Por Hernán Andrés Kruse.-
El 22 de junio se cumplió el septuagésimo aniversario del nacimiento de un destacado filósofo, sociólogo y antropólogo francés, quien elaboró, en compañía de Michel Callon, Madeleine Akrich y John Lae, la “Teoría del Actor-Red”. Bruno Latour nació en Beaune (Francia) el 22 de junio de 1947. Luego de enseñar en la “École des Mines de París (Centre de Sociologie de L´Innovation) de 1982 a 2006, ejerció la docencia en el Instituto de Estudios Políticos de París entre 2006 y 2017, donde fue director científico del Sciences Po Medialab. Fue doctor honoris causa por las universidades de Lund, Lausana y Montreal, y medalla de honor del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Bolonia. En 2012 le fue concedida la Légion d´Honneur de Francia y al año siguiente, el Premio Holberg. En 2020 la Fundación Spinozaprijs de Holanda le otorgó el “Spinozalens 2020”. Al año siguiente, recibió el Premio Kyoto en la categoría “Pensamiento y Ética” (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Paloma García Díaz (Universidad del País Vasco-San Sebastián-España) titulado “Los límites del principio de indeterminación radical en Latour y el giro político de su filosofía de la ciencia” (THEORIA-Revista de Teoría, Historia y Fundamentos de la ciencia-2008). Analiza la esencia del pensamiento de Latour: la teoría del actor-red.
I. “La teoría del actor-red (Actor network theory), desarrollada inicialmente por Bruno Latour, Michel Callon y John Law, es un marco teórico destacado y no exento de controversias dentro de los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (en adelante CTS). Bruno Latour, filósofo, antropólogo y sociólogo de profesión, ha sido uno de los autores que más se han ocupado de presentar sistemáticamente las bases metodológicas y metafísicas de esta corriente que cuenta ya con una historia de más de dos décadas. Sus dos últimas obras aún no traducidas al español, Politiques de la nature, comment faire rentrer les sciences en démocratie (1999), y Reassembling the social. An introduction to Actor-Network Theory (2005), suponen una reflexión complementaria sobre cómo los propios científicos naturales, los ecologistas, los filósofos de la ciencia y los científicos sociales han errado en su comprensión de qué es la naturaleza y la sociedad. Asimismo, estas obras exponen los principios ontológicos que han de ser tomados en consideración por cualquier enfoque filosófico, político o sociológico que trate de comprender y explicar los componentes de la realidad natural y social y, en consecuencia, actuar sobre dichas realidades.
Basándome fundamentalmente en estas dos obras expondré los artilugios conceptuales que la teoría del actor-red utiliza para llevar a cabo estas maniobras referentes a la correcta interpretación de la naturaleza, por un lado, y a la de la sociedad, por otro. En sus obras, Latour insiste que es necesario replantear el modo de comprender la ontología y, por ello, apuesta por la tesis ontológica de la a-modernidad. Este cambio en la concepción de la realidad permitiría, según este autor, acometer un estudio descriptivo de las prácticas científicas —esta es la vertiente más célebre de la teoría del actor red de Latour— y disponer de un marco de sociología adecuado para poder plantear el tema del vínculo social.
Para los intereses del presente artículo, cabe señalar que es necesario mostrar los elementos en los que se basa esta maniobra para poder apreciar algunas de las limitaciones de los propios principios que Latour invoca. En este artículo se lanza una crítica a los criterios que sirven a Latour para aplicar el principio de simetría generalizada que enlaza con algunas propuestas presentes en los escritos de autoras como Star (1991) y Haraway (1996), y también en los principios de la sociología del compañero de escuela de Latour, Callon (1999). Es preciso atender a dicha crítica ya que ésta permite apreciar mejor cómo se concreta el giro político que experimenta la filosofía de la ciencia de B. Latour, así como señalar algunas vías por las que podría discurrir un modelo normativo para la tecnociencia acorde, en cierta manera, con algunas de las principales aportaciones de este autor al terreno de los estudios CTS, en concreto al tema de la democratización de la ciencia”.
II. “En el terreno de la filosofía de la ciencia, la obra de Latour es conocida por la exigencia de este antropólogo de afrontar el estudio de la actividad científica desde sus prácticas y no desde sus aspectos cognoscitivos. Sin embargo, desde una perspectiva más actual, este autor desarrolla una extensa reflexión ontológica como base para el estudio filosófico, sociológico o antropológico de la actividad científica. Esta exigencia, por lo demás, se ve reflejada igualmente en el terreno de las ciencias sociales. El objetivo de Bruno Latour no es crear una gran narrativa referente a la historia de los errores sobre las nociones de naturaleza y sociedad que permita deconstruir o aniquilar los mitos presentes, a su juicio, en estas concepciones, sino el de ofrecer una comprensión de estas realidades que sea a la vez múltiple o plural.
Para este autor, hay muchas realidades naturales y sociales y no una realidad unitaria que aglutine a la naturaleza por un lado, y a la sociedad por otro. Esta idea se complementa con el proyecto político de la unificación de esta diversidad de realidades en lo que Latour denomina “un mundo común”, al que se accede mediante la acción diplomática o la negociación. Los intereses de este autor no son, en este sentido, coincidentes con los de las posiciones postmodernas, sino muy cercanos a la noción de “cosmopolítica” de Stengers (2005). La comprensión de esta pareja de conceptos conduce, pues, la teoría del actor-red a un compromiso político en un escenario desconocido para los habitantes de las sociedades modernas y para los partidarios de un posicionamiento postmoderno: la ignota ontología no-moderna.
