los abusadores explotadores (los burgueses emprendedores) y el otro de los proletarios oprimidos y abusados, intentó -como activista incansable- instigar a la rebelión de las masas proletarias como única manera de resolver el conflicto de clases a la que su obsesiva fijación emocional lo impulsaba.

No pudo ni supo ver y aceptar el proceso de liberalización y de apertura para la movilidad social basada en la potencialidad de la acción humana que ponía en evidencia y habilitaba la Revolución Industrial, pese a estar dicha potencialidad latente tibiamente mencionada en el Manifiesto Comunista de la joven mano del embrionario empresario Engels.

El concepto revolución implica un gran salto evolutivo, un rápido, potente, sostenido y beneficioso progreso, un cambio profundo, positivo y productivo en las estructuras políticas y socioeconómicas de la humanidad.

Este concepto es el aplicable al meteórico progresismo generado y acelerado por Revolución Industrial en el Siglo 19.

Por su parte el concepto rebelión es el aplicable a la pretensión de Marx de reaccionar contra los emprendedores de la Revolución Industrial (la denominada por Marx como clase antagonista o clase burguesa), esto es, contra lo que fue y es una positiva revolución que -tal como se dio- condujo a la humanidad al actual nivel de desarrollo logrado en los países que han sabido mantenerse dentro de sus parámetros operativos, a la enorme y meritoria tarea de los emprendedores sumada al avance científico y tecnológico y a la apertura de la compuerta que entonces separaba los estratos sociales preexistentes, a la liberalización de los hasta entonces rígidos estamentos sociales que venían desde siglos anteriores bien representados por la expresión de Luis XIV (Siglo 17) “El Estado soy Yo” de la monarquía absoluta sumado a las ramificaciones feudales, una estratificación social que separaba a reyes, nobles y señores feudales (la casta de los abusadores) de los abusados, vasallos, súbditos, siervos, plebeyos (los verdaderamente sometidos y explotados), los campesinos y artesanos a los que sumaba el naciente cuerpo de obreros industriales como integrantes del proletariado.

En la estructura narcisista y temperamental de Marx estaba instalada la fijación obsesiva del rescate y salvación de los pobres proletarios a través de la lucha de clases.

Nacía con él un nuevo cristo (del griego, kristhos: ungido), un cristo materialista, redentor del proletariado, un profeta portador de una supuesta verdad científica, inconcusa y contundente ley de la naturaleza, la fallida Teoría del Valor Trabajo (invalidada en 1871 por la Teoría Subjetiva del Valor Utilidad de Jevons, Menger y Walras), teoría que era el cimiento sustentador de lo que denominó Explotación por Plusvalía y fundamento justificador de la inevitable “Lucha de Clases” entre la proletaria y la antagonista burguesa que conduciría al violento saqueo y despojo de los medios productivos de los emprendedores de la Revolución Industrial.

La clase triunfadora instauraría una “transitoria” Dictadura del Proletariado de clase única con supuesta consciencia de clase, que concentraría y centralizaría todos los poderes y que -luego de completada su tarea- se extinguiría por sus propias contradicciones dando paso a la sociedad anarco-libertaria, al paraíso terrenal, la sociedad comunista.

La cruzada del nuevo profeta necesitaba un símbolo, una cruz. La de los maderos cruzados era la cristiana, la de los triángulos cruzados la judía de sus ancestros, su cruz no debía tener carácter religioso pero sí rigidez dogmática, una cruz materialista representativa de sus guiados al paraíso terrenal comunista, la Hoz de los campesinos y el Martillo de los artesanos. Nacía la cruz de la cruzada marxista a la que se sumaba el típico gesto del brazo en alto con el puño amenazante.

Quedaba así determinada la impronta beligerante de la secta marxista la que por una especie de ley natural de gravedad, sigue atrayendo y aglutinando a individuos de similares características psicopáticas, trastornos, temperamentos y fisuras narcisistas.

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