Por Luis Alejandro Rizzi.-

Una de las “cuestiones de nuestro tiempo”, nos diría Ortega, es la incapacidad para “entender” y esa suerte de dislexia para leer la realidad.

Me vienen a la memoria las clases del profesor Difrieri, en el Colegio Nacional de Buenos Aires, cuando partiendo desde Hegel, nos decía o nos enseñaba que lo “racional” la mayoría de las veces tiene poco o nada que ver con lo “real”, obviamente sin despreciar el uso de la razón para entender la vida y lo que son las cosas.

Hoy la tecnología y en especial la IA parecen medios que con el correr del tiempo sustituirían la inteligencia natural, el juicio crítico, en especial eliminarían la sensibilidad de la gente, considerada más debilidad y vicio que virtud.

En esa misma línea, las virtudes de la paciencia, la caridad y la empatía quedarían archivadas en una suerte de caja de Pandora de virtudes o de fruto bíblico prohibido.

Pues bien, leí esta mañana declaraciones del jefe de gabinete Guillermo Francos, que pone en evidencia ese cinismo que viene disfrazado de “buenos modales” y reduce sus declaraciones a un montón de “sofismas”, que son peligrosos porque se trata de la manipulación de cuartos de verdades, con un pasado político que muestra que tiene, al modo de Groucho Marx, un menú de discursos que se acomodan según quien tenga que escuchar.

Tomaré sólo uno o dos ejemplos suficientes para exhibirlo.

Dijo Francos con relación a hechos de supuesta corrupción: “Respetemos las competencias que tiene cada uno de los poderes de Estado, no se metan en temas que resuelve la Justicia y no se metan políticamente en temas de gestión del Estado”.

Se trata de una media verdad, ya que el Congreso tiene la atribución constitucional para ponderar la idoneidad política del gobierno y pueden existir actos de corrupción, como el caso $LIBRA que no constituyen delitos penales, pero sí delitos políticos.

Dice en otra de sus respuestas: “…Pero también creo que no puede haber una modificación del presupuesto que manda la administración que cambie totalmente los conceptos que propone el Gobierno nacional, que tiene a su cargo la responsabilidad de gobernar. El Congreso es uno de los poderes del Estado, pero no es quien gobierna, no nos pueden imponer acciones e irrumpir en el poder administrador del Estado de esa manera”.

El Gobierno de la Nación está a cargo de tres poderes. El Congreso tiene la atribución de sancionar el presupuesto y de fijar impuestos y el Poder Ejecutivo la de administrar los recursos que les asigne el Congreso.

Por otra parte, desde que asumió el gobierno, Milei administra sin presupuesto, lo que conforma en mi opinión un delito político y el posible delito penal de incumplimiento de los deberes de funcionario público, ya que distribuye los recursos de modo discrecional.

Los problemas que se presentan, como el financiamiento universitario, el tema hospitalario -Garrahan- y el caso de las discapacidades, son consecuencia de la falta de presupuesto; el equilibrio fiscal no es un fin en sí mismo y puede haber equilibrio con déficit financiado de modo racional.

Share