Por Hernán Andrés Kruse.-
“La voluntad general, a su vez, sería ni más ni menos que el ejercicio de las virtudes, las cuales, gracias a la intervención de la razón, se han perfeccionado. “La virtud no es más que la conformidad de la voluntad particular con la general” (Economía política, citado en Durkheim). La fuerza sobre la que descanse la sociedad y el contrato social debe ser la naturaleza en el segundo sentido en que se describió en el apara’tado anterior. La base para la constitución de la sociedad es la racionalidad humana. Al respecto, E. Durkheim expresa: “He aquí cómo es posible para Rousseau concebir, de una manera general, que el medio social, aunque sea diferente del medio primitivo, no sea sin embargo más que una forma nueva de él. Así los hombres podrán salir del estado de naturaleza sin violar la ley de naturaleza, a condición de que puedan reunirse en sociedades bajo la dependencia de una fuerza o de un mismo sistema de fuerzas que domina a todos los particulares estando fundada en la razón”.
Con relación a las leyes que el Estado necesitaba, Rousseau argumentaba que podrían no ser enunciadas nunca de manera formal, puesto que los actos hablarían por sí mismos y, en consecuencia, legitimarían o echarían por tierra la ley. La unión bajo el “cuerpo político” demandaba no sólo dispositivos jurídicos y políticos, sino el componente ético de la voluntad general tendiente a la búsqueda del bien común y que, según él, se vería reflejado en las costumbres. “Se trata no tanto de conservar intacta la libertad natural, sino más bien de transformarla en libertad cívica, con un real enriquecimiento y una ulterior expansión de la personalidad” (Abbagnano y V.).
Es decir, los individuos, a cambio de contar con ciertos derechos, dejan en manos del Estado parte de su libertad externa, pero ganan en un bien material –la ley, fundada en el interés común– que les permite un mayor desarrollo de sus potencialidades. Si bien este contrato es una convención, un pacto, un arreglo entre los hombres, su legitimidad debe estar fundada en un principio universal y superior que rija al conjunto: la libertad, que en el estado civil significa el desarrollo de la razón y la moralidad de que el hombre es capaz en sus acciones.
Se trata de una convención que, por sustentarse en un principio de carácter universal, mueve al hombre a tener por deseable para él lo que puede ser deseable para los demás. La conservación de su propio interés lo hace obligarse para con los demás y, en consecuencia, desarrollar sus virtudes. Los derechos que guiarían el cuerpo político tendrían que ser de carácter universal; no dependientes de normas legales, como el derecho positivo, sino fundados en capacidades naturales del hombre. Lo natural en el estado social se habría identificado –como se ha anotado– con la racionalidad; capaz de ordenar su conducta conforme a las normas provistas por su razón, el hombre sería el único autorizado para valorar sus acciones y ningún ordenamiento de tipo jurídico podría coartar esta libertad.
Si bien Rousseau admitía la fundación de la comunidad política mediante un contrato, éste implicaría el reconocimiento por parte de la autoridad de que la soberanía radica en el pueblo, conformado por el conjunto de libertades individuales. El establecimiento de un contrato social significó el respeto a un pacto por el cual los hombres aceptan la regulación de sus intereses en el espacio público por parte del Estado, sin violentar la libertad individual. Por su parte, la educación sería la encargada de internalizar la conveniencia del pacto social y desarrollar al máximo las potencialidades de cada individuo. La libertad se realiza en la voluntad general, pues, al adherirse el individuo a las leyes que emanan del soberano, se vincula a una ley erigida sobre sí mismo, sobre sus intereses particulares. La naturaleza racional de los hombres es el vínculo para la constitución del Estado, concebido no como una institución coactiva, sino que los mismos individuos han instituido por una obligación que consideran válida.
Como interpreta Cassirer: “No se trata de emancipar al individuo en el sentido de liberarlo de la forma y el orden de la comunidad, sino que se trata más bien de encontrar una forma de comunidad que proteja a la persona de cada individuo con la fuerza globalmente unida al vínculo estatal, de suerte que cada individuo, al asociarse con todos los demás, sólo se obedezca a sí mismo en esa asociación”. En modo alguno ve él en el Estado una mera “asociación”, una comunidad de intereses y un equilibrio de los intereses de las voluntades individuales. Según Rousseau, el Estado no es un mero compendio de determinadas inclinaciones e impulsos, de ciertas “veleidades”, sino la forma de la voluntad en general como voluntad moral, la única manera en que puede consumarse el tránsito del simple arbitrio hacia la voluntad. La ley en su sentido estricto no es un vínculo que abarque exteriormente a las voluntades individuales e impida su dispersión; se trata más bien de su principio constitutivo, lo que las fundamenta y justifica inmaterialmente. A decir verdad, la ley sólo pretende imperar sobre los ciudadanos en tanto que al mismo tiempo, en cada acto individual, haga y eduque ciudadanos” (Cassirer).
Con el paso del estado de naturaleza al estado civil se origina la moralidad. Una vez constituida la sociedad, el deber y el derecho adquieren sentido para los hombres, porque deben dejar de mirar sólo sus necesidades e intereses para obligarse a actuar según los principios de la voluntad general.
EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN
En el Emilio se sostienen varias de las ideas expuestas en el segundo Discurso y Del contrato social. Entre las más importantes podemos mencionar la idea de felicidad, el desarrollo de la facultad de imaginación como factor que desencadena la creación de necesidades ficticias, el papel del castigo para hacer respetar la ley, la moralidad y el ejercicio de la virtud como condiciones para entrar en el estado civil. En esta obra, Rousseau establece algunos elementos que, desde nuestro punto de vista, se corresponden con su teoría política. Del mismo modo que en el Discurso y en Del contrato social, el punto de arranque en Emilio es el hombre en estado de naturaleza, bueno por sí mismo, cuya bondad hay que mantener incorruptible el mayor tiempo posible.
En el estado de naturaleza, la felicidad es un momento en donde existe equilibrio entre los deseos, las necesidades y el desarrollo de las facultades humanas para satisfacerlos. El hombre todavía no es objeto de las injusticias sociales ni del sentido de previsión que comienza a desarrollarse con el surgimiento de la propiedad. Una vez que la imaginación aparece, el hombre comienza a elaborar una percepción equivocada de sí mismo, de lo que realmente requiere y de lo que es capaz para satisfacerse.
Por esto es tan importante que no se introduzca al niño antes de tiempo al estado civil, pues aumentan sus necesidades y, en consecuencia, su flaqueza, ya que las necesidades creadas por la vida civil exceden la fuerza de que es capaz. Si se le exige al niño lo que la naturaleza no le pide, no se respeta su libertad. Cuando el hombre depende sólo de las cosas de la naturaleza, no se engendran vicios en él y es libre. Lo que se dé a un niño debe ser porque lo pida y no debe hacer nada por obediencia, sino sólo por necesidad. Acceder a sus reclamos o hacerlo que obedezca puede tener como consecuencia convertirlo en un niño imperioso que cree poder ordenar o introducirlo demasiado temprano en la servidumbre civil, aspectos que limitarían la posibilidad de formarlo en la virtud llegado el momento. Por su parte, el maestro debe abstenerse del enseñar preceptos y procurar que el niño los encuentre por sí mismo.
