Por Hernán Andrés Kruse.-
El 19 de junio se cumplió el cuadringentésimo segundo aniversario del nacimiento de un eminente matemático, físico, inventor, filósofo y escritor francés. Blaise Pascal nació el 19 de junio de 1623 en Clermont. Fue un niño prodigio. Con tan sólo 16 años de edad escribió un importante tratado sobre las secciones cónicas. Más adelante, mantuvo una relación epistolar con Pierre de Fermat sobre la teoría de la probabilidad. En 1642 comenzó trabajos (en aquel momento pioneros) sobre máquinas de calcular (las “calculadoras de Pascal”). Al igual que su contemporáneo René Descartes, fue pionero en las ciencias naturales y aplicadas. Defendió el método científico y realizó relevantes contribuciones al estudio de los fluidos. Analizó los conceptos de presión y vacío, haciendo posible la generalización del trabajo de Evangelista Torricelli. Apoyándose en Torricelli y Galileo Galilei, en 1647 refutó nada más y nada menos que a Aristóteles y Descartes, quienes consideraban que la naturaleza aborrecía el vacío. En 1642, se identificó con un movimiento religioso dentro del catolicismo denominado Jansenismo. Más adelante comenzó a escribir sobre filosofía y teología. Sus obras más influyentes datan de esta etapa de su vida: Las “Lettres provinciales” y las “Pensées”. Luego de estar enfermo durante algunos años murió en París el 19 de agosto de 1662 (Wikipedia, la Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Ramón Alcoberro titulado “Una introducción a las “Pensées” de Blaise Pascal”. Su objetivo es analizar la filosofía de este prodigio intelectual.
PASCAL Y LA “FILOSOFÍA DEL DESCENTRAMIENTO”
“Si hay una tradición compleja y difícil de perseguir en la historia de la filosofía de Occidente es la que se inicia en Blaise Pascal (1623-1662) para continuar en Kierkegaard y seguir tal vez hasta Kafka y Wittgenstein. Son los filósofos del descentramiento; los que rechazan con furia el antropocentrismo y a la vez desearían entender al hombre para poder salvarlo. Hay una tradición de filosofía “descentrada”, escrita desde la convicción de que, por decirlo en frase de Pascal, vivimos en un círculo extraño cuyo centro se halla en todas partes y cuya circunferencia no está en ningún sitio (¿o sería al revés?). Para todos ellos lo sagrado, lo indecible, la religión y el temor reverente, se convirtieron en una obsesión fundamental; casi en una monomanía.
Con Pascal se inicia una especial manera de “pensar la religión”: el estilo de los hombres que se toman en serio el dolor del mundo; tipos duros –casi siempre en un cuerpo débil– que desconfían hasta de sí mismos y que consideran la calma y la belleza tranquila como algo sospechoso, casi indigno del Dios poderoso que aspiran a encontrar y cuya ausencia les conmueve. Tanto Pascal como sus herederos consideran que si el hombre tiene que medirse con alguien sólo puede hacerlo -sólo merece hacerlo- con el mismo Dios; cualquier otra disputa les resulta demasiado insignificante. Por ello sienten una “impotencia existencial” paradójica, que en vez de llevarlos al silencio les conduce a la escritura, y viven con un pánico cerval a la muerte o, más en concreto, al juicio divino. Además están convencidos de que los humanos son incapaces de alcanzar la verdad por sí mismos y de que inevitablemente la humanidad siempre ha sido y será infeliz porque es dependiente –y jamás puede dejar de serlo.
Otro rasgo que une a esa extraña cofradía filosófica es el uso descarnado de la ironía: Pascal y los filósofos que hemos llamado “del descentramiento” nunca jamás se permitirían el chiste explícito, finalmente vulgar; pero para ellos el mundo tiene un sentido trágico que sólo puede acabar de resolverse en un sarcasmo a veces innecesariamente cruel, y -eso también es significativo- ejercido siempre con perfecta indiferencia tanto contra uno mismo (contra el “amor propio”) como sobre los demás. Los filósofos de esa extraña cofradía dan por hecho, además, que formar parte de “los que han entendido” obliga a pagar un precio casi imposible; sólo se salda la deuda con lo Absoluto dejando jirones de la propia vida en el empeño. Y finalmente, “last but not least” para agobio de psicólogos, todos los filósofos de esa estirpe pasan la vida notando la sombra de un padre –casi freudiano– que se encarga de amargarles la vida, en el más estricto sentido de la palabra, haciéndose omnipresente y odioso hasta cuando se empeña en hacer desaparecer.
Blaise Pascal (1623-1662) forma parte del pequeño grupo de filósofos que escriben para conocerse a sí mismos, porque les va su vida en ello –y no para resolver problemas conceptuales. Sería abusivo reducirlo a «pensador religioso», etiqueta hoy desprestigiada, porque en él lo religioso es condición necesaria pero no suficiente de su obra, por decirlo en vocabulario escolástico. Los pensadores de la estirpe que se inicia en Pascal se tienen a sí mismos como el único problema conceptual verdaderamente significativo y buscan a Dios entre tinieblas. De hecho su obra es su vida y la escritura viene a ser como el latido de su corazón: viven porque escriben de la misma manera que los demás mortales vivimos porque el corazón no sabe ni puede pararse. Ese es el tipo humano que escribe las «PENSÉES» para defender la religión incluso contra ella misma (Pascal es un jansenista que ve en los jesuitas casi al demonio), que escribe para no perderse y para mostrar un camino de salvación, conseguido al precio de la propia negación; un camino que en su caso no es otro que el de la paradoja.
Sin embargo, y a diferencia de Kierkegaard, especialmente, pero también de Kafka o Wittgenstein, Pascal no llega nunca de forma explícita a las “cimas de la desesperación”, por usar un tópico, ni a las de la brutalidad, ni a las del cinismo. Jean Mesnard dijo que lo esencial de Pascal se resume en la idea de «miseria del hombre sin Dios» y esa convicción existencial conduce a la piedad, más que al cinismo. Ciertamente está convencido de que a Dios no se conseguirá llegar jamás mediante el razonamiento; pero el hombre según Pascal es un ser doble: lleno a la vez de miseria y de grandeza; y ello le salva. Mientras que sus herederos espirituales olvidarán la grandeza de lo humano para centrarse en su miseria, Pascal, que inicia un existencialismo no pesimista, será siempre un católico, y en consecuencia no puede creer en un Dios de predestinación (protestante) o de destino (judío) aunque coincida con Kierkegaard, Kafka o Wittgenstein en conceptuar la miseria humana como impotencia, es decir, como imposiblidad absoluta y total para lograr la plenitud a la que se aspira.
Como enseñó Jean Mesnard: «La miseria del hombre [en Pascal] es esencialmente “impotencia”. Es un efecto de su grandeza. El hombre es semejante a los animales, que no son miserables, pero se ha encontrado en una situación mucho más elevada y el vago recuerdo que conservó de este primer estado le torna insoportable su condición actual. La miseria del hombre proviene de la contradicción entre la realidad de lo que es y el ideal al que aspira. Aspira a la verdad y sólo encuentra error; aspira a la felicidad y sólo encuentra aburrimiento; aspira a la verdadera justicia y no encuentra más que falsa justicia; aspira al infinito y sólo encuentra finitud. El hombre se halla, pues, escindido; su vida es un perpetuo drama». Convertir ese drama en discurso es lo que hace a Pascal un pensador imprescindible para la antropología filosófica, incluso desde una óptica no creyente.