Sin embargo, esta tarea política contrasta con los estudios iniciales de la teoría del actor-red en los que se entendía la política como una fuerza transformadora de la realidad. Por ejemplo los microbios de Pasteur poseían fuerza política ya que redefinían el espacio en el que vivían humanos, veterinarios, científicos, el ganado afectado de ántrax, etc. Con la fuerza política de los hechos científicos se aprendía a responder a las preguntas “quiénes somos” y “qué queremos”. En efecto, la teoría del actor-red de Latour aúna en su estudio, al menos, dos intereses fundamentales: en primer lugar, este autor destaca por sus investigaciones respecto de las relaciones que se establecen entre los elementos ontológicos heterogéneos que co-participan en la construcción de todo hecho tecnocientífico. En segundo lugar, desde las premisas de la antropología de la ciencia y la tecnología de Latour se combate la idea de que puedan ser distinguidos elementos de carácter objetivo y neutro, por un lado, de elementos de carácter subjetivo que no son susceptibles de evaluaciones unánimes, por otro.
La realidad de la ciencia, la tecnología y cualquier otra dimensión social y cultural responde, según Latour, a una ontología híbrida de humanos y no-humanos. Así pues, los hechos y los valores, la ciencia y la política, la naturaleza y la cultura participan en la fabricación de toda la realidad. En consonancia con esta idea, la política se entiende, para Latour, no sólo como la capacidad de transformación de la realidad. Los hechos de la ciencia y los artefactos tecnológicos disponen de la fuerza política más sobresaliente dentro de la cultura moderna. La política implica, en la actualidad, un compromiso con la a-modernidad y con la idea de que se pueden reunificar las diferentes ontologías que funcionan en los distintos campos de la actividad humana —las ciencias, las culturas, etc.— con el fin de proporcionar mecanismos políticos de representación para que todas estas realidades se puedan unificar en un “mundo común”, del que no se especifica su forma, pero al que se accede mediante negociación y del que se excluye la opresión.
Estas nuevas ideas de Latour, que aparecieron en el periodo finisecular y se están desarrollando en lo que llevamos de siglo, contrastan con las imágenes frías, con tintes maquiavélicos y a veces hobbesianos, con los que la teoría del actor-red cumplía con su tarea de describir fielmente la construcción de hechos científicos. De las imágenes del científico como un capitalista de la credibilidad se ha pasado a la necesidad de usar la reflexión y los estudios de la ciencia y la tecnología para dibujar respuestas de carácter teórico sobre algunos de los problemas de las sociedades tecnocientíficas. Esta evolución de la obra de Latour, sin embargo, deja al descubierto un problema presente en las posiciones teóricas, como la suya, que se basan exclusivamente en la descripción de fenómenos como mecanismo explicativo. Estas posiciones teóricas se enfrentan a una serie de problemas desde el momento en que el investigador o la escuela sociológica entera se preocupan seriamente no sólo por el modo en el que se crean los fenómenos científicos y sociales, sino también por la forma que adquieren y por cómo deberían relacionarse con otras esferas sociales y culturales.
Las preguntas que emergen en estos casos son, más bien, de carácter político. El interés político de este autor enlaza, además, con un posicionamiento teórico que pretende describir e interpretar los logros más idiosincrásicos de la cultura occidental, a saber, el desarrollo de la ciencia y la tecnología como actividades centrales en la organización, funcionamiento y autocomprensión de dicha cultura. En Latour se encuentran, pues, los siguientes elementos: una crítica a la cultura occidental por el énfasis en un tipo de discurso positivista que vertebra su autocomprensión cultural; y un interés teórico por defender que la teoría del actor-red utiliza una metodología y unos principios teóricos que permite tanto describir e interpretar los procesos de construcción de un hecho científico o dispositivo técnico, como mostrar que las diferentes culturas, hayan entrado o no en la vía del desarrollo tecnocientífico, disponen de la misma legitimidad para interpretar y comprender qué es la naturaleza.
La evolución de la obra de Latour acentúa la vertiente política de su pensamiento y su interés crítico por comprender cualquier actividad cultural, como la tecnociencia, desde premisas no etnocéntricas. La teoría del actor-red investiga los procesos de fabricación de la ciencia y la tecnología con un principio metodológico de simetría. La antropología de la ciencia hereda de la sociología del conocimiento científico dicho principio, pero lo redefine de modo tal que permita a la antropología ofrecer descripciones, y no explicaciones causales, de las prácticas científicas y de los procesos de construcción de los hechos científicos y las tecnologías.
David Bloor estableció en su obra Conocimiento e imaginario social los cuatro postulados del programa fuerte entre los que se encuentra el principio de simetría, según el cual la explicación de la ciencia: 3. Debe ser simétrica en su estilo de explicación. Los mismos tipos de causas deben explicar, digamos, las creencias falsas y las verdaderas. Ahora bien, el principio de indeterminación radical hace referencia a la idea de que la teoría del actor red trabaja sin una teoría estable sobre los actores, cuántos son, cuáles son sus motivaciones o características, etc. (Callon 1999). Se trata de investigar empíricamente a estos actores, de seguirlos y rastrearlos para poder describir sus conductas. La denominación común de este principio es de “principio de simetría generalizado”.
Sin embargo, he optado por la fórmula de Callon para incidir en el hecho de que la simetría implica una indeterminación respecto de quiénes son los actores que llevan a cabo acciones. Las dos últimas obras de Latour mencionadas, brindan la oportunidad de observar cómo los focos de interés de la teoría del actor-red, además de haber sufrido una diáspora y dispersarse en innumerables campos y temáticas más allá de la ciencia y la tecnología (Law 1999), han adquirido una especial sensibilidad por una evaluación y valoración, y no sólo descripción de la actividad tecnocientífica. A esta evolución, por lo demás, parece haberse sumado también otros autores que clásicamente se encuadraban en el panorama de los estudios CTS dentro del giro descriptivo, como es el caso de H.M. Collins, aunque con postulados bastantes diferentes a los de Latour. Todas estas evoluciones, por lo demás, conllevan importantes consecuencias para los modelos de filosofía de la ciencia naturalizada”.