La renaturalización del hombre en el estado social sólo puede conseguirse por medio de la educación. Si para el hombre primitivo su libertad estaba anclada en la satisfacción de sus instintos, en el hombre civil lo está en el desarrollo de su razón y en su moralización. Para Rousseau, la obra maestra de la educación es formar un hombre racional; pero la razón no puede ser usada como método para educar. Debe dejarse al niño aprender conforme a su naturaleza y no a un plan de enseñanza que pretende prepararlo para un futuro que tal vez no viva. Sin embargo, llegado el momento, es inevitable que Emilio se enfrente a las instituciones sociales y, si bien la educación deberá atender en principio a las disposiciones primitivas, se presenta el conflicto entre formar a un hombre o formar a un ciudadano.
Rousseau confía en que si la educación atiende el desarrollo de las disposiciones naturales, serán buenas instituciones las encargadas de hacer compatible la personalidad de cada sujeto con la comunidad. Esto se logra por la vía negativa, lo cual en Rousseau significa no proporcionar al niño castigos ni motivaciones conducentes al conocimiento temprano de la moralidad. Emilio no debe obtener nada “porque lo pida, sino porque lo necesite, ni hacer nada por obediencia, sino sólo por necesidad”. Esto se debe a que, sin la razón, sin la capacidad de formular juicios, tampoco se puede tener ideas de seres morales ni de relaciones sociales. Para Rousseau, el hombre nacido en sociedad es débil, desprovisto de lo más básico para subsistir y de juicio, y todo lo que necesita le es dado por la educación, la cual, como seres humanos, “nos viene de la naturaleza, de los hombres o de las cosas”.
La meta de las tres educaciones es la naturaleza, lo cual sería posible si no fueran contradictorias y sólo fueran diferentes. Rousseau se pregunta “¿qué hacer cuando son opuestas?, ¿cuándo en lugar de educar un hombre para él mismo se le quiere educar para los demás? Entonces el acuerdo es imposible. Forzado a combatir la naturaleza o las instituciones sociales, hay que optar entre hacer un hombre o un ciudadano; porque no se puede hacer uno y otro al mismo tiempo”.
Ésta es una de las mayores oposiciones señaladas en el pensamiento rusoniano: formar al hombre o al ciudadano. Se deriva que hay una ruptura entre el hombre como individuo, como hombre natural y el ciudadano, entendido como miembro de la comunidad política del contrato social. Desde nuestro punto de vista, la oposición se resuelve si atendemos a la compleja concepción de naturaleza humana planteada por el filósofo: lo que es natural en el estado originario o salvaje –los instintos y las pasiones o sentimientos sin el concurso de la razón– y lo que es natural en el orden civil –la capacidad de juicio, la libertad del individuo–. Recuérdese también el carácter hipotético de la concepción rusoniana de hombre y el papel que él mismo le asigna como instrumento de análisis de la sociedad. Se trata de concebir “lo que la sociedad debiera ser, por la formación de lo que en el hombre debiera ocurrir”.
En el Emilio, Rousseau plantea el procedimiento por el que, gracias a la educación privada, es posible pasar, de manera individual, “del constructo natural al constructo social” (Rubio). En el plano privado e individual hace el mismo movimiento que sigue el modelo del contrato social en el plano público y colectivo. En el Emilio, en el plano individual y privado se desarrolla la perfectibilidad humana a través de la mediación educativa, mientras que en el plano colectivo y público la legitimidad de las formas de gobierno se da por la mediación política de la voluntad general en la asamblea pública.
Renaturalización de Emilio, si conservamos el significado de la naturaleza racional del hombre, o desnaturalización, si partimos de la idea de que el hombre primitivo no puede conservarse tal en cuanto entra en contacto con otros hombres y debe abandonar su individualidad para convertirse en miembro de la colectividad y tomar conciencia de los mandatos de la ética civil. Como señala Rubio Carracedo: “Todo parece indicar, sin embargo, que la “voz interior” de la conciencia juega en Emile el mismo papel que la “voluntad general” en Du contrat social, siguiendo el paralelismo plano privado-plano público. Porque la conciencia no se opone a la razón pública, sino a la seducción de la sociedad corrupta con su razón contaminada, que puede llegar a sofocar su voz, pero nunca a extinguirla. Lejos de contraponerse a la voluntad general, ésta ha de entenderse como “una voz colectiva de la razón” que guía a la sociedad política como la conciencia guía al individuo frente al antimodelo de la sociedad histórica”.
Desde nuestro punto de vista, la noción de libertad propuesta por Rousseau en su obra Emilio es rigurosa, contiene un alto componente disciplinario –por la formación y ejercicio de las virtudes–, indispensable para que, llegado el momento, el hombre se incorpore al estado civil con atención al mantenimiento de la voluntad general, lo cual exige, al mismo tiempo, no dejar de lado la individualidad y respetar en cada uno lo que es común a todos: la libertad, que radica en la razón y cuya manifestación en el orden social se dará en la capacidad de participar en la elaboración de la ley. Rousseau legitima así un modelo de autoridad basado en la personalidad autónoma, virtuosa, que no necesita de la fuerza, pues se internaliza desde la infancia. Gracias al proceso educativo se estructura la conciencia del niño de tal forma que establezca los lazos sociales benéficos y respete la autoridad como producto de sus deseos. Su vida como ciudadano se posibilita gracias a su educación como hombre, al desarrollo de una personalidad autónoma, a “sólo querer lo que puede y hacer lo que le conviene”.
Rousseau respondió con su modelo teórico de contrato social a la explicación y comprensión racional de la relación que los hombres libres y autónomos pretendían como modo ideal del vínculo entre ellos y el Estado, del tipo de asociación política ideal en que había que socializar al hombre moderno. Así como el contrato social opera en el plano colectivo y público para que los sujetos se comprometan con el bien común, consideramos que en el planteamiento de Rousseau la educación resulta fundamental para desarrollar en el hombre la capacidad de razón aunada al ejercicio del discernimiento de sus opciones morales y del desarrollo de las virtudes necesarias para actuar en sociedad.
La internación de la voluntad general supone el ejercicio de una mayor autonomía por parte del hombre, es decir, que se responsabilice de sus decisiones tanto en el plano público como en el privado; que comprenda la necesidad del vínculo político para mantener un estado de equilibrio entre lo que quiere y lo que puede, como garante a la autoridad legitimada por él mismo, en tanto producto de su razón expresada públicamente. El componente moral de la voluntad general introducida por Rousseau como factor indispensable del contrato social es un referente ineludible en las teorías de la ciudadanía más recientes. La moral es una dimensión que no sólo concierne a los asuntos privados del ser humano, sino que le permite el respeto al orden legal y la participación comprometida en el espacio público. En el pensamiento rusoniano los espacios del hombre y el ciudadano mantienen una relación de complementariedad.