Pascal es también un escritor paradójico por lo que hace a la transmisión de su obra: sin que sea posible repetir el tópico según el cual su libro principal está constituido por “los papeles de un difunto”, como quiso cierta crítica romántica, hay que decir que no escribió las «PENSÉES» tal como actualmente las leemos, es decir, como textos discontinuos, fragmentarios, incompletos… de hecho lo que nos ha llegado son las notas previas a la redacción de una inacabada «Apología de la religión cristiana» que, aunque prevista por el autor, que incluso había elaborado un índice de la obra, nunca llegó a ver la luz. Fueron sus editores de 1670-1671, y los posteriores, quienes interpretando, no siempre con buen criterio, aproximadamente un millar de fragmentos “construyeron” el texto. Incluso el título del libro se debe a una discutible y un tanto arbitraria decisión de sus editores que lo publicaron como «PENSÉES DE M. PASCAL SUR LA RELIGION ET SUR QUELQUES AUTRES SUJETS; QUI ONT ÉTÉ TROVÉES APRÈS SA MORT PARMI SES PAPIERS».
Las «PENSÉES» no son “ensayos” digresivos, tipo Montaigne, sino conjeturas, apuntes o fogonazos cuyo valor formal proviene posiblemente de su carácter fragmentario, que le da una fuerza expresiva imposible de lograr, por una pura razón formal, en un texto piadoso más convencional. Pero leer a Pascal –que exige un lector adulto y un tanto “de vuelta” de muchas ilusiones vanas– sigue siendo una experiencia que va mucho más allá del ámbito religioso”.
¿UN CRISTIANISMO ANTIHUMANISTA?
“Por estrictas razones de cronología Pascal no pudo leer ni a La Rochefoucauld ni a La Bruyère y, aunque conocía las «Meditaciones Metafísicas» de Descartes (1641) a quien tenía por “inútil e incierto”, tampoco alcanzó a conocer las obras mayores de Malebranche, Spinoza o Leibniz, sus contemporáneos; por ello su texto implica no sólo una novedad en el campo del cristianismo, sino una peculiar e incisiva comprensión antihumanística del racionalismo y de la problemática que implicaba con relación a la fe. Pascal, desde luego no es un puro “moralista” barroco, sino un cristiano que descubre su crisis de fe y busca caminos para superarla y eso mismo le hace plenamente moderno. Es además un hombre que ha vivido crisis y “conversiones” (por lo menos dos documentadas en 1646 y en 1654) y que, por ello mismo, conoce la complejidad y los silencios de la fe.
La finalidad de la «Apología de la religión cristiana» era una defensa de la fe contra los “libertinos”, es decir contra el tipo humano que se veía reflejado en Montaigne; pero afortunadamente las «PENSÉES» aunque discontinuas abordan un campo de intereses mucho más amplio, que incluye la filosofía, la antropología moral, la retórica e incluso la política. Todo ello visto por un laico que no deja de ironizar sobre cualquier argumentación elaborada desde la tradición y que, además, por su formación como matemático está en excelentes condiciones para comprender el trascendental cambio cultural que implica el cogito cartesiano –y las inevitables consecuencias para la fe de la duda escéptica (o “pirroniana”, en su vocabulario) implícita en el racionalismo.
Pascal, que escribe de una forma perfectamente clara y estrictamente moderna, resulta –sin embargo– de lectura enrevesada hoy, precisamente porque vivimos en una época cada vez más “postcristiana”, que ha perdido muchas de las claves culturales tradicionales. Por ello la mejor estrategia consiste en abordarlo desde el prisma de la paradoja. En sus «PENSÉES» se encuentran los fundamentos del debate entre razón y fe en la modernidad y, en cierta manera, con él aparece también el complejo tema – luego central en el existencialismo del siglo 20– de la relación entre la fe y el absurdo existencial. Con Kierkegaard, Pascal es, entre los clásicos, quien mejor asume el reto que significa para el cristianismo una modernidad racionalista, pero a la vez instrumental. A la razón geométrica, Pascal opondrá el conocimiento profundo del corazón humano que le lleva a encontrar un hombre desorientado y, por ello mismo, sediento de Absoluto. A la concepción mecánica del mundo, Pascal le enfrentará una radical afirmación de la insuficiencia y de la provisionalidad de la razón que sólo un Dios puede colmar. Hay un «temor bueno», que viene de Dios y de la fe, y un «temor malo» que viene de la duda. Hay un temor a perder a Dios y otro a encontrarle (L 908). El corazón conoce ambos temores y es en el corazón –y no en la razón– donde se juega la partida”.
CREER TRAS EL DESAFÍO RACIONALISTA
“Como creyente “moderno”, y por primera vez desde el mismo interior del cristianismo, Pascal se da cuenta de que la mejor defensa posible de la fe tras del “cogito” cartesiano ya no puede vincularse a la defensa de ninguna tradición, sino que se halla en la reivindicación de la paradoja como fuente y límite de razón, pues, finalmente la razón es un criterio de conocimiento a la vez útil e incompleto, porque «[..] Todo lo que es incomprensible no deja de ser» (L 521). En palabras de Bérengère Parmentier: «La verdad, para Pascal, escapa a la razón; por ello no pretende persuadir racionalmente». Mientras Descartes y el racionalismo ponían el énfasis en el orden (y en el principio de evidencia, que es el fundamento de la racionalidad misma), Pascal se precia de todo lo contrario, repudia cualquier principio metódico y, mucho más aún, denuncia la insuficiencia de la razón como criterio: «Escribiré mis pensamientos sin orden y no tal vez en una confusión sin designio. Es el verdadero orden y él marcará siempre mi objetivo por el desorden mismo» (L 532).
El orden pascaliano proviene del “corazón”, que considera más adecuado al conocimiento que de verdad le importa, es decir, al de la transcendencia. Tal como dice en un texto bien conocido: «El orden. Contra la objeción de que la Escritura no tiene orden. El corazón tiene su orden, la inteligencia [esprit] tiene el suyo que es por principio y demostración. El corazón tiene otro. No se prueba que se deba ser amado exponiendo las causas del amor. Ello sería ridículo» (L 298). Mientras los matemáticos pretenden racionalizar el mundo, el creyente Pascal reivindica un «orden de la caridad, no de la inteligencia [esprit]» cuyo núcleo «consiste principalmente en la digresión» (L 298) y que a su parecer es el de Cristo, el de San Pablo y el de San Agustín. Pascal es el iniciador de un cristianismo tan absolutamente exigente que llega a ser antihumanista -porque creer en el hombre sería pecar contra Dios; que se reivindica como paradójico y que considera a la vez: «Incomprensible que Dios sea e incomprensible que no sea» (L 809).
Su más profunda convicción es, para decirlo con Antony McKenna que: «La única certeza de la que el hombre es capaz es la del sentimiento: ésta es la certeza que la “naturaleza” ofrece a la razón “impotente” y “lamentable en todos los sentidos”: “la naturaleza confunde a los Pirronianos” (L 131)». Sólo la “conversión de corazón” nos permite acceder a lo que está más allá de lo razonable. La estrategia pascaliana en el debate entre razón y fe propone una novedad radical: ya no se trata de “defender” la fe ante el incrédulo (algo que el racionalismo ha vuelto azaroso, o tal vez imposible), sino de mostrar que “la razón” aunque poderosa como herramienta resulta, a la vez, insuficiente como finalidad en sí misma, para animarnos de esta manera a dar el salto a la dimensión trascendente y sobrehumana. La razón deja insatisfecha a la propia razón y, en ese mismo acto, abre la puerta a la necesidad de la fe.