III. “En la obra Politiques de la nature, Latour se concentra en el papel de los científicos y los activistas políticos que elaboran estrategias de participación política y de crítica social de las prácticas relacionadas con el cuidado y destrucción de nuestro entorno natural. Ahora bien, la ecología no puede enfrentarse al reto que supone la participación política a favor de la defensa y la preservación del medio ambiente sin afrontar primero, según Latour, una mejor comprensión de la noción de naturaleza. Con el lema “La Naturaleza ya no es lo que era”, que da título al primer volumen de la revista teórica de ecología Cosmopolitiques y en la que Latour participa, se podría resumir la tesis que desarrolla su obra. La idea principal del libro es que desde una comprensión diferente de nuestra cultura moderna —desde una cultura a-moderna— se reconocería que no existe una única noción de naturaleza sobre la cual investigan los científicos y los filósofos de la ciencia, están instalados los ecosistemas y se ve amenazado el medioambiente. La noción de naturaleza o universo se sustituye, pues, por la de cosmopolíticas (tomada de la obra de Isabelle Stengers) o de pluriverso (William James), las cuales hacen referencia a las distintas concepciones ontológicas sobre la naturaleza que cohabitan en el seno de una misma cultura y en distintos universos culturales.
Es más, desde la cultura no-moderna se excluye la posibilidad de que alguna noción de naturaleza sea considerada como indiscutiblemente válida y se imponga sobre las concepciones rivales. Se trata, bien al contrario, de cimentar las bases filosóficas de un proyecto de ecología política que trabaje en la construcción negociada de un mundo común para las diferentes “naturalezas”. Es decir, Latour pretende poner en pie de igualdad las diferentes representaciones sobre la naturaleza y pensar, desde la cultura a-moderna, mecanismos de negociación para mediar entre las mismas. La democracia como sistema político se comprende en este contexto como: el reconocimiento de todas las voces de los actores que pueblan los distintos cosmos, naturalezas o pluriversos y su capacidad de representación, en tanto que portavoces, de estas naturalezas plurales.
La tarea política que postula la teoría del actor-red se entiende como la construcción de un mundo común para todos esos pluriversos, cosmos o naturalezas —en el caso de la sociedad se tratarían de distintos grupos sociales. El medio para obtener tal mundo común sería la negociación diplomática. En el caso de la teoría sociológica y de la noción de sociedad, la obra Reassembling the social postula nuevamente las bases filosóficas y metodológicas con las que la teoría del actor-red investiga los vínculos sociales. De forma sintética, la teoría social de Latour concibe la sociedad como un entramado de asociaciones de elementos heterogéneos que se pueden estudiar mediante una investigación empírica bajo el principio de la indeterminación radical respecto de quiénes son los actores (o actantes en terminología semiótica de la que se hace acopio esta teoría) que interactúan y forman los nodos de los que se compone la red socio-técnica a la que pertenecen.
Este principio de indeterminación radical nos pone en guardia ante cualquier intento de prescripción del número y características de los actantes en cuestión. Se trata, parafraseando la segunda parte del título de la obra de Latour Ciencia en Acción, de seguir a todos los posibles actantes a través de sus múltiples circulaciones en las redes, formando asociaciones cada vez más sólidas y estables y sobrepasando las existentes para configurar otras asociaciones nuevas. La noción de sociedad que funciona en esta teoría rompe, pues, con la concepción tradicional de sociedad como “materia” de naturaleza sui generis que se superpone a las realidades naturales, económicas, psicológicas, etc. La sociedad no se entiende como un tejido o como fuerzas de orden diverso a las fuerzas naturales o religiosas. La sociedad no son las prácticas, instituciones y productos de orden cultural que se contraponen a la naturaleza. La sociedad no se identifica con modos de organización grupal que poseen un carácter aprendido frente al carácter innato que se atribuyen a otras formas de organización animal. La sociedad tampoco se refiere al medio o al ambiente de los humanos, frente a los ecosistemas de otros seres vivos.
En fin, la sociedad no es más que asociaciones que dan lugar a colectivos de actores humanos y no humanos que conviven con otros colectivos de manera no siempre pacífica y entre los cuales se dan diferentes mecanismos de relación. La noción de sociedad de las teorías sociológicas aparece diluida en la teoría del actor-red y sustituida por la noción de “colectivo”. En este sentido, Latour distingue entre sociología de lo social, las teorías sociológicas tradicionales, y la sociología de los colectivos o la teoría del actor-red. En el caso de Reassembling the social Latour se enfrenta con la tarea de redefinir el concepto de “sociedad”, el reverso de la tarea emprendida en Politiques de la nature, donde el polo de la “naturaleza” era el protagonista”.
IV. “En estas dos obras complementarias, como se observa, Latour trata de ofrecernos una comprensión más adecuada de las bases ontológicas de la “naturaleza” y de la “sociedad”. Para ello, este autor emplea una estrategia teórica, que podría ser caracterizada siguiendo a Isabelle Stengers de especulativa, cuyos fines son ampliar la comprensión de nuestro mundo y reflexionar sobre las posibilidades políticas de esta nueva ontología, que podría, por lo demás, abrirnos las puertas para pensar sobre unos mecanismos de relación negociados o sobre bases diplomáticas, y no mediante la opresión, entre los distintos mundos o colectivos. De este modo, la cultura occidental sobrepasaría el prejuicio etnocéntrico presente en la auto-comprensión moderna según el cual los occidentales cuentan con las respuestas más cercanas a la verdad y con las técnicas más avanzadas y eficaces para hacer frente a los retos que impone la naturaleza.
Si se acepta la a-modernidad, pronostica Latour, se ponen las bases para tomar en consideración que todos los grupos sociales y culturales han de estar implicados en la construcción de qué es la naturaleza y qué es la sociedad, qué problemas presentan estas realidades y qué vías son las más deseables para solventar sus problemáticas. El proyecto político de Latour no se alimenta, explícitamente, de ningún planteamiento concreto de filosofía política. Como se comentará, se siente heredero del pragmatismo de James y Dewey, pero no aplica ningún esquema de filosofía política para encontrar una legitimación de la extrapolación de algunos principios de la teoría de Latour sobre la tecnociencia a otras esferas sociales o propiamente políticas.