Por último, si bien coincidimos con Rubio Carracedo en que el planteamiento político de Rousseau difícilmente tendría un potencial crítico útil para la oposición política en nuestro tiempo, sí nos recuerda que una mejor forma de vida social se posibilitará en tanto los ciudadanos asuman sus responsabilidades públicas, que no puede haber ciudadanía sin participación política. El estado de naturaleza racional del hombre permanece como una utopía y, en la medida en que nos acerquemos a ella, “la reforma ha de ser radical, en todos los aspectos (públicos y privados)”.
(*) Blanca Flor Trujillo Reyes (Universidad Pedagógica Nacional-México): “Hombre, moral y ciudadanía en Jean-Jacques Rousseau” (Revista Intercontinental de Psicología y Educación-Volumen II, Número 1-Universidad Intercontinental-distrito Federal-México-2009).
18/08/2025 a las 11:12 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
¿Y si Milei perdiera en Buenos Aires?
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
27/8/025
La política y la economía están pendientes de cincuenta días, inminentes y volubles. Es el tiempo que separará las elecciones locales en la provincia de Buenos Aires de los comicios en los que se elegirán en todo el país senadores y diputados nacionales. Las elecciones bonaerenses se realizarán el 7 de septiembre próximo; las nacionales se harán el 26 de octubre. El rumor de una eventual derrota en septiembre se instaló en los campamentos de los dos principales polos políticos e ideológicos: el nacionalismo seudoprogre del kirchnerismo y el libertarismo zigzagueante del mileísmo.
“Podemos perder”, acepta uno de los funcionarios más importantes de Javier Milei. ¿Estrategia para movilizar a los apáticos o, acaso, están abriendo el paraguas antes de que llueva? “Hay algo de las dos cosas”, infiere uno de los principales analistas de opinión pública. “Será una elección desigual para nosotros: la jefa está presa”, se queja por su parte un cristinista insistente con la calificación de una jefa proscripta. La proscripción ha sido históricamente un castigo del poder político. La Justicia es, en cambio, la que condenó a Cristina Kirchner por delitos de corrupción y le prohibió el ejercicio de cargos públicos. La expresidenta no está proscripta; simplemente, fue condenada luego de un juicio justo. Aun cuando sigue ejerciendo la jefatura política más importante del peronismo, sus seguidores ni siquiera reconocen que la lideresa ya venía sufriendo la decadencia política desde que el partido que lidera perdió las elecciones nacionales en 2021 y 2023. Encartada por corrupción, la viuda de Kirchner todavía era en esos años una persona libre. De todos modos, hay síntomas claros de que los dos polos ideológicos están preocupados por las elecciones bonaerenses de septiembre.
La primera señal de tal inquietud apareció con las candidaturas testimoniales, que es la manera elegante como la política califica a los candidatos que se proponen para cargos que nunca ocuparán. Son desfachatados más que testimoniales, y sus candidaturas son falsas. Es también una perversión de la democracia porque le resta transparencia al sistema político. No les importa. Solo el kirchnerismo tiene 16 intendentes bonaerenses como candidatos a legisladores provinciales o a concejales, cargos para los que seguramente serán elegidos, pero a los que renunciarán antes de asumir. La “tercera vía”, una vieja fantasía de la política argentina, liderada esta vez por dirigentes como Juan Schiaretti, Florencio Randazzo o Facundo Manes, tiene cuatro intendentes como candidatos para cargos legislativos que luego despreciarán. La Libertad Avanza lleva en sus listas a dos intendentes: el de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, y el de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Los dos son mencionados en herméticos cenáculos mileístas como eventuales ministros si el Presidente decidiera una reorganización del gabinete luego de las elecciones nacionales de octubre. ¿Son entonces también candidatos testimoniales? Solo Montenegro aseguró que asumirá el cargo de senador provincial para el que se postula en los comicios de septiembre. Pero su nombre figura como candidato a suceder a Mariano Cúneo Libarona en el Ministerio de Justicia. Veremos si ocurre el relevo de ese ministro (nadie es más impredecible que Milei) y veremos, sobre todo, si Montenegro le dice que no al Presidente.
Otra prueba del nerviosismo que aqueja a las dos principales facciones de la política argentina sobre las elecciones de septiembre es que están jugando en territorio bonaerense sus máximos jefes. Milei inauguró en La Plata el jueves último la campaña bonaerense, y Cristina Kirchner no para de dedicarle tuits al Presidente desde su encierro en San José Once Once, como ella nombra a su casa, que es también su prisión. El Presidente está cumpliendo su palabra de no insultar, pero inmejorables fuentes oficiales señalan que esa decisión se debe a que todas las encuestas le dicen que la mayoría de los argentinos (también los que creen en el mileísmo) no coinciden con su manera de tratar a las personas que desprecia o con las que disiente. Las encuestas son más dramáticas: la crítica es socialmente transversal; es decir, cubre a todos los sectores de la sociedad. La explicación consiste en que también una mayoría de argentinos comunes y corrientes no hablan en privado de la manera soez y procaz que suele usar en público el jefe del Estado. Cuidado. En La Plata, aclaró que no seguirá insultando solo a los “interlocutores de buena fe”. ¿Quién decidirá si hay buena o mala fe? Milei. Obvio.
De todos modos, él sigue siendo un presidente de la Nación excepcional en la historia argentina. Así como aplicó el ajuste más profundo y rápido de la economía que recuerde cualquier argentino vivo (decisión que el país necesitaba desde hacía décadas), también es capaz de pelearse públicamente con un niño autista de 12 años, Ian Moche, que milita por la causa de las personas con discapacidad. El Presidente retuiteó un mensaje que calificaba a Moche de kirchnerista y también al periodista Paulino Rodrigues, de LN+, que los entrevistó a él y a su madre. Rodrigues no es kirchnerista, pero él es un periodista y sabe que la suya es una profesión de riesgo con Milei o con los Kirchner. Ian Moche es otra cosa, mucho más grave y sensible: él y su madre solo le pidieron al Presidente que borrara su mensaje en X. Milei se negó argumentando que estaba haciendo (mal) uso de su libertad de expresión. Las invocaciones son insignificantes. Cualquier otra persona –ni que hablar de cualquier otro presidente– hubiera aceptado en el acto el pedido de un niño, que además padece autismo. Milei le dio la espalda. Es lo que hay.