Por ello Pascal asume de entrada que «el cristianismo es extraño». (L 351), pero lo es precisamente porque toda la realidad está entertejida de paradoja y contradicción. O en su propio vocabulario de «contrárietés» ante las cuales la razón se halla impotente. Pascal ha sido el filósofo que quiso hacer del escepticismo una demostración de la existencia de Dios en un mundo que considera irremisiblemente irracional, pues, finalmente: «Éste no es para nada el país de la verdad, ella va errante desconocida entre los hombres…» (L 840). Debería quedar claro que Pascal no se opone a la razón de ninguna de las maneras. Si chocase con los principios de la razón «nuestra religión sería absurda y ridícula» y es en el pensamiento donde se manifiesta la grandeza humana. Pero claramente considera que existe una instancia superior y más decisiva que la razón calculadora: se trata de la razón que nace del “coeur”, hecha de “instinct” y “sentiment”, (el ámbito del sentimiento, el corazón, la intuición emocional…) [L 110] y es allí donde se pone en juego lo realmente valioso, que ya no es racional y que nos permite situarnos ante lo trascendente, es decir, ante lo decisivo.
Casi se podría decir, con un mínimo anacronismo, que la estrategia pascaliana ante el desafío racionalista prefigura la de algunos pensadores judíos centroeuropeos del siglo pasado frente a la herencia ilustrada: no pretendían negarla directamente, sino mostrar su supuesta insuficiencia hasta convertirla en algo, en el fondo, insignificante. De la misma manera, Pascal jamás reniega de la razón pero sí de la pretensión según la cual el hombre es un ser razonable. Por retomar una de sus más citadas frases: «No hay nada tan conforme a la razón como el desacuerdo en la razón». En consecuencia, si la razón ni siquiera es capaz de ponerse de acuerdo consigo misma, sólo se puede superar el absurdo [de la razón] a condición de admitir lo inexplicable [la fe]. Aquello que los humanos toman por “razón” permite, según Pascal, poco más que la sacralización de la costumbre y, por ello mismo, resulta insuficiente cuando se plantea seriamente la cuestión de la Verdad (es decir de Dios –con mayúsculas).
Como ha repetido el estudioso Jean Mesnard: «en el hombre [según Pascal] se revelan dos aspectos contradictorios, la miseria y la grandeza». Pero la grandeza del hombre sólo se encuentra en el nivel de la “esperanza” mientras que la miseria se descubre brutal y pesada a cada momento en la vanidad, en el amor propio y en las relaciones humanas en general. Hay como una especie de principio axiológico en Pascal según el cual «Cada cosa es en parte verdadera y en parte falsa» (L 905). Incluso la pena de muerte, la castidad o el matrimonio tienen su lado bueno y su lado malo. Por eso la razón no sería tampoco verdadera sin la fe. Al afrontar la lectura de su obra no estaría de más recordar que, a su parecer, la contradicción y la paradoja reinan en el mundo y, por ello mismo, también son una regla de estilo en la retórica. En opinión de Pascal: «La verdadera elocuencia se ríe de la elocuencia, la verdadera moral se ríe de la moral… Reírse de la filosofía es verdaderamente filosofar».
Las «PENSÉES» expresan una búsqueda de la trascendencia y, a la vez, la conciencia de la crisis existencial como único horizonte de lo humano, de ahí su éxito literario, en la medida en que modernidad y crisis han tendido a ser líneas paralelas a la largo de la historia. Pascal fue el primer creyente para una modernidad que se construye desde la duda; por primera vez un pensamiento religioso se elabora desde la consciencia de que en la modernidad el deseo se ha convertido en motor de la acción –y que en el núcleo mismo de tal deseo habita la insatisfacción. El mínimo análisis de la modernidad nos muestra como: «Nada se detiene para nosotros. Es el estado que nos resulta natural y a la vez contrario a nuestra iniciación: quemamos de deseo para encontrar un fundamento firme y una última base constante para edificar una torre que se eleva hasta el infinito, pero todo nuestro fundamento se hunde y la tierra se abre hasta los abismos».
Un profundo reconocimiento de lo contradictorio como necesario, es decir, de la necesidad de la fe y a la vez de la dificultad de su fundamentación, recorre toda la obra pascaliana y la convierte en la primera reflexión estrictamente moderna elaborada en el marco del catolicismo. Mientras los jesuitas todavía creían –y creen– posible pensar el mundo desde la perspectiva del orden, Pascal fue el primer cristiano que tuvo una profunda conciencia del desorden –característica básica de la modernidad. Mientras los cartesianos concebían el mundo como “máquina”, Pascal sabe –aunque lo lamente– que el cuerpo y las pasiones nos impiden ser puramente racionales y ve en esa exigencia pasional y desordenada una extraña muestra de la sabiduría divina que, a través de la pasión nos muestra de la necesidad de un Dios que nos lleve a escuchar el corazón humano más allá de una razón “ployable à tous sens” (L 530)”.
26/07/2025 a las 11:01 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Todo está más roto que antes
Carlos Pagni
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
24/7/025
Las discusiones por la confección de las listas de candidaturas para las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre tuvieron la capacidad de fragmentar todavía más la estructura política del país. Todo quedó roto. O más roto que antes.
La principal fisura se verifica en La Libertad Avanza (LLA) y expresa un conflicto en el corazón del Gobierno. Es la pelea entre Karina Milei y el “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo, que el Presidente ya zanjó, por supuesto, a favor de su hermana. Esa división va mucho más allá de la postulación de candidaturas y promete una reorganización muy amplia de la administración. No es la única herida.
La relación entre Axel Kicillof y los Kirchner, Cristina y Máximo, salió de la confección de las boletas mucho peor de lo que había entrado. Sobre todo después de que se supiera que el sábado a la noche, en plena negociación interna, el gobernador había presentado una oferta completa en la Justicia Electoral que sólo representaba a su Movimiento Derecho al Futuro. Somos Buenos Aires, la tercera fuerza en competencia, también registró desprendimientos y peleas. Si se recorre el paisaje, la única zona pacífica parece ser la del frente Potencia, que lidera María Eugenia Talerico y presentó listas en todos los distritos. Razonable: recién amanece a la vida partidaria.
Sería un error suponer que el “Mago” Caputo inauguró un pleito con Karina Milei porque sus seguidores, los tuiteros de Las Fuerzas del Cielo, fueron excluidos de las listas. La secuencia es la inversa. Fueron excluidos de las listas porque ya estaban enfrentados. Caputo cometió el error de suponer que Sebastián Pareja y los Menem, Martín y “Lule”, no son la hermana del Presidente. Kicillof había incurrido en un desacierto similar: pensar que Máximo y La Cámpora no son Cristina Kirchner.
En el caso del “Mago”, el equívoco es más grave. Porque en el actual oficialismo discutir la autoridad de Karina Milei es tocar un cable de altísima tensión. Lo sabe Victoria Villarruel, a quien “Jamoncito”, el Presidente, acaba de denominar “la bruta traidora”: las desavenencias con su compañero de fórmula nacieron muy temprano, en la provincia de Buenos Aires, y estuvieron motivadas por un tironeo con la señora Milei por el armado de las listas. Un caso similar: Milei negó el saludo a Jorge Macri en el Te Deum del 25 de mayo debido a que el jefe de Gobierno había afirmado que “Javier y Karina no son lo mismo”, insinuando que la campaña porteña de Pro se iba a enfocar en desgastar a la secretaria general de la Presidencia.
