Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Luis querido. Cuanto menos dinero haya en circulación, por la simple lógica del dos más dos, la demanda de dólares y su precio se incrementarán. Eso que escribiste es falso”. Eduardo.

Tal el mensaje que me remitió uno de esos amigos que valoro porque son críticos y ayudan a salir del error o explicar mejor lo que se explicó mal.

Anoche, en el programa de Roberto y Javier García, un economista que respeto defendió con argumentos excesivamente racionales, como diría Chesterton, que conviene quedarse en pesos.

Comparó la evolución del dólar con la tasa de inflación desde que asumió Milei; el dólar aumentó un poco más del 50% y la inflación fue de más del 220%. Agregó que lo que pasó con el dólar estos últimos días fue una “anomalía del mercado”. (sic)

El resultado es que tenemos reservas negativas por un monto de u$s 2400 millones.

El economista remató su juicio afirmando que tendremos inflación y dólar a la baja en el mes de agosto.

Es probable que, en la aritmética o matemáticas económicas, esa afirmación sea correcta y le dé crédito a la ecuación de Hegel “lo racional es real y lo real es racional”, pero en la vida las cosas son de otro modo y la realidad siempre supera los límites de la racionalidad, por dos razones, la libertad y la falibilidad humana, en palabras de Ortega diría por falta de cultura.

Se puede ser “sabio “en cualquier ciencia, pero si a ese mero conocimiento, que no es sabiduría, le sumamos “incultura” tenemos una especie muy peligrosa que son los “sabios bárbaros”.

La suba del encaje al 40% incrementará el costo del dinero y bajará durante agosto la actividad y la inflación y es probable que muchos dólares comprados en los últimos días se tengan que vender, pero asimismo es posible que, ante las elecciones del 7 de septiembre próximo en la Provincia de Buenos Aires, la mayoría de “las gentes” se quede con los dólares y prescinda de otros gastos.

La cuestión, esto ocurre sobre un nivel bajo de actividad económica, a pesar de “Vaca Muerta”, la minería y el agro. En ese contexto se juega sobre este malabarismo sobre variables, como los tratamientos de dolor en enfermos terminales. Para el sector inversor financiero es un “muy buen momento”.

Hay un costo económico no ponderado que es la paralización casi total de la obra pública y el mal estado de la infraestructura vial y ferroviaria.

Ese “costo” hoy impacta en un dólar barato, con relación a la inflación de los últimos 20 meses, aunque el Banco Central juegue con los encajes y la tasa, lo que no se puede discutir, matemáticamente esta vez “el que apostó al dólar perdió”.

Pero esto ocurrió y ocurre por movimientos meramente financieros y mínima inversión. Siguiendo con esa línea de razonamiento, más que de pensamiento, tampoco ganaría quien se quede en pesos, con “tasa” porque no sabemos, es imposible saberlo, cuál sería el precio del dólar en una economía con más actividad.

Lo que quise decir y reconozco que expliqué mal es que el dólar es un bien muy escaso. Creo que el precio actual es bajo y seguirá demandado, del mismo modo que creo que los índices de inflación no son reales y no se relaciona con el bolsillo de la gente.

Digo esto porque la supuesta libre flotación del precio de dólar es entre bandas. El dólar tiene una suerte de libertad condicional, pero condiciona a su vez el nivel de precios.

La gente en Argentina confía y cree en el dólar; por eso es temerario decir que quien se quedó en dólares perdió. Hoy no lo podemos saber.

Las variables argentinas no tienen ritmos, tienen impuso o pulsiones, no tienen estética económica y esto sólo se puede ponderar en una perspectiva cultural.

De todos modos, pienso que esta “anomia del mercado” al gobierno le vino bien.

Insisto, el dólar está barato, el nivel de importaciones y el turismo emisico que es un modo de importar.

Por último, si el financiamiento del déficit de cuenta corriente depende del FMI o de Bessent, que prometió ser prestamista de última instancia, el dólar está artificialmente muy barato.

Una cosa es verlas desde el segmento mejor ubicado socialmente y otra muy distinta es verlas desde la calle…

Una vez más, gracias a mi amigo Eduardo.

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