¿Por qué la preocupación de los funcionarios? Un consenso implícito de los encuestadores señala que el oficialismo podría sufrir una derrota en septiembre y alegrarse con una victoria en octubre. El triunfo de octubre es previsible, sencillamente porque Milei no tiene con quien perder en los comicios nacionales. Es cierto también que las encuestas en la monumental Buenos Aires son muy caras, y solo el Gobierno y alguno más están en condiciones de hacer ahí mediciones electorales serias. “Hay que hacer ocho encuestas como si fueran ocho provincias”, precisa uno de los más prestigiosos encuestadores. Se refiere a las ocho secciones electorales en las que está dividida la provincia de Buenos Aires. Solo la primera y la tercera sección suman casi diez millones de ciudadanos en condiciones de votar. El total de votantes de ese distrito homérico es de más de 13 millones. La provincia de Buenos Aires tiene casi cinco millones de votantes más que los tres grandes distritos restantes juntos: Córdoba, Capital Federal y Santa Fe. Y cuenta con el doble de habitantes en condiciones de votar que todo el norte argentino. Tiene un vasto interior agropecuario y productivo. Una porción del conurbano bonaerense es también la sede de fábricas grandes, medianas y pequeñas. Y hay sectores sociales, sobre todo en la tercera sección, que están marginados de cualquier proceso productivo; en ese conurbano se aloja el núcleo de pobreza más grande del país. El peronismo, que ha hecho estragos con los pobres de esa amplia y hacinada franja geográfica, es ahí un partido casi hegemónico. Milei perdió por muy poco en la provincia de Buenos Aires hasta en el victorioso balotaje de 2023.
La pregunta que corresponde hacer es qué sucederá con la economía si el peronismo se vuelve a imponer en las elecciones bonaerenses de septiembre. Debe consignarse que por primera vez se votará en fechas distintas en esa provincia; siempre las elecciones nacionales y provinciales de Buenos Aires se unificaron en un solo día. También habrá dos sistemas electorales distintos: boleta única en las elecciones nacionales de octubre (que fue un acierto importante del gobierno de Milei en busca de la limpieza electoral) y la vieja boleta sábana para los comicios provinciales de septiembre. Los caudillos del conurbano bonaerense se resistieron siempre a aceptar un sistema electoral más transparente. ¿Por qué? La respuesta vacila. Ellos solo dicen que no hacen fraude. Las pruebas los condenan.
La economía de Milei viene saltando de obstáculo en obstáculo desde que el dólar pegó un salto hace casi un mes o, mirado con otro punto de vista, desde que la actividad económica comenzó a desacelerarse en abril último. En los quince días recientes el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, fatigaron la paciencia de los bancos, las empresas y los economistas con resoluciones monetarias casi diarias. Cambiaron las reglas del juego con algunas de ellas. La última de esas resoluciones, el jueves pasado, convirtió al día siguiente en un viernes negro para las acciones de las empresas argentinas en Wall Street, porque cayeron las de casi todas. El mercado local no funcionó por el feriado. Las resoluciones de Caputo y Bausili tienen un solo propósito: mantener el dólar quieto y, de esa manera, conservar la tendencia a la baja de la inflación, que es el gran activo político del Presidente. El problema es que para lograr eso debieron elevar las tasas de interés y colocarlas, según los días, entre el 52 y el 70% anual. La inflación del año prevista por el Banco Central es de apenas el 27%. Semejante diferencia no puede ser neutral para la actividad de la economía argentina. La historia y la práctica indican que si las tasas de interés son tan altas, el freno para la economía no tiene remedio. Las empresas se quedan en los hechos sin crédito, y las compras en cuotas se terminaron para los argentinos porque deberán pagar muy altas tasas de interés. Son previsibles una baja del consumo y un aumento de la morosidad, tanto en los créditos como en el pago de las tarjetas de crédito; este último retraso ya se venía registrando.
Los economistas Enrique Szewach y Fausto Spotorno coinciden en que la incidencia en la economía de una eventual derrota del Gobierno en la provincia de Buenos Aires dependerá del margen del traspié y del tamaño de una victoria peronista. “Una derrota bonaerense del oficialismo por uno o dos puntos no afectará necesariamente a la economía porque todos saben que el Gobierno ganará las elecciones nacionales de octubre, que son las que realmente importan para la gobernabilidad futura”, dicen. Pero ¿qué sucedería si la eventual derrota bonaerense fuera de una magnitud mayor? El silencio les gana a las palabras. Lo que nadie dice es que una victoria importante del peronismo en el más grande distrito electoral del país les anticiparía a los inversores y a los mercados financieros un posible retorno del kirchnerismo en 2027, sea quien fuere el testaferro político de Cristina Kirchner en ese momento. El mayor conflicto se vería en el riesgo país, que hasta ahora no puede bajar de los 700 puntos básicos. Podría ser peor. Y el país y las empresas necesitan acceder a los mercados internacionales de créditos, pero les es imposible con el nivel actual del riesgo país. Lo que nadie recuerda, además, es que una semana antes de las elecciones bonaerenses, el domingo 31 de agosto, la provincia de Corrientes elegirá a su gobernador y a sus legisladores provinciales. La unanimidad de las encuestas anuncia un triunfo del oficialismo local, liderado por el gobernador radical Gustavo Valdés, y una derrota del mileísmo, que podría salir tercero. El candidato de Valdés es su hermano, Juan Pablo, quien fue objetado por Karina Milei para una alianza con La Libertad Avanza. Valdés, el gobernador, no aceptó ese veto y rompió las entonces avanzadas negociaciones con el mileísmo para desembocar juntos en una misma propuesta electoral. Si las encuestas acertaran, las elecciones de Corrientes no serán un buen precedente para los comicios bonaerenses de siete días más tarde. El Presidente depositó la construcción política del mileísmo en las exclusivas manos de su hermana Karina porque él se ocupa de la economía y la gestión. Muy bien, pero siempre que la señora Milei tenga en cuenta que la política y la economía son hermanas siamesas.
18/08/2025 a las 11:15 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Signos de fatiga del caballito de batalla de Milei
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
17/8/025
El gobierno de Javier Milei ha despejado todos los enigmas del armado electoral. Está claro el pacto o la absorción que hizo del PRO. José Luis Espert y Patricia Bullrich serán los principales candidatos que encabezarán las listas en Buenos Aires y la Ciudad. Queda la duda, en cambio, acerca de las condiciones económico-sociales que acompañarán al oficialismo en los turnos de votación de septiembre y octubre.
El Presidente ha decidido apostar todo a una carta que considera determinante y ganadora. Quizá porque se trata de la única con la cual estableció por ahora un puente sustentable con la sociedad. Las demás cuestiones como la “batalla cultural”, salvo para su núcleo de fanáticos, permanece siempre en observación. Se comprende, en ese contexto, por qué motivo el Gobierno celebró tanto el 1,9% de inflación de julio. Tres meses consecutivos por debajo del 2%. Algo que no sucedía desde el 2017.
