Por Luis Alejandro Rizzi.-

Si el gobierno estuviera dispuesto, como dice, a volcar 22 mil millones de dólares para mantener a raya el tipo de cambio -dentro de los límites de la banda-, podría interpretarse que Luis “campeón” Caputo, aceleró a fondo rumbo a una dolarización endógena.

Los pesos que se obtienen por la venta de dólares se absorberían, de donde fatalmente el dólar se convertirá en moneda de “curso legal”, dicho en sentido figurado.

Si así fuera, se producirá una fenomenal transferencia virtualmente gratuita de ingresos a los segmentos más favorecidos de la sociedad en perjuicio de los menos favorecidos.

El principio liberal de justicia de Rawls invertido.

Digo esto porque es sabido que, si después del 26 de octubre el gobierno fuera el más votado, al día siguiente se debería liberar el tipo de cambio totalmente -el FMI dixit-, lo que lo llevaría a valores difíciles de pronosticar, pero por lo menos con un piso de 1700/1800 pesos.

La diferencia de cambio sería ganancia para los ricos y pérdida para las clases medias, trabajadores y convertiría a la pobreza en indigencia, sería una de las posibilidades más probables.

Se podría leer sobre un pacto FMI-Milei para ganar las elecciones de octubre y, si pierde la oposición, cargará con el enorme lastre de navegar con medios precarios, las consecuencias de la quema de hasta 22 mil millones de dólares.

El plan “platita” de Massa fue en todo caso más ingenuo e inofensivo; este verdadero pacto electoral con el FMI es mucho más perverso y salvaje y el costo seguramente se trasladará para el 2027 en adelante.

El gobierno de Milei busca ensayar una defensa invocando un supuesto “pacto golpista” entre los partidos de la oposición”, pero estaría dentro del juego constitucional un juicio político para ponderar la idoneidad -en su sentido integral ético y profesional- del gobierno.

El último acuerdo del gobierno con el FMI es espurio, porque se hizo sin presupuesto aprobado para el año 2024, vulnerando los artículos 11, 12 y 13, y 56 y 71 de la ley 24.156 de administración financiera del estado, que de modo expreso dispone que prohíbe operaciones de crédito público para financiar gastos operativos, como es el de controlar el tipo de cambio.

El Banco Central puede realizar operaciones de crédito, pero con el solo fin de mantener la estabilidad monetaria y cambiaria, que no es el caso del acuerdo con el FMI, que virtualmente limita la operación de crédito con fines cambiarios, hasta el día de las elecciones de medio término, según trascendió en diversos medios. De todos modos, el acuerdo de facilidades extendidas se hizo con el país.

Marcelo Bonelli dice en “Clarín” de ayer, 19 de septiembre: “Un vocero del FMI dijo ayer: “Washington va a seguir apoyando.” A cambio, el Gobierno deberá instrumentar dos medidas después de las elecciones. Primero, profundizar el ajuste fiscal, y liberar y dejar flotar el dólar.”

En fin, estamos en presencia de un pacto electoral entre el gobierno y el FMI, la campaña electoral de Milei y LLA la financiamos todos los argentinos y en nuestro propio perjuicio.

Desde que el tipo de cambio “tocó la banda”, el Central vendió 1.110 millones de dólares…

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