“El Mago” Caputo se sumó a esa fila y se lo hicieron notar. La propia Karina Milei publicó un largo posteo en X advirtiendo que quien critique el modo en que se armaron las listas bonaerenses estará cuestionando al mismísimo Javier Milei. Caputo suele manifestarse a través de varias cuentas fantasmas de X, muchas de ellas denominadas, con variaciones mínimas, @Mileiemperador.
Desde algunas de ellas repitió mensajes de tuiteros más o menos secundarios en los que, en los últimos días, se insultaba a Pareja por haber incorporado a la oferta electoral a antiguos, y no tan antiguos, militantes kirchneristas. El martes, la señora Milei le hizo notar que se debe tomar más en serio a sí mismo. Que LLA es una organización verticalista y que Milei es, en efecto, un emperador. Sobre todo, en el sentido de que el anillo más íntimo de poder es familiar. Recuerdos de los Kirchner.
La discusión que se abre con el “Mago” Caputo va mucho más allá del reparto de posiciones en las listas. Es parte de una revisión general de la atribución de responsabilidades en el seno del Gobierno. Cuando se desprendió de su primer jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el Presidente asignó zonas completas del Estado al manejo de su asesor de campaña. Caputo asumió esa transferencia de poder sin convertirse en funcionario.
Como consultor vinculado a la Secretaría General con un contrato de locación de servicios se hizo cargo, entre otras dependencias, de la SIDE, a través de Sergio Neifert; del Ministerio de Justicia, controlado por el secretario Sebastián Amerio; de la agencia de privatizaciones, dirigida por Diego Chaher; del área de comunicación y publicidad de YPF, a través de Guillermo Garat; y de la sociedad Educ.ar, al frente de la cual está Gastón Martín. El “Mago” dirige esta considerable maquinaria a través de colaboradores que tampoco figuran en el organigrama como funcionarios. Entre ellos está su hermano, el decisivo y fantasmagórico Francisco Caputo.
Lo que se ha puesto en tela de juicio desde hace unos diez días es esa delegación de facultades. No se debe a un desencuentro por el armado de las listas bonaerenses. Mucho más importante que ese chisporroteo ha sido la intriga que provocó en el seno de la Casa Rosada la relación de Caputo con una red de empresarios. Para empezar, la vieja camaradería con los hermanos Neuss. El “Mago” debe haber advertido que algo andaba mal cuando el Presidente, que con altruismo casi irresponsable puso la cara para explicar por qué la Aduana no revisó el equipaje que traía Laura Belén Arrieta en el avión de Leonardo Scatturice, puso un empeño especial en aclarar que no conocía a ese empresario.
Caputo puede justificar muy bien su vínculo con Scatturice: este hombre de negocios ha sido, desde comienzos de 2024, el puente principal entre LLA y el círculo político más cercano a Donald Trump. Esta es la razón por la cual, con independencia del “Mago”, en el entorno de Milei no quieren tener un conflicto con él. Pero mucho antes del aterrizaje del Bombardier negro ya le habían llegado a Milei versiones insidiosas sobre el nexo Caputo-Scatturice. ¿La fuente? Sandra Pettovello, quien se siente víctima del asesor de campaña por las primeras refriegas internas que tuvieron lugar en Capital Humano.
Caputo el Mayor, Luis o “Toto”, fue otro de los inconvenientes que se interpusieron entre el “Mago” y su jefe. El ministro de Economía se enfrentó a su primo segundo por varias decisiones relacionadas con negocios. La más enojosa involucró al tercer Caputo, “Nicky”: el dueño de Mirgor está enfurecido por la pasable liberalización que desde el Palacio de Hacienda se impuso en el comercio de electrónicos y, en especial, sobre las ensambladoras de Tierra del Fuego. En términos más generales el proceso se podría describir así: a partir del levantamiento del cepo cambiario y el acuerdo con el FMI, el ministro de Economía acumuló una autoridad que tuvo como una de sus víctimas internas a Santiago Caputo.
Sobre este panorama se recorta un detalle que ha pasado casi inadvertido: en los últimos diez días el Presidente compartió largas comidas a solas con Guillermo Francos, el jefe de Gabinete. La última fue el domingo pasado. Es difícil que haya sido para conversar sobre las listas bonaerenses. Lo más probable es que esas reuniones sean el punto de partida de un reordenamiento en la toma de decisiones, con mayor protagonismo para Francos.
Dicho de otro modo: que se haya abierto un curso de acción para devolver a Caputo a su posición original de consultor de campaña. No es una operación sencilla por la dimensión y la importancia de las áreas que maneja. Además de algunas gestiones: por ejemplo, la negociación con el kirchnerismo, que llevan adelante Amerio con Juan Martín Mena, para cubrir vacantes de la Corte y de la Procuraduría General, transcurre bajo la mirada del “Mago” Caputo. “Santiago aprovechó que el Presidente se aburre con las cuestiones burocráticas y extendió sus tentáculos por los rincones”, explica un funcionario que mira con alguna lejanía ese ajedrez.
En comparación con esta agenda de dificultades, la cuestión de las listas es tangencial. Es verdad que los aspirantes de las Fuerzas del Cielo quedaron descartados. Milei intentó consolarlos con su acto en Córdoba, en el que exaltó una vez más la figura de su hermana. Allí ocupó la tribuna Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan”. Parisini se privó a sí mismo de formular cualquier requerimiento el día que propuso dar la vida por Milei.
En el armado de las listas le sucedió algo parecido a lo que mostraba aquella formidable escena de Calígula, la película de Tinto Brass. Aparecía, encarnado por Peter O’Toole, el emperador Tiberio, agonizando en la isla de Capri. Cuando ya no emitía signos vitales, uno de sus siervos levantó la voz para decir: “Ofrezco a Júpiter mi vida por el Emperador”. Para sorpresa de todos, Tiberio abrió un ojo y respondió: “Júpiter te ha escuchado. Mátenlo”. De nuevo el Imperio Romano.
DIÁLOGO CON MACRI
Caputo puede haber cometido pecados menores que ahora inspiran algún enojo contra él. O, mejor dicho: puede haber llevado adelante iniciativas más convenientes para el Gobierno, pero que en la intimidad de Olivos provocan escozor. Por ejemplo: en las últimas semanas el “Mago” retomó el diálogo con Mauricio Macri. Otro cruce con Karina Milei, que se ha propuesto humillar a los Macri en su distrito, la ciudad de Buenos Aires.
Ella es la voz más poderosa en favor de no sellar alianza alguna para las elecciones de octubre. En todo caso, si se decidiera unir fuerzas, debería ser con tres condiciones fijadas por la hermana del Presidente: la alianza deberá llamarse La Libertad Avanza; el Pro debería resignarse a cubrir sólo dos lugares en la lista de diputados: uno a salir, el otro dudoso; si María Eugenia Vidal acepta secundar a Patricia Bullrich en la fórmula de senadoras, deberá comenzar a votar a favor los proyectos del Gobierno en el Congreso. Para entender la densidad de esta propuesta hay que volver al posteo de la secretaria general de la Presidencia: “El armado es Milei”.