La teoría del actor-red emprende su estudio de una red socio-técnica sin definición que sirva de principio guía de la investigación, sin caracterizaciones o imposiciones apriorísticas sobre el número de actores y la posible preponderancia de ciertos conjuntos de actores sobre otros. Cual antropóloga u antropólogo que viajara a los trópicos para investigar las comunidades de indígenas y comprender su cosmología, la socióloga o el sociólogo de la teoría del actor-red estudia las asociaciones de actantes y traza las redes que éstos configuran como si estudiasen a unos nativos con los que no se hubiera entablado ningún contacto anterior y de los que se desconociera absolutamente todo.
El objetivo de la investigación es la descripción del funcionamiento de dichos colectivos. La restricción más importante que debe estar presente durante todo el curso del estudio es, precisamente, la de no incorporar nociones o definiciones preestablecidas sobre: quiénes son los actores, qué principios e intereses les dirigen y cuáles son sus objetivos. Las respuestas a estos interrogantes han de poder ofrecerse, tras haber aplicado los principios del método de esta teoría, como consecuencia o resultado de la investigación sobre la dinámica de los colectivos, pero nunca han de aparecer como premisas del estudio. Tal requisito, por lo demás, tiene una historia que se remonta a los mismos orígenes de la obra de Latour. Michel Callon, quien define la teoría del actor-red desde hace dos décadas como “sociología de la traducción”, caracteriza esta regla del método que se enuncia en Ciencia en Acción como el principio general de toda investigación sobre la práctica científica.
Este principio es, en el caso de Politiques de la nature, la base de la reflexión teórica sobre la naturaleza y, en Reassembling the social, la base sobre la que ha de fundarse la ciencia de la sociedad. Con el principio de indeterminación radical estos autores pretenden asegurarse un trabajo descriptivo de las prácticas científicas, de la ontología híbrida de las naturalezas y de las sociedades, colectivos en sentido estricto. Sin embargo, el principio de indeterminación radical opera antes de que se hayan perfilado los elementos que vayan a ser objeto de estudio. Así pues, el principio de indeterminación radical opta por un tipo de descripción particular de los fenómenos frente a otros tipos posibles. Dicho principio se aplica con posterioridad a una selección previa de los materiales que merecen ser estudiados y a partir de los cuales se rastrean las asociaciones. Pero este principio de indeterminación radical nos conduce a una descripción única que Yearley, por ejemplo, ha caracterizado como la descripción del “mejor de los mundos posibles”.
05/08/2025 a las 9:29 AM
Fe de erratas
Bruno Latour nació el 22 de junio de 1947. En consecuencia el 22 de junio se conmemoró EL SEPTUAGÉSIMO OCTAVO aniversario de ese hecho.
05/08/2025 a las 9:34 AM
El Dr. Blableta a pleno
05/08/2025 a las 11:07 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Sebastián Pareja, el gran ganador del cierre de listas de LLA
Juan Luis González
Fuente: Noticias
(*) Notiar.com.ar
4/8/025
El primer cierre de listas en el que estuvo Sebastián Pareja, en 2023, fue una frustración para él. Sólo consiguió entrar él como senador bonaerense, y no pudo meter a su gente. De hecho, durante gran parte de ese año estuvo raleado de la mesa chica. Cuando el libertario cerró con el PRO la tensión solo creció. Guillermo Ferraro, el enviado de Macri para la fiscalización, le reportó “maniobras extrañas” de Pareja a su jefe, que se las trasladó a Milei. Algunos en el espacio sostienen que desde entonces el economista no lo digiere.
No fue el único traspié que tuvo Pareja en el espacio. Designado al frente de la Secretaria de Integración Sociourbana (FISU), respaldó el accionar de su predecesora, Fernanda Miño, una mujer del riñón de Grabois. Eso sucedió mientras que Sandra Pettovello mantenía un duro cruce con el dirigente social. Como no podía ser de otra manera, la ministra encaró una guerra contra Pareja, el inesperado defensor del dirigente social. Al día de hoy -en el que Grabois amenaza con romper con Fuerza Patria y competir por afuera en Buenos Aires- desde ambos lados de la grieta se preguntan hasta dónde llega esta relación.
Sin embargo, los grandes golpes que sufrió Pareja fueron de Santiago Caputo. El armador pretendía copar también las listas bonaerenses, con su agrupación “Las fuerzas del cielo”, y la guerra era de esperar. El consultor le entró por un lugar sensible: las denuncias de corrupción que hay en las delegaciones del PAMI y la ANSES de la provincia de Buenos Aires, cuyos titulares responden a Pareja. La primera fue Viviana Aguirre, que estuvo al frente del PAMI local hasta que salió a denunciar que Pareja y su mano derecha, Juan Osaba -hoy candidato-, le pedían un millón de pesos de cada sueldo como parte de un “retorno” a la política. En Junín hubo otro escándalo. Marina Biaggetti denunció que Alberto Pascual, el encargado local del PAMI del parejismo, la había expulsado del armado por su adhesión al caputismo. Acá sucedió algo muy pocas veces visto en la corta historia del Gobierno: Milei se metió en la interna para hacer expulsar a Pascual de su puesto, una prueba más de la poca simpatía que le guarda a Pareja.
El golpe final lo hizo el director nacional del PAMI, Esteban Leguízamo (que responde a Caputo), cuando el 30 de abril comunicó que iban a investigar el “uso indebido de recursos públicos” de las delegaciones locales, que se derivaban a “cajas negras de la política”. No es el único misterio acerca de las cuentas en el mundo parejista. En el Renaper, el lugar en el que estuvo Pareja durante el macrismo crece la leyenda de que a cada empleado nuevo le piden parte de su sueldo. Además lo persiguen las historias de ventas de candidaturas. Ahora volvió a viralizarse el audio que le mandó en el 2023 a Martin Uraguorena, el que iba a ser candidato libertario en Tigre, donde le hablaba de “un acuerdo con Malena”, en referencia a Galmarini. Este año, de hecho, en varios distritos los libertarios se preguntaron si otra vez Pareja no volvió a acordar con intendentes locales.