La celebración tuvo un condimento especial. El dato del alza de precios no reflejó el impacto por la suba del dólar que viene del mes pasado. Se trata del último registro antes de la elección desdoblada en Buenos Aires. El de agosto se conocerá a mediados de septiembre. El de ese mes se difundirá antes del 26 de octubre. Son los desafíos excluyentes que desvelan al Gobierno.
De esa necesidad afloran los malabares financieros de Luis Caputo, el ministro de Economía, y Santiago Bausili, titular del Banco Central. Realizaron una licitación de deuda en pesos, pero lograron colocar solo el 60% pese a la convalidación de tasas del 69,2%. Para evitar que el sobrante (40%) pueda fluir sobre la moneda estadounidense fueron elevados los encajes bancarios. También se obligó a las entidades a comprar bonos con esos fondos. Está visto que el mercado no lo estaría regulando todo. La idea es contener el dólar, mantener maniatada la inflación y transmitir esa sensación de estabilidad que muchos argentinos valoran y han hecho propia.
Cuando se comparan las estadísticas se comprende el cuadro general. El último año de Alberto Fernández, con Sergio Massa como ministro de Economía, ofreció estos guarismos. Inflación de noviembre 12,8%, acumulada 148,2%, interanual (sin computar diciembre) 160,2%. El tablero 2025 de Milei establece: 1,9% en julio, acumulada del 17,3% e interanual del 36,6%.
El mantenimiento de ese equilibrio cuenta con otras dos variables cuyas consecuencias políticas no están claras en qué momento llegarán a manifestarse. Una es la contracción de la actividad y el consumo, con excepción de los bienes durables. La otra sería la apertura de las importaciones que ayudan a disciplinar los precios. Porque la demanda continúa amesetada en un nivel bajo.
El control inflacionario que deriva en la estabilidad no figura ya, sin embargo, entre las prioridades de la opinión pública. La cima de la demanda social empieza a estar ocupada por otras cosas. De acuerdo con una encuesta de la Universidad de San Andrés apuntaría ahora, en este orden, a los bajos salarios (36%), inseguridad (32%) y falta de trabajo (32%). Agenda para la cual muy difícilmente el Gobierno pueda tener alguna respuesta antes de las elecciones de octubre.
Las señalizaciones de la política estarían indicando aquel rumbo. Milei está bregando para que el Congreso no se salga con la suya en cuestiones de alta sensibilidad social que representaron días atrás un duro golpe para el oficialismo. El financiamiento universitario, la emergencia por discapacidad y la asistencia por la crisis en el Hospital Garrahan, de excelencia pediátrica. Asuntos que atentan, según la versión oficial, contra el equilibrio fiscal. De allí la ardua tarea libertaria para intentar sostener los vetos presidenciales.
En esa tarea se visualizan dos planos. Las gestiones que realiza Milei de modo personal. El trabajo de Guillermo Francos y el joven asesor Santiago Caputo con los gobernadores. Karina preferiría no pisar ese terreno, tal vez, por los heridos que han quedado después del cierre de las listas y los acuerdos. Todavía no se estarían observando resultados concretos.
El Presidente reunió en Olivos a un grupo de diputados libertarios y del PRO bajo el presupuesto de que demandaría un apoyo irreductible a aquellos vetos. Estuvo ladeado por Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, Martín Menem, el titular de Diputados y Caputo juniors. Las estrellas violáceas-amarillas fueron Cristian Ritondo y Diego Santilli. Milei estuvo calmo, de excelente ánimo, se dedicó a frasear autores libertarios (“solapear”, dijo un mal pensado) pero en ningún momento habló sobre el trabajo pendiente en el Congreso.
Llamó la atención el empeño con el cual Ritondo tomó apuntes sobre los comentarios presidenciales. Nace una conjetura inevitable: si las elecciones salen como el Gobierno supone el diputado pasaría a representar un engranaje clave en la articulación política del oficialismo. Para fortalecer a Karina, Caputo juniors y Francos. Y permitirle a Milei una mayor independencia para ocuparse de las cosas que le interesan.
¿Por qué razón Milei, en tales circunstancias, arreó a todos sus invitados a ver una película en Olivos? Está persuadido que las pequeñas cosas también formarían parte de la “batalla cultural” de la cual le encanta ocuparse. Divirtió a los presentes con la proyección de la película recién estrenada de Guillermo Francella, titulada Homo Argentum. De acuerdo con la visión del León libertario incluiría flashes críticos sobre lo que denomina, como Donald Trump, “la cultura woke”. Aquello que abarca a grandes trazos problemas sociales, políticos y sobre todo de las minorías.
La obra pertenece a los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat. Creadores también, entre muchas cosas, de una muy buena serie llamada Bellas Artes, filmada en Madrid, que protagonizó Oscar Martínez. Enfocada en conductas “políticamente incorrectas” en el universo de la cultura. Una puesta que también concitó en su momento la atención presidencial.
Mientras las gestiones por los vetos transitan un camino sinuoso La Libertad Avanza acude a otras estrategias defensivas. El jefe del bloque en el Senado, Ezequiel Atauche, logró postergar una semana los dictámenes de comisiones sobre los asuntos aprobados por Diputados. Quiere decir que el financiamiento universitario y la ayuda al Garrahan no llegaría al recinto hasta el martes 26. Muy cerca de las elecciones bonaerenses desdobladas. Siempre puede existir un imprevisto que imponga otra postergación.
En Diputados la actividad de la oposición parece más intensa. Vuelve a estar en gestación un pedido de sesión especial para el miércoles similar a la que significó semanas atrás una dura derrota para los libertarios. Una y otra vez se recuentan los votos disponibles para evitar que Milei imponga sus vetos. Existe una presunción sólida de que podrían juntarse para la emergencia por discapacidad y los fondos especiales para la tragedia que causaron en marzo las inundaciones en Bahía Blanca. Los jubilados podrían no tener la misma suerte con su aumento.
La atención libertaria tiene otro centro de preocupación. En los días venideros deberá definirse la integración y jefatura de la Comisión Investigadora en Diputados sobre el escándalo $LIBRA. Cuyo informe tiene que estar resuelto como máximo el 10 de noviembre. La demora ex profeso del oficialismo parece haberle jugado en contra. En los últimos días se conocieron novedades que nutrirán el trabajo de aquella Comisión.
Por lo pronto, la Justicia argentina que avanza con ritmo perezoso detectó que dos de los involucrados en el caso (Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy) movieron medio millón de dólares en el marco del expediente que desvela a los hermanos Milei. Parte de ese monto logró ser congelado por la jueza María Servini de Cubría después de descubrir que habían sido girados a una sociedad en El Salvador.
En simultáneo, Hayden Mark Davis habría transferido otro medio millón de dólares a un banco virtual en momentos en que mantenía una reunión con Milei en la Casa Rosada. Fue una información que reveló La Nación. Este dato fue recogido por la Justicia de Estados Unidos donde también se sustancia una causa. Se registraría una novedad que podría alterar los ánimos de los hermanos Milei. El pelirrojo Davis fue citado a declarar en aquel país. ¿En qué condición, como imputado o arrepentido?