Esa consigna debió ser acatada también por un dirigente ligado a Pareja, Juan Osaba, cuando lo desplazaron del primer lugar de la lista de diputados de La Plata para colocar allí a Francisco Adorni, hermano del vocero. “Es por el apellido”, le explicaron a Osaba. No se sabe si fue un insulto para Osaba o para el nuevo Adorni.
Con independencia del conflicto interno, en lo inmediato LLA encuentra un problema objetivo: debe llevar adelante una campaña muy desafiante en la provincia de Buenos Aires, que siempre es el gran campo de batalla. Para conseguir un resultado aceptable, y mucho más para alcanzar un triunfo, necesitará hacer una campaña muy profesional. Casi de laboratorio. Es decir, es muy probable que los Milei, los Menem y Pareja necesitarán del Mago y su ciencia para esa operación.
También Fuerza Patria, el nuevo nombre del PJ bonaerense, salió fracturado de la negociación de listas. Aunque esa división no se note del todo en las boletas. El episodio más traumático, cuyas consecuencias son todavía misteriosas, ocurrió el lunes al mediodía.
La desencadenante fue la periodista Paula Rossi, de LA NACION, cuando se comunicó con dirigentes cercanos a Cristina Kirchner para chequear algo que acababa de descubrir: en los registros de la justicia electoral bonaerense se había inscripto una lista de candidatos alineados con Kicillof. Eso había ocurrido el sábado a la noche, mientras Kicillof y su mano derecha, el ministro Carlos Bianco, negociaban con Sebastián Galmarini, Facundo Tignanelli y Gabriel Katopodis el armado de una boleta común. Los kirchneristas y Massa no habían advertido la inscripción de esa lista “blue”. Para Kicillof y Bianco la consulta de Rossi fue como quedar capturados por la malhadada kiss cam de Chris Martin en el recital de Coldplay. La “trampa” en el caso bonaerense fue agravada: las listas paralelas de Kicillof utilizaron como persona jurídica al partido Parte, el viejo sello de Alberto Fernández. “Todo tiene que ver con todo” se escuchó en San José 1111.
El corolario de esa “picardía”, de la que participó también Verónica Magario, tiene bastante densidad: Cristina y Máximo Kirchner constataron que Kicillof, acaso inspirado por el “Cuervo” Andrés Larroque, estuvo dispuesto a romper el PJ bonaerense. ¿Era un accidente o era un objetivo? La pregunta es crucial para el futuro. Sólo queda una certeza: la confianza está quebrada.
Somos Buenos Aires, la tercera fuerza que competirá el 7 de septiembre, también sale con lastimaduras. Los dirigentes más cercanos a Milei quedaron indignados porque en la tercera sección electoral, que es el gran bastión del peronismo, el principal candidato de la lista sea un radical, Pablo Domenichini. Atribuyen esa incorporación a un acuerdo subterráneo entre el jefe de Domenichini, el porteño Emiliano Yacobitti, y Sergio Massa, interesado en que Somos no erosione la base peronista en esa zona. Yacobitti consiguió también imponer en la primera sección electoral la candidatura de Josefina Mendoza, radical de La Matanza, es decir, de la tercera sección. Prodigiosa la habilidad de Yacobitti para ubicar a sus colaboradores en las listas. Casi tan sorprendente como su capacidad para, después, hacerlos perder.
El nivel de convulsión que desató el armado de las listas bonaerenses es proporcional al dramatismo que cobija esa pelea. Después de la derrota de 2023 frente a Milei, el PJ juega su supervivencia en el distrito más importante del país. Dentro de esa misma fuerza dos dirigentes ponen en juego su sueño presidencial: Massa y Kicillof, quien en este trámite quedó establecido como una nueva referencia partidaria.
Esta relevancia hace que algunos peronistas con larga astucia y experiencia enciendan una alarma. Es el caso del exgobernador Carlos Ruckauf, quien el martes propuso quitar el manejo de la elección a la Justicia de la provincia y entregarlo, por vía de un per saltum, a la de la Nación. La propuesta de Ruckauf no fue en detrimento de la jueza Hilda Kogan, encargada de estos comicios. El argumento fue otro: Kicillof entregó el control y el traslado de las urnas a la Policía Bonaerense. Ruckauf no creyó necesario aclarar más.
Desde la Casa Rosada identifican a Massa como el principal adversario. Hacen bien. Con él encaja aquella frase del clásico español: “El bien lo hizo mal, y el mal lo hizo bien”. Es el más aplicado, el más habilidoso. Por eso hay que prestar atención a la insistencia con que el jefe de Gabinete Francos pretende que se investigue el negocio que se realizaba durante la gestión de Alberto Fernández con los permisos de importación. Milei tiene una obsesión con esas maniobras que se le imputan, desde la Aduana, a Guillermo Michel.
Es más: el Presidente supone que en algún reducto de la Ciudad de Buenos Aires, tal vez en un departamento, hay una bóveda que atesora cientos de millones de dólares. Habladurías.
La presunción de Ruckauf sobre irregularidades en las elecciones de septiembre podría tener asidero si se recuerdan algunas complicidades de Massa con el aparato policial y, sobre todo, con la Justicia de la provincia. Según funcionarios bonaerenses muy bien informados, esa afinidad, por llamarla de algún modo, podría estallar en un escándalo en las próximas semanas.
Para entender mejor: Kicillof está recibiendo en estos días una presión fuertísima para que acepte sin demoras la renuncia de la jueza de San Isidro Julieta Makintach, quien está expuesta a un juicio político por haber organizado una producción cinematográfica, que la tendría como protagonista, alrededor del proceso por la muerte de Diego Maradona. Habría dos figuras muy encumbradas de la provincia que no quieren que ese jury se realice. Serían Sergio Massa y el juez Sergio Torres, ministro de la Suprema Corte local.
¿Qué les preocupa a esos dos Sergios? Makintach advirtió que, si va a juicio, está dispuesta a contar todo. En especial que su superproducción había sido autorizada, cuando no estimulada, “desde abajo, desde el costado y desde arriba”. La explicación que circula en importantes despachos de La Plata es que Makintach fue en su momento la candidata de Torres y de Massa para ocupar una vacante de la Corte bonaerense. En la carrera hacia ese objetivo, era necesario que levante su perfil. Habría sido por eso que presidió una de las audiencias del juicio sin ser presidenta del tribunal. También por eso se le habría permitido y hasta pedido, que organizara esa serie. Ahora hace falta que Kicillof le acepte la renuncia para que no hable y ofrezca todos los detalles. Eso dicen.
Como se puede advertir, para coleccionar escándalos en la provincia de Buenos Aires no hace falta detenerse sólo en el armado de las listas.
26/07/2025 a las 11:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
«No me invitaron al Derecha Fest»: Karina Milei vs. Santiago Caputo en la batalla por el rumbo político
Silvia Mercado
Fuente: El Observador Online
(*) Notiar.com.ar
25/7/025
Cuando una periodista le preguntó a Manuel Adorni a quién estaba dirigido el posteo que realizó Karina Milei en la tarde de ayer, un verdadero tsunami para el Gobierno, el vocero presidencial no quiso mencionar a Santiago Caputo.