Hasta el cierre de listas el armador parecía debilitado frente al “Mago”, que a sus espaldas lo llamaba, con sorna, el “choripanero”. Incluso una historia corrió como pólvora dentro del espacio: el día en que Pareja quiso ir a hablarle a Milei del cierre de listas, y este lo echó a los minutos diciendole que estaba “salvando al país” y que “no tenía tiempo” para estas pequeñeces.
Sin embargo, el crecimiento de la interna con Karina provocó que la hermana decidiera ejecutar un aniquilamiento del caputismo. Y ahí fue donde Pareja, ya consagrado como el presidente del partido en el distrito, logró su gran victoria. Según un cálculo que hizo el periodista Manuel Jove, de los 40 candidatos “entrables”, entre diputados y senadores bonaerenses, 22 responden directamente a Pareja. Destacan ahí Osaba, Gonzalo Cabezas, Carlos Curestis, Luis Ontiveros y Luciano Olivera -otrora chofer de Pareja-, todos hombres que acompañan a la mano derecha de Karina desde hace casi una década. “Sebastián se mueve como el jefe de un sindicato,
Es leal con los suyos y los suyos son leales con él. Pero no construye para Javier. Construye para él”, dice un hombre que lo trató mucho. De más está decir, no hay nada parecido a un libertario entre su grupo. El caso que más visibilidad tomó fue el de Pablo Morillo, kicillofista duro y funcionario bonaerense hasta 2023 – “el mejor preparado para ser Presidente”, decía- al que Pareja metió de candidato. Por esto, y por la bronca acumulada, soldados del caputismo -como el troll @traductorteama- apuntaron contra Pareja. Fantino, en su programa, hizo lo mismo. Pareja les respondió con sorna: «Criticar a los candidatos es criticar al Presidente».
El futuro es una incógnita. Pareja, que luego del cierre se habría ido unos días a Uruguay, quedó más empoderado que la propia Karina en Buenos Aires. Va a tener diputados, senadores y concejales que le responderán, con las cajas que eso significa -más las del PAMI y la ANSES- y el control jurídico del partido en el territorio. Su sueño es ser gobernador, motivo por el cual mira con recelo a Espert -con quien de cualquier manera tuvo una alianza táctica este año para ralear al caputismo- y en especial a Diego Valenzuela. Y el representante más acabado de la casta base ya demostró que tiene una ambición sin límites.
05/08/2025 a las 11:10 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La política se mueve, pero Milei marca el ritmo
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
4/8/025
La dirigencia política no oficialista ha empezado a explorar otros universos y a ensayar nuevos movimientos, pero, por ahora, sigue orbitando en torno de Javier Milei y lo que su gobierno hace, deja de hacer, acierta o falla, tanto en la construcción política como en el plano económico. Solo asoman bocetos que no terminan de plasmarse en una novedosa oferta concreta.
La conformación de una coalición, con propósitos difusos, formada por cinco gobernadores de cuatro espacios políticos diferentes, que hasta hace muy poco se caracterizaban por su conducta amigable con el Gobierno, refleja esa realidad. Tanto como la compleja conformación de alianzas claves en la ciudad de Buenos Aires, todavía sin definiciones ciertas entre La Libertad Avanza y el macrismo, cuando faltan solo cuatro días para que venza el plazo de inscripción de frentes.
En uno y otro caso, todos los actores y sus actos reafirman que el mazo lo tienen los hermanos Javier y Karina Milei y en los dos escenarios se expresa más una pulseada por restarle potencia a ese predominio que un intento serio por disputarle el control. Al menos, por ahora.
La presentación de la entente de los mandatarios Martín Llaryora (PJ-Córdoba), Maximiliano Pullaro (UCR-Santa Fe), Ignacio Torres (Pro-Chubut), Carlos Sadir (UCR-Jujuy) y Claudio Vidal (Energía para Transformar Santa Cruz) apunta a un armado electoral defensivo en cada territorio tendiente a preservar capacidad de acción frente al Gobierno en su demanda de recursos, defender sus intereses locales y mantener su representación en el Congreso de la Nación. No buscan dar (todavía, al menos) un salto a la escala nacional y ni siquiera regional.
El pronunciamiento hecho público al momento de aparecer en sociedad expone lo amplio y difuso de sus objetivos, que los llevan a asemejarse a un grupo de presión antes que asomar como un factor de poder. En todos los casos, el solapamiento de electores que apoyan a los gobernadores en la dimensión provincial y sostienen o han votado a Milei en el ámbito nacional constituye la base del dilema que enfrentan los mandatarios. Complejo equilibrio.
“Lo novedoso de los cinco es que no es una nueva liga de gobernadores o una fuerza electoral interprovincial, sino que se parece más a la conformación de un gremio para reclamar a la Nación y defenderse en sus territorios”, acierta el politólogo y consultor Gustavo Marangoni.
No puede negársele sinceridad al flamante agrupamiento al momento de la elección del nombre. Ni “Alianza”, ni “Fuerza”, ni “Compromiso”, ni “Frente”. Llamarlo “Un grito federal” es toda una admisión de que se trata, al menos por ahora, de un intento de llamar la atención, de ser escuchados, de una advertencia. Momentánea, coyuntural.
Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia, el grito es, en su primera acepción, “voz muy esforzada y levantada”, en la tercera acepción señala que es la “manifestación vehemente de un sentimiento colectivo”. Si no hay dudas de que fue una “manifestación vehemente”, igual de claro es que el “sentimiento colectivo” es el temor a que el futuro sea para este quinteto más complicado que el presente si el oficialismo se consolida no solo en el plano nacional, sino también en sus provincias. Es lo que los obligó a apurar sus planes.
MÁS TEMEROSOS QUE AUDACES
Al margen de sus muchas diferencias de orígenes y proyectos, los cinco tienen algunos puntos en común que permiten explicar su confluencia. Todos son gobernadores jóvenes, en la mitad de su primer mandato, de perfil moderado o centrista. Ninguno tiene una representación nacional que los contenga y esté en condiciones de defender sus intereses y amplificar sus demandas.