El Presidente pretende tapar esas amenazas e incomodidades dando rienda suelta a la campaña. Estuvo en su primer acto en La Plata, en un club que solía frecuentar Cristina Fernández, y hará por lo menos otras tres incursiones en territorio bonaerense hasta la fecha de las elecciones. Trazó un plan inconfundible: colocar como enemigo a Axel Kicillof y a todo el kirchnerismo.
Introdujo como cuña proselitista un asunto paralelo al de la inseguridad. La crisis por la contaminación de medicamentos con fentanilo que habría provocado por ahora más de 90 muertes en todo el país. Se vincula a Ariel García Furfaro, titular del laboratorio responsable (HLB PHarma), con las entrañas del kirchnerismo. Esa moneda tendría otra cara que el Gobierno intenta disimular. La responsabilidad de la Administración de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) a la que el ministro Federico Sturzenegger echó culpas por la supuesta falta de control. Depende del ministro de Salud Mario Lugones. Este tomó como chivo expiatorio al Instituto Nacional de Medicamentos (INAME) vinculada al ANMAT. Lo conduce Gabriela Fumado. El organismo asegura haber hecho una advertencia. El cuento del gran bonete.
Se trata de artilugios políticos a los cuales echa mano Milei para compensar cierta fatiga que se empezaría a advertir en su clásico caballito de batalla. Lo representa en forma excluyente la estabilidad y la inflación.
18/08/2025 a las 11:17 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Nunca Macri
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
17/8/025
La frase publicitaria “Nunca más”, utilizada hoy por el mileísmo como bandera contra el reservorio kirchnerista en la provincia de Buenos Aires, fue en verdad un silencioso y previo “Nunca más” contra Mauricio Macri y aquellos que lo rodeaban (Miguel Pichetto, por ejemplo). Tuvo éxito: no hubo necesidad de vitalizar la apelación histórica y emblemática para deshacer el esqueleto del ingeniero boquense, aunque todavía resiste la columna de Capital Federal.
Esa muda vulgarización del símbolo de los derechos humanos esterilizó al PRO y a sus amigos, que se han quedado con la fantasía –en muchos casos– de que en el futuro se van a convertir en un Caballo de Troya si se llegara a desmoronar el oficialismo. Así debe pensar un Macri obligado a la paciencia –llamada resiliencia por sus cercanos–, furioso con el progreso de ciertos colaboradores que lo abandonaron. De Patricia Bullrich a Diego Santilli, con quien guarda un encono particular por pasados derrapes, no solo con Javier Milei sino también con Elisa Carrió. Un hombre cambiante, como el muñequito de los relojes suizos: ahora está en modo violeta.
Obligado por deserciones múltiples y decisiones partidarias, Macri dice ensayar la estrategia de esperar hasta diciembre para renovar votos políticos: justo cuando empieza a rendir examen el nuevo Congreso Nacional y su futura integración. Es una fecha para cobrar en boletería. Débil argumento, sin duda. Pero su liderazgo se astilló antes del sometimiento a los propósitos del Gobierno: fue cuando, en un cónclave nacional del PRO, se aprobó que, de acuerdo a los intereses en cada distrito, el partido se presentaba solo, siguiendo a Milei o pactando con los radicales de Maximiliano Pullaro en Santa Fe. Servicio pleno para atender al cliente. Una cariocinesis monumental, la división de las células.
Uno de los más afectados por esta concurrencia egoísta del partido para subsistir resultó Diego Guelar, a quien no le informaron que, por orden del Presidente, ya no se insultaba más en la profesión y, como no pudo candidatearse por adentro del PRO, calificó a Macri –quien le dio albergue y trabajo antes como embajador en China; alguien dijo que no era un premio, sino para tenerlo lo más lejos posible– como un “hijo de puta, como un reverendo hijo de puta”. No se entiende lo de “reverendo”.
Hay otra fecha a contemplar: un plazo de 60 días. Y no solo por Macri. De viaje en esas jornadas negras, la duración de dos meses que el equipo económico se ha impuesto –de acuerdo a la finalización de las próximas elecciones– para revisar un esquema en el que ahora se puede ganar un porcentaje inédito en dólares si se apuesta a los pesos. Tan insostenible que nada resiste en apariencia más allá de esa fecha, en particular las empresas medianas y pequeñas al borde del tablón (sucumben, no pueden disponer siquiera de un descalce por un descubierto en el banco de 15 días). Ni los mismos acorralados bancos, inhumanos como la misma perspectiva, que se asustan de prestarle a las grandes compañías. Por caso: en el esplendor de los rendimientos energéticos de Vaca Muerta, ¿cómo hace una multinacional petrolera si perforar un pozo tiene una tasa de retorno inferior al interés que se paga por los pesos?
Bien podría decirse que el equipo Caputo –con disposición ahora al encierro, por carencia de respuestas o soberbia, explicando solo en su propio medio restringido de streaming– no ignora la contingencia. Pero no puede salir. Se justifica en dos razones: conservar un índice de inflación que no trepe al 2% mensual y evitar cualquier suba estridente del dólar. Son causas comprensibles de la política que entraron en descomposición hace un mes, con el tema de las Leliq, y de valiosa importancia para la conducta electoral: se vive en un país en el que el comportamiento de la divisa extranjera, su empinamiento, puede complicar cualquier resultado en los comicios.
Por lo tanto, el team económico insiste en conservar esa tradición, cueste lo que cueste, aunque ese sacrificio –palabra que elude el Gobierno– haya empezado a complicar la idea de una aniquilación del populismo peronista en ciertos territorios, por más que se invoque el “Nunca más” al kirchnerismo y sus corruptelas. Por lo menos, es lo que dicen los mentideros de encuestas, sin comprometer el triunfo del Gobierno para incorporar más voces propias en el Parlamento. Y el dato más interesante es que el voluntariado libertario que amenaza desprenderse no salta al capítulo kirchnerista y transcurre a la intemperie de liderazgos. Sabrá Dios dónde terminarán cayendo, si es que se depositan en la urna.
No parece que las listas a conocerse esta noche sean atractivas para condicionar los votos. Algunos aspirantes pasan como antes los diarios debajo de la puerta de los ciudadanos y otros se encastran en la mínima apertura. Para Milei, el ensayo de su hermana es un desafío, hasta defender a una candidata en la provincia de Buenos Aires que parece un invento menemista como el Soldado Chamamé en tiempos de Carlos Menem.
Tendrá el mandatario que poner pecho y alma en sus recorridas, perseguido además con temas de complejidad judicial: el más fiero, la causa de la cripto Libra, ya en la mesa de una oposición con servilleta, cuchillo y tenedor, o derivaciones del monstruoso caso del fentanilo mortal, oriundo del kirchnerismo, pero con una administración de salud que hasta hace pocas horas respondía a los requerimientos vía un economista: Federico Sturzenegger. Una notable falta de compromiso y sobrada cobertura familiar para sobrevivir en el responsable del Ministerio, Mario Lugones, pariente de uno de los socios de Santiago Caputo y envuelto en negocios del rubro con varios dirigentes políticos.