«Si tengo que hacer un análisis, el mensaje fue para todos», aseguró, sabiendo que no es así. La hermana del presidente, virtual número uno en la decisión política estratégica, no está acostumbrada a que la desafíen en público como lo viene haciendo el ejército virtual del asesor que pelea con una visión distinta a la tradicional, defendiendo la narrativa que llevó a Javier Milei a la presidencia, ofensiva contra la cultura de la convivencia.
No es que Caputo carezca entre los suyos de miembros de la casta, o sus hijos. Es que Karina es más afecta a esa raza de políticos, expertos en rosca, hábiles buceadores en los espacios más escabrosos de la vida bonaerense, donde se cocinan las peores costumbres y «el bien y el mal definen por penal», según la letra de Ricardo Mollo. Para lidiar con esas geografías, el joven Caputo tiene la SIDE. No hay santos en la batalla por el poder.
LA TRANSFORMACIÓN PERMANENTE DEL MILEÍSMO
El mileísmo es un movimiento en transformación permanente. Que caigan unos y suban otros no debería asombrar. Lo que es bueno hoy, puede no serlo en la hora siguiente. La tolerancia social permite todo. ¿Por cuánto tiempo? No es motivo de esta nota.
Algunos cambios parecen consolidarse. Karina juega más allá del límite en su estrategia, prefiere poco pero propio. Y viene ganando. Lo curioso es que cuando hay que apostar fuerte elige perfiles moderados, de estilo muy alejado a los de «la fuerza del cielo», que miden mal en las encuestas: Adorni en CABA, Guillermo Francos como nuevo empoderado en Gabinete (sí, es Jefe de Gabinete, pero había perdido todo margen de maniobra). De José Luis Espert, el elegido de Milei para las elecciones de octubre en Provincia aún no dijo nada. En principio, no le cae bien.
Le cae un poco mejor Patricia Bullrich, la elegida para candidata a senadora en CABA por el presidente. De perfil tradicional, al lado del ejército caputiano, Patricia es ultramoderada en el debate. El ala Caputo no la quiere nada. Por estas horas hay quienes comentan en Casa Rosada que Karina le pidió a la ministra de Seguridad que intervenga públicamente sobre la interna. Se está a la espera de su respuesta.
EL «DERECHO FEST» Y LOS NUEVOS EQUILIBRIOS
En el escenario, están los referentes de la ultraderecha, los que organizaron el «Derecha Fest» en Córdoba. Hoy, Adorni dejó en claro que los de La Derecha Diario no fueron los únicos organizadores y se quejó ante el director del portal ultraoficialista, Javier Negre, que no lo hayan invitado. Sentado en la primera fila de la sala de conferencias de prensa, el español prometió reparar ese olvido para el próximo evento, que será en octubre, en CABA, a pocos días de las elecciones de medio término. Negre se encontró con una interna que no esperaba.
El evento mostró otras curiosidades de este mileísmo en transformación. La más evidente fue el largo abrazo que Milei le dio a Agustín Laje, uno de los oradores, a quien hizo subir al escenario donde él estaba haciendo su show.
Son pequeños gestos dentro de un gobierno que se está construyendo. Para muchos, la guerra recién empieza. Para otros, está terminada. Y tiene un claro ganador.
26/07/2025 a las 3:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Pajas blancas
Luis Bruschtein
Página/12
26 de julio de 2025
La novedad es que ahora es abierto y sin recato, pero las declaraciones del embajador propuesto por el gobierno de Donald Trump, Peter Lamelas, constituyeron el criterio dominante en las relaciones de Estados Unidos con América Latina. No se habían planteado en forma tan descarnada como ahora desde el poder político, pero estas ideas supremacistas predominaron en los lobbies corporativos y manejaron el espionaje y los diseños guerreristas del Pentágono. En el plano doméstico, el congreso de libertarios exaltados en el salón de Pajas Blancas del hotel Quórum en Córdoba, no fue más que el neoliberalismo llevado a su máxima expresión. No hay disonancia con el Círculo Rojo. Ambas expresiones, la del embajador Lamelas y la de Pajas Blancas, confluyen en una misma idea del sistema mundo: los libertarios agachados ante el señor Lamelas.
Al igual que el cubano-norteamericano Marco Rubio, encargado de las relaciones internacionales de Estados Unidos, el también cubano-norteamericano Lamelas, representa el sector más recalcitrante de ese país. Los cubanos de Miami, que tienen una fuerte preponderancia política y económica en el Estado de Florida, son poco queridos por las otras comunidades latinas.
Marco Rubio fue varios años senador por ese Estado, enrolado en el ala más extremista de los republicanos. Entre los financistas de sus campañas figura Paul Singer. A instancias del dueño del fondo buitre Elliot, que litigaba contra Argentina por la deuda externa, en 2012 trató de bloquear fondos del Banco Mundial destinados al país.
Esos antecedentes aclaran los dichos de Lamelas sobre Cristina Kirchner y el Poder Judicial argentino, al que se refirió como si tuviera control sobre funcionarios judiciales. Conseguir la condena sin pruebas de una expresidenta, como expresó en sus declaraciones, es una demostración de fuerza y una amenaza disciplinadora para cualquiera que se atreva a confrontar con los intereses norteamericanos.
Habló Lamelas y sobre el pucho la Cámara de Comercio argentino-norteamericana (AmCham) hizo circular sus expectativas: reforma laboral y tributaria y apertura del corralito para que las empresas puedan girar libremente sus ganancias al exterior. Lamelas dijo que iba a recorrer todas las provincias para impedir que hagan tratos con los chinos. Solamente cinco gobernadores repudiaron el intento de injerencia. Los demás no dijeron ni pío, como si no importara que el representante de una potencia extranjera los redujera a simples mandaderos.
La referencia con tanto desparpajo a la persecución judicial contra Cristina Kirchner fue en tándem con la defensa que hizo Donald Trump del ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, condenado por golpista. El mismo Donald Trump anunció que castigará a la economía brasileña, en defensa de su amigo golpista. Su canciller Rubio amenazó a los jueces que juzgarán a Bolsonaro. Como lo hicieron en los ´60-’70 con la cooptación de los ejércitos latinoamericanos, quedó muy en evidencia que Estados Unidos ahora presiona y controla directa o indirectamente sectores judiciales en América Latina en defensa de sus intereses.
El fallecido juez Claudio Bonadio y el brasileño Sergio Moro, que encabezaron la persecución judicial contra Cristina Kirchner y Lula Da Silva, eran asiduos visitantes de las respectivas embajadas de Estados Unidos. El escenario en América Latina es ilustrativo de lo que sucedió con mandatarios que obstaculizaron intereses norteamericanos. El expresidente peruano Pedro Castillo está preso, igual que Cristina Kirchner y como lo estuvo Lula Da Silva. El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, está exiliado, prófugo por una causa inventada y el expresidente boliviano Evo Morales tiene varias causas judiciales abiertas. A la persecución judicial por causas políticas se le dice lawfare por el idioma del país que la impulsó en reemplazo de los viejos golpes militares.
Algo parecido al viejo golpismo abortó Axel Kicillof al descubrir a 24 oficiales de la Bonaerense que planificaban acciones de desestabilización durante las elecciones de medio término. Las corporaciones mediáticas aprovecharon para dar su propia interpretación. Lo difundieron como una represalia de Kicillof por la candidatura libertaria del excomisario Maximiliano Bondarenko en la tercera sección electoral.