Por todo eso, en la primera etapa de la era mileísta todos se habían mostrado amigables y colaborativos con el gobierno nacional a la espera de una reciprocidad que les permitiera consolidarse y ahora ven que no les ha llegado en muchos planos.
La mayoría argumenta, contra la prédica mileísta, que lejos de ser gastadores compulsivos ellos han hecho tanto o más ajuste en sus gastos que el que hizo la Nación, mientras esta retacea recursos que les corresponden.
Es el caso de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), que la Casa Rosada y el Ministerio de Economía administran con la misma discrecionalidad que los más arbitrarios gobiernos que precedieron al mileísmo. Por eso, el Senado dio media sanción a un proyecto para regular su distribución.
Otro tanto ocurre con las obras públicas de las que la administración mileísta se desentiende, al tiempo que justifica el deterioro de la infraestructura en la herencia recibida, sin hacerse cargo de lo acumulado en los últimos 19 meses. Para explicar que no haya más accidentes viales que los que ya suceden en las rutas nacionales solo cabe recurrir a la fe.
A la mezquindad se le sumaría la ineficiencia de la gestión. “No solo el gobierno nacional no hace las obras, sino que cuando reclamás que te las transfieran para poder hacerlas o terminarlas nosotros, tardan una eternidad en responder, si es que lo hacen, como si fuera ayer que llegaron al gobierno”, dice uno de los mandatarios, con el que concuerdan algunos más que los otro cuatro “gritones” y muchos intendentes de varias provincias.
Ese combo tiene un efecto demasiado riesgoso para los gobernantes subnacionales. Sus administraciones son la primera ventanilla de queja para los ciudadanos de las provincias y los municipios que demandan soluciones. Más cuando muchos de ellos encuentran que el gobierno nacional satisface una de sus demandas más acuciantes, como es la baja de la inflación, y coinciden con la prédica de la baja del gasto público, hartos de que el Estado les saque o los complique más de lo que les provee o les soluciona.
A eso se agrega el impacto negativo en la actividad económica de esas provincias que están generando el ajuste y, hasta ahora, la apertura importadora, impulsada por el atraso cambiario que se registraba hasta el nuevo salto de la cotización. La Casa Rosada y las provincias manejan números muy distintos respecto de la recaudación y el empleo. Así la inminencia de las elecciones se ha convertido en un precipitador de novedades que no estaban en carpeta.
Estos cinco gobernadores, al igual que varios otros que miran con simpatía el ensayo, pero por diferentes razones están imposibilitados de sumarse o de ser aceptados, debieron cambiar sus planes ante esta realidad.
Ninguno de ellos pretendía asomar la cabeza fuera de las fronteras de sus provincias en su primer mandato. Menos, por ejemplo, el santafesino Pullaro, luego de imponerse en la elección de constituyentes para reformar la carta magna provincial y poder aspirar a un segundo turno que originalmente tenía vedado.
En el calendario de todos ellos la fecha resaltada era octubre de 2031. Allí apuntaban sus aspiraciones nacionales. La única excepción admitida a medias era la del precoz Ignacio Torres, el más joven de todos, que nunca ocultó su intención de proyectarse nacionalmente y lo hizo desde el primer día de su mandato. Para bien o para mal, ya no está solo en esa senda.
Como se ve, la conformación de este espacio político-gremial es menos producto de la voluntad de los gobernadores que fruto de las decisiones de gobierno de Milei y de las construcciones político-electorales de su hermana Karina, quien con el objetivo de la reelección presidencial en 2027 prefiere romper puentes sin reparar en efectos no deseados.
Tal vez, el Presidente debiera revisar a qué mujer de su propio espacio político le corresponde más responsabilidad por la rebelión parlamentaria que él le adjudica a “la traidora” Victoria Villarruel. Ya antes de los últimos avances de proyectos que desafían el nuclear superávit fiscal, el (¿ex?) supergurú Santiago Caputo advertía sobre las consecuencias de la táctica electoral karinista.
“Hace cuatro meses teníamos un solo adversario en serio en el Congreso y menos de 600 puntos de riesgo país. Hoy tenemos cada vez más legisladores que nos desafían y superamos los 700 puntos de riesgo, aunque seguimos teniendo la inflación controlada, el superávit intacto, el apoyo de Estados Unidos y logramos el acuerdo con el FMI”, decía Caputo, el asesor. Lo solía repetir en conversaciones reservadas en las que no solo se cuidaba de mencionar a la hermanísima, sino que insistía en que con ella tenía la mejor de las relaciones, aunque admitía que por debajo de ambos abundaban los conflictos, entre sus influencers de Las Fuerzas del Cielo y los heterogéneos territoriales de Karina.
A esos desajustes y daños colater¡”es l’s temía y les teme más el gurú libertario que a la potencialidad electoral de los adversarios. El riesgo es que la combinación de los efectos no deseados de las medidas de gobierno con los intentos de intrusión en territorios “amigos” pueda tener consecuencias mayores.
LA OTRA ESCALA PORTEÑA
Por ahora, todo sigue dependiendo del Gobierno, un colectivo que no es demasiado amplio y que padece divisiones internas. Pero que en su favor cuenta con atributos únicos. En especial, un conductor determinado como pocos para seguir su hoja de ruta e indiscutido en su liderazgo como ninguno, que ha logrado fijar varios mojones de éxito, sin que nadie asome en condiciones de ofrecer un trayecto alternativo y más atractivo. Para octubre de 2025 parece sobrarle si no comete más errores no forzados ni la realidad internacional le trae complicaciones. Nada para descartar.
De la superioridad de su espacio es de lo que está convencida la secretaria general de la Presidencia, para no atender advertencias. De ahí la tensión para terminar de cerrar un acuerdo con el macrismo en la ciudad de Buenos Aires, cuando no falta nada para inscribir las alianzas.
El objetivo de quedarse con el bastión porteño amarillo en 2027, sin socios minoritarios con los que compartir poder (y caja), no empezó ahora, pero avanza a paso redoblado. Por eso, solo le ha ofrecido migajas, que es lo que cree que merece y vale hoy Pro.