Si puede, el Presidente saldrá en sus actos a tapar los agujeros negros y a distinguir, sin reconocerlo, sus propias fallas. Como se sabe, se apartó por conveniencia del diccionario de injurias que lo caracterizaba y, también, aunque las redes fueron significativas para que llegara a la Casa de Gobierno, no han resultado suficientes para mantenerlo en la cúspide. Mientras, el rechazo a los medios tradicionales por su decadencia natural está fuera de oportunidad: una alta proporción del electorado todavía se nutre de ese servicio informativo, también de las opiniones que incluyen, a las cuales Milei fustiga como si ese fuera un negocio bien remunerado. Tardó en darse cuenta de que esa realidad subsiste, influye, y que a sus acólitos fervientes del tuit cuesta comprarles un auto usado.
18/08/2025 a las 11:21 AM
KA ARGENTUNA POLÍTICA: ENFOQUES
Una gestión al límite y la ilusión de la elección sanadora
Jorge Liotti
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
17/8/025
Al promediar el año, en el Gobierno estaban convencidos de que llegarían a las elecciones nacionales con un impulso vigoroso en materia económica, que les permitiría hacer una campaña basada en resultados muy perceptibles para los votantes. Esto derivaría en una consolidación de la figura de Javier Milei y en un natural fortalecimiento político en el Congreso.
Pero el escenario varió sustancialmente y el proyecto libertario llegará a las urnas al límite en varios planos. Lo más probable, de todos modos, es que le alcance para ganar por un buen margen. Pero estará forzado a una rápida reinterpretación para asumir que sin un replanteo de fondo le resultará muy difícil encarar la segunda mitad del mandato.
El primer plano que está demostrando un estrés excesivo para considerarlo una mera turbulencia preelectoral es el económico. En una misma semana el Gobierno exhibió que, pese a que el dólar subió 13%, la inflación de julio fue de 1,9%; pero al mismo tiempo quedó expuesto en una pelea abierta con los bancos que volvió a sembrar dudas.
La historia se inició hace un mes con una medida que pareció técnica e inocua, que fue el desarme de las LEFI y su consecuente presión sobre el dólar; pero se prolongó hasta estos días con una licitación de deuda que apenas logró una renovación del 61%, lo que demostró el escaso interés de los bancos en el nuevo instrumento lanzado por Luis Caputo.
Quedaron flotando casi 6 billones de pesos, que son una amenaza para el esquema cambiario, razón por la cual el Ministerio de Economía anticipó una suba de los encajes y anunció que mañana realizará otra subasta de Letras, fuera de programa. La consecuencia directa de estas tensiones ha sido la escalada de las tasas de interés y la previsión de un congelamiento de los créditos, lo que impactará en el nivel de actividad económica.
El contraste entre los logros en materia inflacionaria y cambiaria, y los problemas monetarios y financieros, demuestra dónde están las prioridades del Gobierno. Milei bajó la orden absoluta de que se deben tomar todas las medidas necesarias para llegar a octubre con el dólar estabilizado y con índices de precios a la baja. Pero para lograr esa meta se están desarmando otras variables con costos muy altos. Ya no está del todo claro que en estos últimos zigzagueos la sintonía entre el Presidente, el Ministerio de Economía y el Banco Central haya sido absoluta, como siempre la presentan.
El mensaje más preocupante que dejó el episodio LEFI-licitaciones-bancos es que fue una secuencia de traspiés autogenerados, y eso derivó en una percepción en actores del mercado mucho más distante. “Empezamos a no entender a dónde quieren ir Milei y Caputo. Está claro que respetan la disciplina fiscal, y nos parece perfecto; pero no entendemos qué se están imaginando en materia monetaria”, resume un importante operador de bonos.
Esta idea está muy instalada entre los actores del sistema: que Milei generó una grata sorpresa inicial por sus convicciones e ideas, pero que ahora se está haciendo complejo prever la secuencia de su plan. Verbalizan un temor a que la obsesión presidencial por la teoría económica le impida reaccionar ante las dificultades empíricas. Y alimentan estas inquietudes con la incertidumbre por un eventual triunfo kirchnerista en la provincia de Buenos Aires y la posibilidad de un resurgimiento político de Cristina Kirchner.
En un artículo reciente el economista Jorge Vasconcelos, del Ieral, advirtió: “De persistir este escenario, se profundizará la desaceleración del nivel de actividad, habrá más complicaciones para el cumplimiento de los créditos, y se hará sentir en un incremento del stock de deuda pública doméstica. (…). Para encauzar el desborde de las tasas de interés, es clave que las negociaciones políticas introduzcan racionalidad en las leyes que se tramitan en el Congreso, pero también que se robustezca la credibilidad del régimen de bandas cambiarias”.
Más allá de este debate en la cúspide del establishment, en las calles se consolida lentamente una sensación de desaceleración de la actividad económica. Entre los técnicos hay consenso en que el rebote en “V” que algunos imaginaron a principio de año hoy se parece mucho más a un electrocardiograma. Esta semana Ricardo Arrizu directamente marcó que la actividad económica “se estancó”.
Al mismo tiempo el consumo no abandona sus movimientos espasmódicos, sin llegar a cristalizarse en un proceso ascendente nítido. No va mal, pero tampoco lo suficientemente bien como para que haya un clima de entusiasmo preelectoral. Nunca queda despejada del todo la sensación de precariedad, de transición interminable hacia un futuro que se va corriendo.
DUDAS POR EL EFECTO «ALINEAMIENTO»
El segundo plano que emerge sobreestresado es el político, en una tóxica combinación entre el cierre de listas y el accionar legislativo. El oficialismo extravió el joystick y la oposición siente que puede hacerle daño desde el Congreso. Después de dos catastróficas sesiones, el 10 de julio en el Senado y la semana pasada en Diputados, ahora se prepara una nueva función que puede ser letal para el programa económico.
En la noche del viernes, la oposición, acompañada por exaliados de los libertarios, pidió una sesión especial para este miércoles en la que buscará doblegar los vetos a las leyes jubilatorias, de discapacidad y de fondos para Bahía Blanca, además de avanzar con los proyectos de los gobernadores sobre ATN y combustibles, y poner en marcha la comisión investigadora del caso $LIBRA. En los términos de Milei, un golpe destituyente desde el Congreso. Con aprobar sólo una parte de esa agenda, el mensaje sería muy negativo.
Se suponía que el encuentro que organizaron Santiago Caputo y Cristian Ritondo el martes a la noche en Olivos para legisladores de LLA y de Pro tenía el objetivo de establecer modos de acción para resistir esa ofensiva. Sin embargo, allí no se conversó en ningún momento de los vetos. Milei habló un par de horas de teoría económica, de los “parásitos mentales” de Axel Kaiser y de argumentos para enfrentar los ataques de la oposición.