El expolicía hizo una carrera meteórica con cuatro ascensos en seis años y hace diez años que realiza actividades políticas, en Juntos por el Cambio, después con Facundo Manes y ahora con Milei. Vivió de licencia en licencia y recién en abril pidió la baja. Si se tratara de persecución política, no hubieran esperado diez años. Las autoridades policiales tienen pruebas concretas de la actividad política de los 24 pasados a disponibilidad, para la cual utilizaban su pertenencia a la policía.
Bondarenko es un hombre callado, absolutamente desconocido en La Matanza, no tiene carisma y su única baza son la ministra Patricia Bullrich y sus contactos en la Bonaerense. Todos los indicios apuntan a que no se trata sólo de un asado con amigos policías, como quiso exculparlo Bullrich, sino que buscaban profundizar un clima de inquietud dentro de la fuerza policial.
Según las autoridades provinciales, el grupo de exonerados intentaba generar un movimiento de protesta policial con denuncias contra la cúpula de la fuerza para desestabilizar al gobernador. En caso de malas perspectivas electorales para el gobierno, ese clima dejaba la puerta abierta a una intervención de la provincia, como amenazó Milei.
Bondarenko fue funcionario del Renaper con Juntos por el Cambio y luego asumió como concejal en Florencio Varela con Facundo Manes. Cuando decidió su pase a La Libertad Avanza, Lule Menem, por pedido del armador Sebastián Pareja, nombró titular de la Anses en ese distrito, a la esposa de Bondarenko, Gisela Silva, con un sueldo de cuatro millones de pesos. Es un policía que hace mucho es “casta” y vive de la política. En todo ese tiempo, hasta abril de este año, mantuvo su pertenencia a la bonaerense con licencias y otros subterfugios. Nadie lo persiguió en los seis años que lleva Kicillof de gobernador, como quiso victimizarlo Bullrich.
Hasta ayer, Bondarenko era un completo desconocido para los electores de La Matanza. Una consecuencia de este operativo será que lo conocerán un poco más. Pero si el gobierno provincial no actuaba, podría haberse desayunado con una crisis policial en medio de la campaña. Aún así es posible que se produzcan hechos de este tipo, como ha sucedido con demasiada frecuencia. A Aníbal Fernández lo convirtieron en “La morsa” en una movida combinada entre fuerzas de seguridad, servicios de inteligencia y periodistas ad hoc. Abrieron las puertas de un penal de alta seguridad a un periodista para que entrevistara a sicarios peligrosos con el único objetivo de que hablaran de «La morsa» y así el hombre de prensa lo relacionara con el candidato del peronismo.
Obviamente, Aníbal Fernández no era «La morsa». Lo único que tenía en común era el bigote. Pero perdió la elección y alguien ganó una fortuna. Estos antecedentes demuestran que las elecciones bonaerenses deparan muchas sorpresas, sobre todo cuando el caballito de batalla de La Libertad Avanza será la seguridad.
26/07/2025 a las 4:26 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un liberalismo de obedientes para destruir el sistema
Martín Rodríguez Yebra
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
26/7/025
Los propagandistas libertarios que reportan a Santiago Caputo descubrieron que Roma tampoco paga adulones cuando se quedaron afuera del reparto de candidaturas en Buenos Aires. Perdieron contra un tropel de políticos profesionales, de esos que les habían enseñado a repudiar. Al patalear en las redes sociales expusieron la lucha palaciega que agita al oficialismo desde hace semanas. Los hermanos decidieron que era hora de un escarmiento.
La crisis obligó al Presidente a mancharse en el barro de la política. Su mensaje hacia los rebeldes da un giro al relato anticasta que lo trajo hasta aquí. “Al mal organizado solo se le puede ganar con el bien organizado”, dijo Milei en el evento privado de la nueva derecha nacional celebrado en Córdoba. Se declaró “en guerra” contra las ideas socialistas y para eso demanda “pragmatismo y verticalismo”.
Nunca había sido tan explícito en el afán de construir un liberalismo de obedientes. “Inauguramos esta novedosa forma de hacer política que consiste en ser libres y a la vez organizados”, postuló, en un homenaje inconsciente al kirchnerismo, que durante tanto tiempo supo usar la marca “Unidos y Organizados”. Los liberales de antes fracasaban por estar dispersos, juzgó. Llegó la hora de acatar sin chistar y, en todo caso, “los trapos sucios lavarlos en casa”.
Como suele pasarle a Milei, a veces las ideas más trabajadas de sus discursos quedan opacadas por insultos, vaticinios ostentosos y otras extravagancias. Aquella noche fue su furia contra Victoria Villarruel, a quien llamó “bruta traidora”, lo que acaparó la atención.
Al día siguiente Karina Milei publicó el evangelio de los nuevos tiempos. Emitió un comunicado oficial en el que defendió el armado de listas bonaerenses, que estuvo en manos de su delegado Sebastián Pareja, blanco del desprecio de los peones digitales de Caputo.
El texto es un manifiesto antiliberal sin disimulo. La amenaza explícita de una purga a los disidentes, siempre disimulada en la aspiración mesiánica de exterminar a las fuerzas malignas que empujan a la Argentina a la decadencia.
“No llegamos hasta acá para adaptarnos ni para negociar con los restos del viejo sistema. Vinimos a destruirlo”, postula la secretaria general. Las listas bonaerenses, cuestionadas por el excesivo nivel de peronismo en sangre de sus integrantes, constituyen “una declaración de principios”, advirtió. Y lo corona con dos frases que hicieron temblar la Casa Rosada:
“Quién cuestione a quienes están llevando esa bandera no está criticando un armado. Está cuestionando al Presidente mismo y a la causa”.
Se acabó la discusión. El dardo alcanzó a Caputo y a su gente, que sostuvieron un enfrentamiento estratégico y de posiciones de poder con los primos Martín y Lule Menem, brazos ejecutores de Karina.
El aval del Presidente al ultimátum de su hermana operó como la constatación definitiva de que no hay triángulos ni ninguna otra figura geométrica en la cima de La Libertad Avanza (LLA). Es una línea recta, que va de Javier a Karina. La vehemencia de ella hizo preguntarse a muchos quién manda sobre quién.
LA TABULA RASA
Los Milei no temen a las contradicciones. Karina postula que ellos no llegaron hasta acá para adaptarse o negociar. Pero su apelación a la pureza convive a la defensa de los conversos, doctorados en oportunismo político, que pueblan las boletas de LLA. Propuso “tabula rasa”, porque esta batalla “no es para unos pocos”.
Han dado sobradas muestras de esa propensión a ignorar el currículum de los entusiastas. Dan y quitan certificados de pureza, como si tuvieran la concesión de las aguas del Jordán. José Luis Espert será candidato a diputado nacional por Buenos Aires de los libertarios dos años después de representar sin éxito a Horacio Rodríguez Larreta, bestia negra del mileísmo. Pueden decir que la provincia es un pantano decadente por culpa de las sucesivas administraciones peronistas y acoger en sus filas a Daniel Scioli, que gobernó ocho años el territorio en nombre del kirchnerismo. A los massistas del Gobierno ni siquiera les exigen renegar de Massa.
La diputada Juliana Santillán adornó con épica esa tradición. “Mucho mejor si vienen del kirchnerismo, porque están dando a entender que esas ideas están erradas”. Habla con la voz de la experiencia después de una trayectoria en la que defendió con igual convicción a la Coalición Cívica, el radicalismo, el Pro y otros proyectos políticos en su Mar del Plata natal.