El macrismo fragmentado aun al interior de la propia familia fundadora sigue sin encontrar un rumbo. Hasta el instinto de supervivencia da señales de fatiga. Las próximas 72 horas serán decisivas. No solo para Pro, sino para otros espacios como los exsocios del extinto Juntos por el Cambio, que, si bien no volverían a ser socios como antes, podrían conformar una UTE (unión transitoria de empresas) para los comicios de octubre.
El renovado empoderamiento del mutifacético empresario del juego Daniel Angelici deja abierta las puertas para varias martingalas. Su diversidad de vínculos, que van desde la relación con el vicepresidente del Banco Nación, Darío Wasserman, esposo de Pilar Ramírez, el brazo (y algo más) del karinismo porteño, hasta la dirigencia que controla el radicalismo local, su partido de origen, le permiten manejar el sabot. Aunque, como en otros de sus negocios, no es el único dueño y ni siquiera el accionista mayoritario. Pero a él le basta con no quedar de punto, aunque algunas de sus amistades se vean obligadas a hacer apuestas riesgosas y salgan perdidosas de sus mesas.
Otra demostración de que la dirigencia política no oficialista ha empezado a moverse, aunque el ritmo lo sigue marcando Milei. Hasta cuando se equivoca, emprende disputas innecesarias o le tocan semanas turbulentas. Pero siempre es por ahora.
05/08/2025 a las 11:13 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los dos rostros que muestra el gobierno de Milei
Walter Schmidt
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
478/025
El principal interrogante de los nuevos tiempos que corren y que derivaron en la presidencia de Javier Milei, tras veinte meses de gestión libertaria y a menos de tres de su primera elección de medio término, es cuánto impactará en su gestión el desplazamiento de la práctica política.
A diferencia de los ocho presidentes, todos políticos, que lideraron los distintos gobiernos desde el retorno a la democracia, es la primera vez que se sienta en la Casa Rosada un economista. Con el plus de que Milei desprecia a la política, la considera intrascendente y por eso la deja en manos de su hermana, Karina Milei, sin antecedente alguno en la materia. Otra porción la ostenta el asesor Santiago Caputo.
El show montado en un canal de streaming, más parecido al living de la quinta de Olivos que a un estudio, refleja la relevancia que Milei le otorga a la economía. Allí apareció con todo su equipo económico -Luis Toto Caputo, José Luis Daza, Pablo Quirino y Santiago Bausili-, posiblemente, su principal capital. Reconocido por su solidez y homogeneidad los organismos internacionales hasta los fondos de inversión.
Es en esas aguas donde el libertario nada con mayor comodidad y donde puede mostrar logros. Ha bajado la inflación considerablemente, liberó para las personas el cepo cambiario y dejó que el dólar flotara sin riesgo alguno; y alcanzó un impensado superávit fiscal mediante un histórico ajuste.
Hasta el FMI acaba de desembolsar esta semana los US$ 2 mil millones que le negaba, entre otros puntos, porque la Argentina incumplía la meta de al menos US$ 2400 millones en reservas. Con balanza negativa de -2400 millones en el Banco Central, el Fondo – ¿con el guiño de Donald Trump? – miró para otro lado y aceptó ese saldo. Y como frutilla del postre, le dio una gran mano pateando la próxima revisión para después de las elecciones.
Sobre esa base sólida, el Gobierno también transita un sendero de incertidumbres. Mientras un sector de la economía crece como minería, automotrices, electrodomésticos, y viaja por el mundo -gastando miles millones de dólares en turismo en el exterior-, otro padece la caída del consumo como el turismo, la industria y la construcción, en un combo en el que se cuela el aumento del desempleo.
En política, las aguas son más turbias. Es milenario el debate acerca de si la política debe estar subordinada a la economía, o a la inversa. Eso sí, la política condiciona a la economía y ese fenómeno no puede ser ignorado. Lo padeció el Gobierno con el freno a varios de sus decretos vía judicial; la caída de Ficha Limpia; el fracaso de los pliegos de Ariel Lijo y Nicolás García-Mansilla; o en la mayoría de las elecciones provinciales.
La conformación de un frente electoral impulsado por cinco gobernadores – ¿o seis con el correntino Gustavo Valdés? – es un proceso que se adelantó porque se trata de una disputa que debía darse después de la elección legislativa. Si se anticipó es porque ayudó la intransigencia de la Casa Rosada, al no dar solución al menos a algunos de los reclamos o postergarlos para después de octubre. Por el contrario, Milei confrontó a los mandatarios.
A ese nuevo frente le costará doblegar la figura de Milei en sus distritos. Pero es probable que se queden con bancas de diputados y senadores que en otras circunstancias podrían pasar a engrosar los futuros bloques oficialistas en el Congreso. La silenciosa movida permitió que ingrese un tercer jugador, por ahora menor, al mapa que se pretendía que solo fuera repartido entre el mileísmo y el kirchnerismo.
TIEMPO DE DESCUENTO
En la Casa Rosada analizan que un triunfo en octubre, que a esta altura nadie discute pero hay diferencias respecto de cuánto sacará LLA, terminará con el kirchnerismo. ¿Es así? Si Axel Kicillof se impone en la elección provincial del 7 de setiembre, con Cristina Kirchner presa e impedida de volver a ser candidata, ¿no se erigirá como el nuevo referente del PJ, con claro perfil kirchnerista, para el 2027?
Enrique Cristofani, quien durante dos décadas fuera presidente del Banco Santander describía en una entrevista con Seúl que “el riesgo país es el riesgo de que la sociedad vuelva a votar al populismo”. Y recuerda que en el balotaje presidencial del 2023, pese a la pésima gestión del gobierno de Alberto Fernández, Sergio Massa “sacó el 45%”.
