Por Luis Alejandro Rizzi.-

El gobierno de Javier Milei desde su inicio se cubrió con la gruesa cáscara del orden y superávit fiscal, como condición necesaria para reducir la inflación, generada por la desmesurada emisión.

La inflación se reduce a un problema monetario; es necesario crear dinero, para financiar el déficit fiscal. Sin déficit sería imposible que haya inflación. (sic)

Mas allá del grado de certeza de esa creencia, es elemental pensar que esa tarea se debe hacer con criterio y prudencia respetando ciertos principios culturales de justicia, ya que incluso la reducción del gasto -ajuste- debe hacerse como medio para promover el bien común.

El sacrificio y el esfuerzo suelen ser condiciones para lograr cualquier propósito, pero a la vez se debe respetar lo prioritario.

En el caso del gobierno, se fijó un solo y exclusivo objetivo: bajar el gasto sin medir sus consecuencias y de ese modo se llegó al extremo simbólico de que hubo que quemar cientos de pasaportes por fallas de confección y los autos “cero kilómetro” circulan con patentes provisorias de papel.

Sin embargo, la gravedad pasa por la forma en que se encaró el ajuste, entendido como paralización de toda acción del estado, suspensión no sólo de obras sino de mantenimiento, que lleva a limitar el potencial de Vaca Muerta, por problemas de logística, que a su vez limita la provisión de insumos, en especial arena que se transporta desde Entre Ríos para el proceso de fractura. Era y es imprescindible construir un ramal ferroviario de unos 80 Km para llegar a Añelo y a la vez mejorar el ramal Bahía Blanca Neuquén.

Otro caso de falta de gestión. La licitación del complejo de las rutas 12 y 14, las “rutas del Mercosur”, en lamentable estado de mantenimiento, en especial un tramo de la 117, ya intransitable, se abrirá recién el próximo 8 de octubre. ¿Qué se hizo durante estos casi dos años?

El resto de los corredores viales pasará fatalmente para el año próximo, todo en nombre del superávit fiscal.

Insisto, se debe ponderar el modo en que se logra un aparente superávit fiscal, no sabemos si es real, y en su caso su costo.

El dólar, el más fiel termómetro que mide la sensibilidad de la piel ciudadana, llegó a su techo ¿1475?, aunque cerró en unos pesos menos, con una caída de la cotización de acciones y bonos, ya que existe la certeza de que comenzó un proceso acelerado de descascaramiento de Javier Milei. En términos “populistas”, diríamos que se le está cayendo la careta de economista, cuando apenas lo era de pacotilla.

Pueden llegar al 26 de octubre, sumando deuda, sea mediante la quema de dólares o la suba de tasas, que debiera ser superior a la devaluación. Hasta hoy, el dólar recuperó o el peso perdió un 40%. Por lógica, las tasas deberían estar por sobre ese nivel, para garantizar un buen “carry trade”, timba financiera sin riesgo, hasta el domingo 26. Después habrá que empezar de nuevo y se le echará la culpa al 65% que no lo votará.

Este gobierno nos metió en una suerte de feriado pandémico inflacionario desde que asumió, reduciendo a lo anecdótico el criticado ASPO de Fernández.

Por ultimo, la Argentina votó en contra de la creación de un estado palestino o la política de los dos estados.

Otra muestra cabal de obsecuencia gratuita al servicio de Trump y del muy cuestionado Netanyahu, que pronto será juzgada por la comisión de crímenes de lesa humanidad e internamente por corrupción.

Entra tanto, una empresa israelí perfora en las Islas “Falkland”.

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