La infalibilidad de Karina a la hora de elegir candidatos se ha convertido en dogma. Como toda apelación religiosa, exige fe y no mirar mucho hacia atrás.
El historial de la hermana del Presidente como reclutadora electoral podría asustar a los que hoy festejan, sortija en mano, la impresión de su nombre en las boletas libertarias.
En 2023, Victoria Villarruel fue la elegida para la vicepresidencia. Quedó relegada antes de asumir y desde hace unos meses integra el círculo de enemigos despreciados por Milei. El candidato a jefe de gobierno porteño, Ramiro Marra, cayó del cielo sin explicación después de enfrentarse a la armadora local de Karina, Pilar Ramírez. La primera en la lista de diputados por la Ciudad fue Diana Mondino, breve canciller echada por WhatsApp después de una votación en la ONU que disgustó al Presidente. Tampoco sobrevivió mucho su compañero de boleta y primer jefe de bloque de LLA, Oscar Zago.
En la provincia de Buenos Aires la postulante a la gobernación fue Carolina Píparo, a la que desterraron cuando se indignó porque le incumplieron la promesa de darle la Anses. Este año volvió, en silencio, al bloque oficialista. En Mendoza llevaron a Lourdes Arrieta, enviada al cadalso cuando se quejó de haber sido llevada sin saber a una visita a Alfredo Astiz y otros represores en la cárcel de Ezeiza.
El primer candidato a senador bonaerense por la segunda sección electoral fue Carlos Kikuchi, el armador a quien Karina purgó a días de las elecciones. Marcela Pagano fue la incorporación estrella en la lista bonaerense: también está afuera y enfrentada en un duelo estrambótico con la incondicional Lilia Lemoine.
Muchos de ellos incurrieron en el equívoco de que creerse el discurso liberal del jefe; que nacía una fuerza nueva de tinte liberal, en la que la discusión podía dar paso a alguna forma de síntesis. Se fueron encontrando, cada uno a su tiempo, la premisa que ahora verbaliza Milei: “verticalismo y pragmatismo”.
LAS ARMAS DEL ENEMIGO
Para derrotar al mal se precisan las armas del enemigo. Es algo que solía decir Santiago Caputo y que moldeó la conducta política de los Milei. “¿Cómo vas a competir con unos gorditos tuiteros contra los barones peronistas del conurbano? Acá se discute poder territorial y las ideas se defienden con política”, resume uno de los operadores oficialistas que hoy habitan el bando de los ganadores.
Con Caputo existe una disidencia táctica respecto de cómo se encaró la campaña. Él propuso aprovechar 2025 para blindar la gobernabilidad. Concentrarse en las elecciones legislativas nacionales y no desafiar con listas locales a los gobernadores que podrían colaborar en el Congreso.
La conquista del territorio podría darse ya en 2027, cuando el avión libertario hubiera atravesado las zonas de tormenta. Karina Milei optó, en cambio, por la visión de los primos Menem: aprovechar el momento de popularidad presidencial para construir ya mismo una red territorial en todo el país. Los aliados llegarán rendidos, a fuerza de votos.
Los resultados del criterio elegido han sido módicos en las provincias donde ya se votó. El Gobierno pagó un costo importante en el Parlamento, donde los gobernadores unidos le impusieron leyes que se meten con la caja nacional.
La discusión hizo emerger rencores acumulados que van mucho más allá. Se instaron las sospechas mutuas de carpetazos en los medios, en la que se mezclan negocios y política. El asesor presidencial sin cargo empezó a sufrir el acoso silencioso de quienes siempre recelaron de él. En sus días de intocable, lo veía venir. Solía decir, según fuentes que lo tratan: “A muchos les molesto porque entro al despacho de Javier sin golpear la puerta y no firmo expedientes”.
La rabieta de los tuiteros que lo siguen como fieles de una secta les dio la excusa perfecta a los enemigos internos para operar sobre Karina Milei. Había que “poner orden”.
Queda por verse cómo se adapta Caputo al nuevo equilibrio fraternal. Es una incógnita de primer nivel debido a las importantes porciones de poder institucional que administra, desde la SIDE a la Aduana o la relación con la Justicia. En el Gabinete, desde distintos sectores, repiten que “todo se va a acomodar” y que no habrá ruptura; solo un acomodamiento en los roles. “Santiago va a seguir ligado a la estrategia y la gestión”, insisten cerca del Presidente.
El rumbo que tomó LLA se aleja de la estética antipolítica con la que Caputo adornó el experimento original. Lo que anunció Milei en Córdoba se asemeja más a un menemismo tardío; una fuerza política clásica que defiende ideas disruptivas.
Lo nuevo se construye con lo viejo, del mismo modo que la transformación libertaria de la economía argentina requiere del ministro Luis Caputo una batería de medidas heterodoxas e intervenciones estatales que harían retorcer a Hayek en su tumba. Hay que mantener el dólar bajo control a toda costa y seguir bajando la inflación porque es la condición necesaria para ganar las elecciones. Toca soportar los sufrimientos en el camino (salarios a la baja, problemas de empleo, un freno en la actividad). El paraíso liberal viene después.
Al que no le guste verá la guillotina de Karina. Ella habla poco, pero procura alimentar el mito de su impiedad. Como cuando contó en su única entrevista pública que había echado a una persona de su equipo porque le dijo “esa cosa” a uno de los perros del Presidente.
La oposición le facilita el trabajo de disimular la fisonomía anticuada de lo que Milei vende como novedoso. Axel Kicillof se lanzó a renovar al peronismo y quedó atado a Mario Ishii, Jorge Ferraresi, Fernando Espinoza y todo el elenco estable de los intendentes testimoniales. Con ellos se enfrenta al kirchnerismo camporista, cada vez más encerrado sobre sí mismo y obsesionado con castigar la rebeldía del gobernador. Cristina y Máximo Kirchner, como Milei, también ansían “orden, pragmatismo y verticalismo”.
EL ACUERDO CON EL PRO
La proclama de Karina Milei proyecta un interrogante sobre la viabilidad de los acuerdos con el Pro y otros aliados en potencia. ¿Aceptará Mauricio Macri el mandato de un apoyo acrítico? ¿Habrá muchos gobernadores dispuestos a alinearse a ciegas para que en 2027 quieran tomarles por asalto el territorio con los candidatos que elijan, sin discusión, los hermanos? La respuesta es muy relevante porque el Gobierno seguirá en minoría parlamentaria incluso si gana en octubre.
Con algunos funciona. Cristian Ritondo, el delegado del Pro en la negociación de las listas bonaerenses de LLA, ya anunció que apoyará el veto de Milei a la ley de Emergencia de Bahía Blanca, a pesar de que la había aprobado en primera instancia. Tabula rasa también hubo para el Gordo Dan. El influencer amigo de Santiago Caputo que se hizo famoso por el cinismo y la provocación asumió su derrota en el reparto de candidaturas, juró lealtad ciega al proyecto y consiguió en Córdoba un abrazo efusivo de Milei, que incluso volvió a retuitear sus ocurrencias.
“Quien se impone en la cultura se impone en la política”, sentencia el Presidente. Él es un divulgador, suele decir, y su hermana, el jefe: “Ella es Moisés y yo soy Aarón”. Esta semana, el mundillo de la política empezó a preguntarse si cuando empieza con las metáforas bíblicas no habrá que tomárselo en serio.