Hubo legisladores que tomaron nota como si se tratara de una lección, y otros que amagaron con dormirse. Después vieron la película Homo Argentum, que para el Presidente representa parte de su pensamiento antiwoke y de su rechazo a la hipocresía de ciertos sectores sociales. Lo interpreta como una ilustración de su batalla cultural. Casi como la antítesis del Eternauta, el otro gran éxito nacional del año, al que se le asignó una supuesta matriz kirchnerista.
Algunos legisladores de razonamiento profundo que estuvieron allí también notaron, con alguna preocupación, cierto divorcio entre el mensaje más conceptual de Milei y la realidad desafiante que enfrenta. “Fue como si estuviera sobrevolando en otro nivel, una mezcla de desconexión e ingenuidad”, graficó uno de ellos. Lo concreto es que el encuentro sirvió para reanimar el sentido de pertenencia, pero no arrojó una estrategia clara.
Hay alguna resignación entre los principales actores del gabinete de que hasta las elecciones seguirán sufriendo con cada semana legislativa. Pero sobre todo, algunos advierten sobre la posibilidad de que la dinámica no cambie sustancialmente después de la elección.
Hay dudas respecto de que si lo que Milei llama “efecto alineamiento” se va a materializar con tanta claridad. Es decir, si gobernadores y legisladores se acercarán amablemente en ayuda del vencedor por interpretar que el desembarco libertario en el poder no fue el resultado de un momento de ira social sino un proyecto con sustentabilidad en el tiempo.
“Puede ser que apoyen algunas iniciativas puntuales, pero no veo la razón por la que los gobernadores o los legisladores que ya saben que nunca pertenecerán al armado oficialista van a cooperar tan gentilmente. El 11 de diciembre ya empieza la carrera para el 2027. Las segundas partes en el Congreso son siempre muy complicadas”, advierte uno de los legisladores que sabe de lo que habla.
Esto también puede ocurrir dentro de la propia La Libertad Avanza. Hoy todos los candidatos son hiperdependientes del Presidente, pero de ahora en más florecerán aspiraciones de proyectos individuales a nivel local y será progresivamente más difícil administrarlos.
Al ser Milei el único garante de votos real, el cierre de listas libertario careció de dramatismo. Son pocos los nombres que pueden aportar algo más a lo que el sello partidario y el Presidente representan.
En ese sentido, la oferta violeta cerró ayer con un mix entre figuras instaladas (Patricia Bullrich, José Luis Espert), devotos de la causa (Sebastián Pareja, Miriam Niveyro), profesionales afines (Agustín Monteverde, Alejandro Fargosi), refuerzos de Pro (Diego Santilli, Fernando de Andreis) y concesiones a la estética (la conductora Karen Reichardt).
No hay rastros de las Fuerzas del Cielo. Tampoco incorporaciones con demasiado volumen político, pero no por distracción, sino porque la noción central es que el que tiene el poder define, por lo cual tras un eventual triunfo en octubre sólo necesitarán legisladores disciplinados y eficaces. Los oficialismos siempre se ordenan desde la Casa Rosada.
UNA AGENDA FUERA DE CONTROL
El último plano en el que se percibe un límite en el potencial libertario es en el manejo de los temas de debate y la relación con la opinión pública. En los últimos meses el Gobierno perdió el control de la agenda, que gira cada vez más en torno de temáticas sensibles, que van desde los jubilados y el Hospital Garrahan, hasta las personas con discapacidad y los damnificados por la inundación en Bahía Blanca. Las únicas dos veces que logró instalar un tópico favorable fue la reducción de las retenciones al campo el mes pasado, y el acuerdo con el FMI más la salida del cepo en abril.
Los logros obtenidos en materia de inflación y estabilización macroeconómica son altamente valorados, pero no tienen el mismo efecto del principio. La voz de Milei ha perdido sorpresa. Esto queda en evidencia sobre todo en las redes sociales, su ámbito de expresión natural, en donde según la consultora Ad Hoc de Javier Correa, el Presidente pasó de tener 14 millones de menciones mensuales hace un año, a menos de 6 millones en la última medición. A una conclusión similar arribó la firma Tendencias, de Jésica Calcagno, que midió una caída del 67% en cantidad de likes acumulados por Milei en Instagram entre sus primeros siete meses de gestión y los últimos siete meses, y un retroceso de 75% en X (exTwitter) entre los mismos períodos.
El Presidente sigue siendo por mucho margen el dominador absoluto del mundo digital, muy lejos de las figuras peronistas, que recién están experimentando con la herramienta. Lo novedoso es el techo que parece haber encontrado en términos de atractivo, una tendencia que también queda expuesta en los últimos sondeos de imagen e intención de voto.
LLA y sus referentes dominan las encuestas y Milei se perfila como ganador, pero desde hace bastante tiempo luce estancado o con ligeros retrocesos. Igual que con la economía y con la política, parece haber llegado a un límite, que lo obliga a esforzarse para hacerse escuchar y para incidir. Por momentos no le sale mal: apelar a la cadena nacional la semana pasada le reportó 28 puntos de rating.
Pero el dato más valioso para el Gobierno que arrojan algunas encuestas es que los desilusionados con el proyecto libertario no se pasan a otro bando; quedan flotando en un gran valle de desencanto que no tributa a ninguna fuerza política.
La consultora RDT difundió esta semana un trabajo según el cual el oficialismo perdió 4,6 puntos de intención de voto desde principio de año, pero en el mismo período el peronismo sólo mejoró 0,4%, es decir que no fue beneficiario de esa frustración. Los decepcionados fueron a alimentar la columna de “ninguno”, que creció 8,2% en el mismo lapso.
La definición de listas del peronismo abonó ayer esta percepción y fue festejada en el oficialismo. La apuesta por Jorge Taiana es muy respetable pero no parece una jugada ganadora en la provincia; luce como un candidato de consenso para contener a todas las tribus. E Itaí Hagman, parte del acuerdo para que Juan Grabois no rompiera, tendrá una dura tarea en una ciudad reactiva a los movimientos sociales. Mientras el peronismo siga definiendo sus postulantes con la vista en la interna, los libertarios pueden respirar tranquilos.
La elección de octubre puede funcionar como un factor de desgaste o como una oportunidad de reseteo para el Gobierno. Todo dependerá del resultado y de la administración que haga Milei de un eventual triunfo en octubre. Su desafío principal no parece estar enfrente, en sus competidores de la oposición; más bien parece estar agazapado debajo, en una sociedad que necesita ilusionarse con el rumbo económico, pero que por momentos se desanima.
No está claro que los comicios alcancen para barrer con la suma de incertidumbres que se han acumulado en los últimos meses. El Gobierno deberá complementar la gratificación por el resultado con otras ciencias.