Es Cristina Kirchner desde su confinamiento en su departamento en Constitución quien ahora brega por la unidad del peronismo en todo el país; quiere manejar la lapicera de las candidaturas para octubre. Así, en la estratégica provincia de Buenos Aires fue el propio Máximo Kirchner quien dejó abierta la puerta para ser candidato a diputado nacional si su madre así lo decide; también trascendió que la expresidente apostaría a alguna cara nueva, alguien menos conocido pero con gestión y apuntaría a Mariel Fernández, actual intendenta de Moreno, para encabezar la lista. Además de tener buena relación con los movimientos sociales podría ser una apuesta para la provincia en 2027, aseguran.
En el otro principal distrito, la Cuidad, no es menos convulsionada la situación. Al punto que derivó en una pelea sigilosa entre Jorge Macri y su alter ego Mauricio Macri. Todo por Milei y un eventual acuerdo. Los macristas de paladar negro no quieren que se repita la derrota electoral en el distrito porteño. Los macristas rebeldes se preguntan, ¿quién hablará de nosotros, del PRO, después de octubre si en la provincia y la Ciudad nos somos absorbidos por los libertarios?
Es factible que la elección del 26 de octubre actúe como una suerte de tamiz y que luego de ese proceso, muchos dirigentes queden en el camino con sus aspiraciones políticas. Por eso el armado electoral también es una carrera por la supervivencia.
05/08/2025 a las 11:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Campaña con dólar movido y oposición no K desorientada
Sergio Crivelli
Fuente: La Prensa
(*) Notiar.com.ar
4/8/025
A poco más de 30 días de la crucial votación en la provincia de Buenos Aires las dificultades del Gobierno se agravaron en dos frentes: el cambiario y el electoral. En el primero, a causa de un fuerte aumento del dólar que se acercó al límite superior de la banda establecida tras la salida del cepo. Las causas del remezón son variadas, las explicaciones de políticos y economistas, también.
Según los que conocen el mercado, la trepada se disparó porque el equipo económico intentó eliminar un tipo de deuda (cambiando Lefis por Lecaps) que había representado un negoción para los bancos. A partir de ese momento, se desató un tironeo que terminó con los bancos reteniendo pesos y cambiándolos por dólares lo que disparó la cotización.
Políticos, periodistas, economistas y opinadores antiliMilei reaccionaron como era previsible. Después de haberse quejado durante meses del “atraso” cambiario, hablaron de apocalipsis apenas el dólar comenzó a acercarse a un precio cercano al que habían pedido.
Por su parte, Javier Milei responsabilizó de lo que sucedía al horror que infunde el kirchnerismo (“riesgo kuka”) en los mercados y hasta a Victoria Villarruel que ya no dispone ni del poder para tocar la campanilla tranquila en el Senado. El “riesgo kuka” es un pésimo argumento en vista de que existe desde hace más de dos décadas y los mercados se adaptaron perfectamente a él. Lo de Villarruel, simplemente, un disparate.
Sorprendentemente, hubo también profecías optimistas. Se venían encendiendo luces de alarma por el rojo en alza de cuenta corriente, ya que desde la salida del cepo se fueron más de 12 mil millones de dólares de las arcas del Central por atesoramiento, turismo o compras en el exterior. Frente a este cuadro, una devaluación -que alcanzó el 13% sólo en julio- fue recibida como un alivio. A Cristina Kirchner le pasó algo parecido en 2011 y tuvo que imponer el cepo. Macri levantó el cepo de CFK transitoriamente y tuvo que volver a aplicarlo porque de lo contrario se habría quedado sin un solo billete verde en el Central. Los dólares no respetan partido.
Resulta ilustrativa esa avidez de dólares gobierne quien gobierne. Si el factor que define en última instancia el éxito de un gobierno es la confianza, en materia económica todos están en pie de igualdad, por lo que la carrera contra el peso se definirá desde ahora hasta las elecciones de acuerdo con la cantidad de dólares de los que disponga efectivamente el BCRA. El FMI efectivizará mañana un préstamo de US$2 mil millones y el gobierno norteamericano ya dijo que seguirá financiando a Milei cuanto sea necesario. Esas son las cartas con las que juega el Presidente. Lo que no puede predecirse es el impacto de la devaluación sobre la inflación.
En el terreno electoral, a Milei le siguieron apareciendo frentes opositores no K. La dirigencia que no quiere aliarse con Milei (porque impone condiciones draconianas) y tampoco puede sumarse al kirchnerismo está cayendo en la cuenta de lo complejo de su futuro.
La coalición bonaerense “Somos” integrada por radicales “antipeluca”, macristas irredentos, municipalistas, peronistas no K, cívicos y otras tribus “semiprogres” han comenzado a cruzar entre ellas impugnaciones de pronóstico incierto en la justicia. Ya hay varias que van con boleta corta lo que les quita competitividad.
Sin embargo, el principal problema de “Somos” no es judicial, sino de falta de identidad. Se trata de figuras como Carrió, Manes o Stolbizer con marketing negativo. Para peor, la reducción de las retenciones anunciada por el Presidente en la Rural los va a golpear en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Otro tanto ocurre con los cinco gobernadores que anunciaron el miércoles pasado la conformación de un frente para competir en octubre por afuera del oficialismo y del peronismo. A una semana del cierre de alianzas, los mandatarios de Santa Fe, Córdoba, Chubut, Jujuy y Santa Cruz creen que esa es la manera de escapar a la polarización.
Pero el discurso “federal” resulta por lo menos pueril. Hay casos evidentes de que el tercerismo hoy es erróneo. El gobernador de San Luis, Claudio Poggi, aceptó poner en sus listas para cargos nacionales a candidatos libertarios a cambio de que La Libertad Avanza le cediera las candidaturas a cargos provinciales y arrasó. En mayo obtuvo 46% y le sacó más de 20 puntos al candidato de “el Alberto”.
Para los caciques provinciales el ejemplo más evidente de la conveniencia de llegar a un acuerdo con los Milei es el de CABA. Después de recibir una paliza memorable, parecería que los primos Macri se resignaron a aceptar lo que Karina Milei disponga para no repetir el bochorno. Las negociaciones están en curso.